General Juan Zuazua

AutorHilarión Frías y Soto
Páginas637-651
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General Juan Zuazua
1820-1860
ALLÁ EN LA frontera norte de nuestra patria,
allá en aquellas regiones donde no cunde aún
el desaliento de los grandes centros, y donde
el patriotismo es el ideal que levanta una raza
vigorosa, como la muralla inviolable de la au-
tonomía nacional, en sus ciudades esparcidas
por el desierto, cruzado sólo por las hordas de
salvajes, se destacan personalidades eminen-
tes, que se realzan en la historia patria entre
los héroes de la independencia y la libertad.
—Nuevo León es rico en esas grandes figuras
que, encarnando una época y una evolución
sociológica, han cooperado a ésta con su in-
teligencia, con su valor y con su abnegación.
Y no contamos los mártires anónimos que en
aquella tierra, siempre convulsa, antes por la
guerra con el indio, después por el continuo
batallar por la democracia y la Reforma, han
quedado tendidos en los campos asolados
por la guerra, sin haber legado siquiera su
nombre a la gratitud de la patria por cuyas
libertades y por cuya independencia dieron
heroicamente su vida.
Solo vamos a hacer un rápido y ligero
esbozo de uno de los hijos más ilustres de
aquel benemérito Estado, olvidado en nues-
tras sombrías discordias civiles, y que hoy
resurge ante la memoria de la Nación que,
reposada en la solidez de sus instituciones,
puede tranquila hacer ya el apoteosis de los
que por ella combatieron como buenos, y en
sus horas de angustia supieron salvarla del
desastre.
Juan Zuazua, electo por su Estado para
representarlo en el Panteón de los inmorta-
les de México, es la noble figura de guerrero
que vamos a dibujar.
***
Entre los tristes legados que nos dejó el
gobierno virreinal al desaparecer con la
consumación de la independencia de Méxi-
co, se cuentan las tribus de bárbaros que,
adueñadas de los desiertos del Norte por la
apatía o por la impotencia del conquistador
en sus continuas y sangrientas invasiones
destruían pueblos enteros de Nuevo León,
robando, asesinando familias enteras, y de-
jando en sus correrías una huella de sangre
y fuego.

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