Fray Miguel de Guevara

AutorAndrés Henestrosa
Páginas716-717
716
ANDRÉS HEN ESTROS A
Fray Miguel de Guevara
“El soneto de tu Alacena de hoy es de fray Miguel de Guevara, tal como lo
sospechas”, me dice por teléfono, a primeras horas de la mañana, el bachiller
José Rojas Garcidueñas. “La paternidad, continúa, se encuentra debidamente
documentada por Alberto María Carreño en su libro Joyas literarias del siglo XVII
encontradas en Mé xico, publicado en 1915.”
Como Rojas Garcidueñas habla desde su oficina, lejos de sus libros, no
puede precisar la página ni otras circunstancias, pero me ha dado el rumbo
para localizar el libro y el lugar en que el hermoso soneto se halla. Y, en efecto,
en las páginas 178-79 de la obra mencionada, se le encuentra.
Dos amigos más me hablan en el curso de la mañana del sábado, día en
que el suplemento de El Nacional comienza a circular, de fray Miguel de Gue-
vara y del hallazgo que permitió a Carreño reivindicar para México la gloria de
haber sido cuna de una de las más bellas joyas de las letras en lengua española.
Fue Francisco Liguori, sin embargo, quien me recordó la fuente de consulta
más próxima, más al alcance de la mano: Poetas novohispanos. Primer siglo (1521-
1621), estudio, selección y notas de Alfonso Méndez Plancarte. Allí, en las
páginas 140-41 se inserta el soneto bajo el título de “El tiempo y la cuenta”,
siendo de notar que en la obra de Carreño aparece sin nombre, así como que
la puntuación varía, mejorándola sin duda.
Méndez Plancarte escribe la siguiente nota a propósito: “El tiempo y la
cuenta”, magistral en su amanerado género conceptista, tiene insignes para-
lelos en España; del Dr. Garay (Riv, 42, p. 511): “En fin, el fin del fin es ya
llegado…” y uno, anónimo, del Devocionario E spiritual de A mberes (Riv. 35,
p. 47): “Si el medio es Dios y a Dios por fin tenemos…” Además de éstos,
Carreño cita el de D. Pedro Paz, Contador de la Metropolitana de México, al
frente de su Arte de aritmética (1623): “Entre, amigo lector, conmigo en cuenta/
queriendo darte cuenta de esta obra…”
La sola cosa que extrañamos es que A lfonso Méndez Plancarte no alu-
diera al soneto de Renato Leduc, nada indigno de las musas mexicanas que
inspiraron a Miguel de Guevara. Imposible parece que escritor tan erudito
como era éste otro Alfonso ilustre, ignorara la pieza escrita por el autor de El
aula, etc. Bien que lo conocía, sino que no quiso recordarlo. ¿Por desdén a su
autor? ¿Por no otorgarle la categoría necesaria como para estar al lado de las
otras piezas que trajo a cuento? ¡Quién lo sabe!

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