El Fracaso de Nuestros Adolescentes es el Fracaso de Todos

AutorLic. Saskia Niño de Rivera Cover
Páginas57-61

Page 57

México es un país que alberga y forma niños y niñas criminales. Las cifras nos dicen que cada vez existen más sicarios, secuestradores y ladrones menores de edad. La historia de un adolescente en conlicto con la ley desde que nace está prácticamente predestinada. Su olvido por parte de las políticas públicas de nuestro país, ha generado un semillero de delincuentes profesionales que hoy ponen en riesgo la seguridad de México.

Ante tal escenario, en 2005 se aprobó una reforma constitucional para crear un sistema integral de justicia cuyo principal objetivo es reconocer los derechos y obligaciones de los adolescentes en conlicto con la ley, crear un sistema penal especializado en la materia, limitar el internamiento para responsables de delitos graves a mayores de 14 años enfatizando su reinserción social como inalidad del nuevo sistema de justicia. Este fue un gran paso para México pero, 9 años después, resulta insuiciente.

Las cifras son fuertes: actualmente hay un total de 11 mil 559 menores en conlicto con la ley por diversos delitos. Únicamente quienes son acusados o procesados por un delito grave son sancionados con medidas de internamiento y cumplen distintas penas dependiendo de la entidad y del delito, que van de los 5 a los 15 años. Hay 4 mil 959 adolescentes en conlicto con la ley cumpliendo sentencia en las 60 comunidades que tiene nuestro país. Son 4 los estados con mayor población ya que albergan a casi el 50% de jóvenes infractores: Sonora con 604, el Distrito Federal con 559, Jalisco con 502 y Aguascalientes con 4211.

“Odia el delito y compadece al delincuente” dijo, desde hace más de un siglo, la feminista española Concepción Arenal. Una frase que hoy, más que nunca, debemos poner en práctica. Sí, difícil de procesar para los que hemos sufrido algún delito pero necesaria para terminar con la delincuencia.

Hace unas semanas mientras platicaba con “E”, un adolescente en proceso de reinserción, me compartió un poco de su historia.

“…mi papá, siempre estaba drogándose. Me contaba sus historias y yo pensaba que eso era lo chido, me las platicaba tan fácil, que a mí también se me hacía fácil hacer las cosas; después me las enseñaba y reproducía la historia para que yo aprendiera cómo se hacían, por ejemplo: a la edad de 7 años nos metíamos a los súper mercados a robar dulces, juguetes, chicles, lengüitas de gato… Bueno, eso como niños, ya que mi papá sí sacaba cosas de valor, pues uno como niño no tiene esa malicia; también nos enseñaba a hacer llaves especiales para abrir carros -las famosas chorlas-, también a abrir candados, chapas, cómo colgar...

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