Gonzalo Guerrero según Eugenio Aguirre y el fenómeno primigenio del mestizaje

AutorCarlos Germán Cabrera Beck
CargoProfesor investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Anáhuac México Norte.
Páginas267-281

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El mosaico pluricultural mexicano y el mestizaje

México representa sin duda un gran mosaico de culturas originales conformadas por una pléyade de manifestaciones que comprenden los espacios integrados al territorio nacional. Ello otorga sin duda a los Estados Unidos Mexicanos un carácter plurinacional, refrendado en nuestra cotidianeidad por las herencias "invisibles" y en muchos casos inconscientes de esas pautas culturales que sincréticamente nos han conformado en el fenómeno nacional del mestizaje.

En gran medida los mexicanos promedio permanecemos ignorantes de esa gran herencia cultural y propia que forma parte de nuestra forma de ser, de nuestras conductas, de nuestros hábitos alimenticios, de nuestros gustos y reglas de cortesía, de nuestro enriquecimiento biológico e incluso de nuestra forma de hablar. Este tipo de ignorancia es hoy punible, pues en los genes y en la psique de la población mexicana, perviven también los rasgos biológicos heredados de los pueblos ancestrales, no siempre bien valorados en sus potencialidades y en su riqueza y diversidad. Existe pues en nuestra identidad nacional, un mestizaje biológico y también un mestizaje cultural que han tenido ya el tiempo suficiente de irse consolidando para lograr su proyección futura en la construcción definitiva de la nacionalidad mexicana. Han quedado muy atrás los tiempos de la separación de "castas" y las épocas en que las poblaciones indígenas, a pesar de los menoscabos sufridos en etapas diversas, seguían siendo mayoritarias y rurales, cuando la población mestiza aún se encontraba en etapas de gestación y existían minorías privilegiadas bien diferenciables del resto de la población. Por ello el estudio y la comprensión de nuestro pasado histórico precolombino, así como la aceptación y valoración plena de nuestra realidad nacional mestiza, constituyen una obligación Page 268 actual y vigente de todos los mexicanos que pretendemos contribuir a construir un México futuro con sentido y destino históricos que consoliden una auténtica vocación de liderazgo, como la tuvieron sin duda varias de nuestras exitosas nacionalidades ancestrales.

En el altiplano central mexicano y en todo el territorio actual de la República, confluyeron a lo largo de la historia y también entre sí convivieron, una gran variedad de etnias dotadas de sus rasgos y riquezas particulares. Al tiempo del encuentro histórico de los mundos europeo y americano, una en particular impuso sobresalientemente su predominio: la etnia mexica. Pueblo guerrero, organizado señorío, dueño de la imposición dominadora y de la crueldad de los sacrificios humanos, como nos recuerda la expresión de D. Eduardo Matos en el título de su libro "Muerte al filo de obsidiana", contrastantemente poseedor de una peculiar sensibilidad y casi ilimitada cortesía, fue el pueblo mexica. El pueblo de los sacrificios y la guerra como casi todos, de la poesía, de las flores y los cantos, del gran comercio organizado, la excelente comunicación, los castigos severos "manu militari", el orden y la limpieza, el del lugar del "ombligo de la luna" grande y admirable centro ceremonial y citadino cuasi flotante, etc.

Otra relevante y extendida cultura fue sin duda también, la del pueblo maya. Aguerrida e indómita, practicante de sacrificios, observadora y conocedora de la bóveda celeste, constructora y admiradora de las alturas sobre la tupida selva que le rodeaba, fueron los mayas arquitectos y talladores de excelencia, creadores de calendario exacto y precursores del uso del cero. A ellos, cultura sobresaliente y polifacética, que continuamente sigue dando de qué hablar (véanse actuales investigaciones de Ichkabal, por ejemplo), se referirá en particular nuestra historia. Y al originario, voluntario y peculiar mestizaje refrendado con el ofrecimiento de la vida misma, que entre ellos tuvo lugar.

En el posclásico tardío de los mayas, caída no mucho tiempo antes la reconocida alianza del Mayapán, es decir ya aproximadamente en tiempos de la llegada de los españoles, los señoríos mayas integraban unas dieciséis jurisdicciones, en cada una de las cuales mandaba un gran cacique o señor (Halach Uinik, Hombre Verdadero), quien a su vez disponía en calidad de subordinados de otros caciques menores (Batab) que integrábanse en un Consejo. Entre las etnias o grupos mayas mas significados pueden encontrarse los cocomes del Mayapán, los tutul xiúes de Uxmal, los cheles de Chetumal y Belice, los itzáes de Chichén Itzá, los chontales, de la zona de Laguna de Términos y los cupules. Las aludidas jurisdicciones antes mencionadas que han sido de alguna manera identificadas siguiendo al mayista Ralph L. Roys, de la Carnegie Institution,1 eran a su vez Chactemal (Chetumal y Belice), Uaymil (sur oriente de la península), Chakán Putum (gran dominio al sur de la península), Can Pech (zona sur poniente), Ah Canul (área norponiente), Chakán (norte), Ceh Pech (norte centro), Ah Kin Chel (norte), Chikinchel (norte oriente), y en las partes más céntricas Tutul Xiu, Sotuta, Cupul, Page 269 Tazes, Cochvah y Calotmul. Un gran dominio al oriente quedaba representado por la jurisdicción de Ekab.

Salvo fortuitos encuentros marítimos y costeros, las tierras de acceso al continente norteamericano por parte de los españoles, es decir, las tierras de Yucatán que primero creyeron isla, permanecieron desconocidas para ellos durante décadas. Sería el naufragio el modo involuntario en que algunos españoles posaran su planta en las dichas tierras, como ocurrió aunando efectos imprevisibles para ellos mismos, con los sobrevivientes de una expedición salida del Darién, hoy Panamá, el año de 1511. Su barco naufragó por las costas de Jamaica en el arrecife de los Alacranes. Sólo sobrevivieron 18 o 20 personas, que a bordo de un batel, fueron arrastradas por las corrientes marinas hasta la jurisdicción de Ekab, donde inicialmente los cocomes les hicieron prisioneros, les sacrificaron casi a todos y a la postre, después de muchos episodios, sólo sobrevivieron dos: el fraile Jerónimo de Aguilar y el arcabucero Gonzalo Guerrero.

Contra ideas simplistas, estudiosos recientes (Mann entre otros)2 han redescubierto y afirmado que los asentamientos de los pueblos americanos resultaron más antiguos de lo que se había pensado y fueron mucho más complejos y numerosos de lo que se había creído.

Una secuencia reiterativa entre los distintos habitantes mesoamericanos parece haber sido el que se asentaran, crecieran, se desarrollaran, se impusieran, comerciaran, construyeran sus urbes, símbolos y edificaciones político-religiosas y luego tal vez de manera progresiva y a veces históricamente abrupta, colapsaran y abandonaran sus grandes poblaciones e improntas que tan trabajosamente habían elaborado. La propia acción humana de nuevos pueblos vencedores que destruían todo lo del vencido y una naturaleza feraz, por no decir en ocasiones invasiva y frenética, así como la rapiña, se encargaban pronto de ocultar y hasta borrar, los anteriores vestigios civilizatorios.

Tras la desaparición de unos, surgían pues otros señoríos dominadores. Es importante insistir y señalar, que se trató de culturas originales, muchas veces malamente concebidas y comparadas bajo parámetros de origen europeo. Su población se esparció y distribuyó generosamente en los diversos asentamientos americanos (se calculan por millones, unos veinte tal vez sólo en el centro del territorio nacional), para después verse disminuida por múltiples razones y de manera progresiva y hasta drástica, durante la época "colonial".

Los episodios iniciales y decididos de un mestizaje legítimo ocurridos muy tempranamente en lo que hoy es territorio nacional, poseen un elevado valor simbólico por lo que significaron en su momento y siguen representando el día de hoy, razón por la cual basamos en uno de ellos el tema de la presente reseña.

Gonzalo Guerrero en su etapa de soldado español

El encuentro o encontronazo de esa pléyade de pueblos americanos con el mundo europeo occidental, se catalizó dando un vuelco a la historia universal, por Page 270 la vertiente española, merced a la decisión (que le fue desaconsejada) de una mujer inteligente y decidida que era Reina, quien decidió apoyar al errante navegante de oscura nacionalidad Cristóbal Colón en su convicción de la nueva ruta, el cual nunca se enteró de que se le había atravesado todo un continente y mientras, se vio favorecido con los dineros públicos dispuestos para él en su ambiciosa empresa exploradora.3 Colón tampoco conocía las distancias a las que se iba a enfrentar y creyendo hasta su muerte haber arribado a las auténticas "Indias", hubo de modificar por lo prolongado del viaje, los tiempos registrados en sus bitácoras de navegación para evitar que la tripulación se amotinara.4

Tan graves acontecimientos históricos, tan frescas noticias de mundos nuevos y la pobreza que azotaba a muchos integrantes del pueblo llano español, les arrastró a la búsqueda de un mejor destino y en su caso, a sucesivas expediciones americanas.

El andaluz barbirrojo Gonzalo Guerrero, finalmente aliado hasta la muerte con la tribu maya chetumalense de los cheles (hoy muy cerca de la ciudad capital del Estado mexicano de Quintana Roo), nació en la octava década del siglo XV probablemente en Niebla, cerca de Palos de la Frontera, Huelva. En su juventud, fue más soldado que marino y se le identifica como arcabucero militando bajo las águilas de León y de Castilla, en la campaña por la ocupación de Granada durante ese emblemático año de 1492,5 bajo las...

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