General Ramón Corona

AutorAntonio Albarrán
Páginas577-597
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General RamÛn Corona
1837-1889
SIEMPRE QUE con la memoria se vuelve la vis-
ta hacia el Tepic de hace cuarenta años, la
imaginación ve removerse claramente en-
tre los sombríos desfiladeros de la Sierra de
Nayarit, una turba siniestra de malhecho-
res; un enjambre de indios de dientes blan-
cos como los del chacal y de una miraba
torva como la de la hiena, que se agitan en
las peñas, se rebullen, se pierdan entre las
escabrosidades del terreno, vuelven a apa-
recer por otro lado y avanzan entre espesos
cordones hacia Tepic, sembrando el terror,
la ruina y la muerte a su paso, acaudilla-
dos por un salvaje de instintos no menos
sanguinarios que los de ellos, por el feroz
Lozada, a quien el justo odio del pueblo
tepiqueño dio el significativo sobrenombre
de “Tigre de Alica”.
Si la memoria continúa evocando lo
pasado, a través del tiempo trascurrido,
verá también a los pueblos de aquel in-
fortunado cantón, perteneciente enton-
ces a Jalisco, ponerse en movimiento,
prepararse para la defensa y sucumbir las
más veces ante la muchedumbre selváti-
ca que invadía como un torrente maldito
las poblaciones indefensas, que lo eran
casi todas.
Mas se verá también, en medio de aque-
llas escenas de sangre, en medio de tantos
crímenes cometidos por la impunidad que
da la fuerza bruta, surgir una figura juvenil
pero firme, valerosa y resuelta, que con una
osadía que le gana todos los corazones se
pone frente al Tigre de Alica, el cual lanza
rugidos de rabia al ver que alguien desafía su
poder, y retrocede al fin a refugiarse en sus
guaridas, intimidado por la entereza de su
joven enemigo, en torno del cual un puñado
de hombres de valor se ha agrupado a de-
fender, aun a costa de su vida, lo que tienen
de más caro: la santidad de sus hogares y el
honor de sus familias.
Ese joven, que lleva su valor hasta la au-
dacia, es Ramón Corona. Casi nadie le co-
noce, casi nadie sabe de dónde viene; pero
nadie ignora a dónde va: va hacia la libertad,
hacia el progreso, hacia la inviolabilidad hu-
mana, nuestro que es a Lozada a quien viene
a combatir, y Lozada representa la opresión,
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LIBERA LES ILUST RES MEX ICANOS DE LA R EFORMA Y LA INT ERVENCIÓ N578
el salvajismo, la ignorancia, el asesinato y el
robo. En la historia de Tepic durante la Guerra
de Reforma y la de Intervención, dos cau-
dillos forman las figuras principales en los
episodios de la lucha. Uno de ellos es Lozada,
que personifica primero al bandidaje, luego
a la reacción política v por último al invasor
extranjero. El otro es Corona, que represen-
ta sucesivamente la guerra al bandidaje, la
guerra a la reacción y la guerra al invasor.
Los servicios que Corona prestó a la Patria
en esa triple lucha, fueron importantísimos
e hicieron de él un héroe. Verdad es que su
valor, su constancia y sus sacrificios fueron
indecibles, y de ello es elocuente testimonio
su rápida y gloriosa carrera militar. ¿Qué era
Corona al principio de la Guerra de Refor-
ma? Un oficial subalterno al frente de menos
de veinte hombres; un caudillo sin grado,
sin prestigio y sin fortuna, aunque rico en
valor, en nobles sentimientos y en bellas es-
peranzas. ¿Qué era al fin de la guerra contra
el Imperio de Maximiliano? Un caudillo po-
pular a quien los Estados del Occidente que-
rían con idolatría; un ilustre jefe, del ejército
mexicano con el grado de General de Divi-
sión, y uno de los más valientes republica-
nos que sitiaron al Archiduque en Queré-
taro, teniendo en el ejército sitiador el cargo
de segundo en jefe. Pero para llegar a esa al-
tura, ¡cuánta abnegación tuvo que mostrar!
¡cuántos peligros que correr! ¡Cuántas pri-
vaciones, cuántos padecimientos y cuánto
heroísmo, por amor a la patria, embellecie-
ron su correrá! Nueve años de una campaña
sin tregua contra un enemigo poderoso, va-
liente e implacable; el aniquilamiento del
Imperio en los Estados de Occidente en que
Corona tenía jurisdicción, y su concurso en
el memorable sitio que consolidó la inde-
pendencia nacional, constituyen la hoja de
servicios más digna de un patriota que a la
edad de veintinueve años ha podido obtener
la banda de General de División.
Narrar la vida completa del General Co-
rona en esta obra, es imposible; pues sólo el
principio de aquélla es tan fecundo en acon-
tecimiento y se liga tan íntimamente a las
vicisitudes y a las hazañas del Ejército de
Occidente, del que Corona fue el jefe y el ini-
ciador, que la historia de ese Ejército es la his-
toria de Corona en aquella época de su vida.
Y si para referir los infortunios y las glorias
del Ejército de Occidente se necesitaría un
grueso volumen, mayor sería aún el que se
necesitara para dar a conocer la vida de Co-
rona, cuyos hechos militares se extienden
más acá del tiempo en que aquellas valientes
tropas fueron licenciadas o refundidas.
Sin embargo, tracemos aunque sea a
grandes rasgos la biografía del héroe, y pro-
curemos delinear un perfil lo más parecido
posible, de su brillante personalidad.
II
En el rancho de Puruagua, perteneciente al
4º Cantón del Estado de Jalisco, fue donde
nació el 18 de Octubre de 1837, el niño que
con el tiempo llegaría a ser el Caudillo de Oc-
cidente, en nuestras luchas por la libertad.
Su padre, el Sr. Esteban Corona, tenía to-
das las cualidades inherentes a una vigorosa
naturaleza que no ha encontrado obstáculos
para su perfecto desarrollo. Era alto, fuerte,
ágil; su destreza en el manejo de las armas
y su habilidad como jinete eran proverbiales.

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