Gasto público y crisis económica

AutorHilario Barcelata Chávez
Páginas207-208
La Economía Mexicana. Crisis y reforma.
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Hilario Barcelata Chávez
207
la venta de tornillos y mucho menos si se ofrecen a un precio más bajo o al mismo
precio pero se incurre en costos de operación mucho más elevados que los suyos.
¿Cuál será el efecto final de esta situación? Su empresa quebrará, usted perderá su
patrimonio, tendrá que dedicarse a otra cosa (en plena época de desempleo) y su
familia ya no tendrá un futuro cierto.
Detrás de la libre competencia hay un principio ético de igualdad y libertad que está
siendo violado. Pero también se está conculcando el derecho constitucional de los
individuos a dedicarse libremente a la profesión, industria, comercio o trabajo que le
acomode (Artículo 5o. Constitucional), porque el lavado de dinero impide que las
empresas legales puedan progresar y existir en el marco del mercado. Es decir, una
circunstancia ilegal impide que los ciudadanos puedan ejercer su derecho.
Es tarea del Estado, de todas las autoridades a todos los niveles luchar contra esa
lacra social. Es urgente detectar a quienes incurren en éstas prácticas ilegales y
castigarlos conforme a la ley. De no hacerlo se estará atentando contra la viabilidad
económica del país y en pocos años no habrá sino delincuentes disfrazados de
empresarios dominando la economía del país y el delito se convertirá en la única
opción de progreso para los mexicanos, lo cual no significa otra cosa sino la total
descomposición social del país y la inviabilidad del Estado-nación por una absoluta
cancelación del Estado de derecho.
GASTO PÚBLICO Y CRISIS ECONÓMICA 15 de febrero de 1996
Cuando en 1936 Lord J.M. Keynes (uno de los más importantes economistas del siglo)
expuso al mundo su Teoría General del empleo, el interés y el dinero, su principal
preocupación era encontrar un mecanismo capaz de refuncionalizar el sistema
económico que se encontraba en una profunda crisis mundial.
El mecanismo que planteó Keynes para tal fin fue el gasto público. Según este famoso
economista los mercados no se pueden ajustar por sí mismos en el corto plazo y es
necesaria la intervención de una fuerza exógena al mercado para lograrlo. Su
propuesta era que el Estado, al gastar, movería las fuerzas del mercado de modo que
propiciaría el incremento del empleo y el ajuste entre oferta y demanda de bienes, así
como de ahorro e inversión, pues, según él mismo decía, no existen en el mercado
mecanismos que aseguren tal ajuste.
Durante varias décadas el funcionamiento de la economía mundial se fundamentó en
los postulados de esta teoría, hasta que en el mundo apareció un nuevo fenómeno: la
estanflación, es decir, una combinación de inflación con estancamiento económico. Al
no presentar respuestas a este fenómeno surgió el Monetarismo culpando de todos los
males económicos (principalmente de la inflación) al gasto gubernamental.
La teoría keynesiana falló, porque descuidó un aspecto fundamental: el contenido del
gasto público. Es decir, el gasto público puede ser una herramienta adecuada siempre
y cuando se canalice a invertirse en ciertas áreas estratégicas donde tenga un impacto
en el crecimiento económico, no así si únicamente sirve para acrecentar la burocracia.
De aquí que el dilema de si el Estado debe expandir el gasto público o no para
reactivar la economía, es un falso dilema, pues en realidad el problema radica en el
hecho de en qué debe gastar.
De este modo las voces que proclaman el equilibrio presupuestal y la contracción del
gasto público no hacen sino aludir a sólo un aspecto del problema. Efectivamente si el
gobierno gasta irresponsablemente la economía sufre serios desequilibrios. Lo que no
dicen esas voces (porque a lo mejor lo quieren ocultar) es que si gasta

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