Fray Gaspar de los Reyes

AutorAndrés Henestrosa
Páginas499-500
AÑO 1957
ALACE NA DE MINUC IAS 499
Fray Gaspar de los Reyes
En la última Alacena relativa al famoso soneto atribuido a fray Miguel de Gueva-
ra, al hablar de la atribución que Alfonso Méndez Plancarte hace de la célebre
pieza a Pedro de los Reyes, prometimos proporcionar algunas noticias acerca de
este autor y de fray Gaspar de los Reyes, en cuya Gramática de las lenguas z apo-
tecas serrana y zapoteca del Valle encontramos una versión del famoso soneto en
caligrafía de las postrimerías del siglo XVII. A reserva de referirnos a fray Pedro
de los Reyes, hablamos ahora de fray Gaspar. Francisco de Burgoa, a quien puede
considerarse junto con los códices, ruinas arqueológicas y la tradición oral, la
fuente más importante de la historia antigua de Oaxaca, acude en nuestro auxi-
lio para contarnos que vivían en Oaxaca en el siglo XVII dos frailes llamados Gas-
par de los Reyes; y que para distinguirlos, a uno le llamaban senior y al otro junior,
como quien dice el mayor y el menor. El uno era sevillano y vino a México para
luego trasladarse a vivir a Oaxaca, donde se dedicó a la vida del campo; pero los
dominicos lo llamaron al servicio de la Iglesia, teniendo en cuenta sus principios
de latinidad y capacidad para perfeccionarse en ella y otras facultades mayores.
“Estudió –dice el cronista– lo que le faltaba de la gramática, y en pocos años
estuvo suficiente para oír teología moral, porque su edad y necesidad de minis-
tros con que se hallaban las doctrinas de la provincia no daban lugar para que
los que venían crecidos esperasen a estudiar los especulativo de artes y teología
satisfaciendo la obligación con salir bien enterados de las materias, y casos morales
de los sacramentos, que es lo principal del ministerio.” Fray Gaspar fue enviado
a la nación de los mixes, tierra la más áspera de montañas y ríos caudalosos que
tiene la provincia de Oaxaca, donde residía el otro fray Gaspar, circunstancia
que obligó a lo ya apuntado: que para distinguirlos, a uno se le llamara el mayor
y el menor al otro. Estudió la lengua de los indios y en ella predicaba con gran-
de comprensión y agilidad. Fue enviado más tarde a la Villa de Nexapa, cuyos
pueblos se doctrinaban dos lenguas: la mixe y la zapoteca, lengua esta última
que también estudió y logró dominar fray Gaspar de los Reyes. Como ése era el
camino que conducía a Guatemala, frecuentemente tuvo necesidad de confe-
sar indios arrieros y viandantes que hablaban mexicano que, como se sabe, era
la lengua general de México. Y para atender estas necesidades, fray Gaspar la
aprendió y con tanta perfección hablaba y predicaba todas tres, que decían los
religiosos tenía don de lenguas. Murió en Oaxaca, viejo de ochenta y cinco años.
Burgoa lo conoció, trató y admiró, según se deduce del encendido elogio que

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