Folletería mexicana del siglo xix

AutorAndrés Henestrosa
Páginas591-592
Y ahora una reflexión final, que se reduce a una simple pregunta: ¿Ya es
muy tarde para que Cuilapan ostente el nombre que Benito Juárez y sus com-
pañeros propusieron?
5 de octubre de 1958
Folletería mexicana del siglo XIX
¿A cuánto, pues, asciende el número de folletos publicados en México durante
el siglo XIX? ¿Cuántos salieron de la pluma de José Joaquín Fernández de Li-
zardi, uno de los iniciadores del género? ¿Cuántos escribió Pablo Villavicencio,
el famosísimo y en cierto modo aún desconocido Payo del Rosario? ¿Se sabe,
por fortuna, cuántos escribió Carlos María de Bustamante? Nadie lo sabe con
certeza, a pesar de las vastas investigaciones que se han llevado a cabo al
respecto. Tan intrincado es este capítulo de nuestras letras, que a estas horas
todavía no sabemos a quiénes atribuir una serie de opúsculos y panfletos que
a partir de los inicios de la Guerra de Independencia salieron de las prensas
mexicanas –y de Philadelphia– y se multiplicaron hasta la restauración de la
República. Cada día nos sorprende una pieza de autor desconocido; cada día
algún afortunado lector, o investigador, localiza y logra identificar al autor de
una de esas joyas. De esta manera se enriquecen las bibliografías de Lizardi,
de Villavicencio, de Bustamante. Y, ¿qué decir de otros autores que no al-
canzaron fama igual a los que hasta ahora hemos mencionado? Y de Vicente
Rocafuerte, el ecuatoriano ilustre que tanto trabajó por las ideas políticas en
México. ¿Hay quien sepa el número de los panfletos, opúsculos y folletos que
salieron de sus manos? Los trabajos literarios de Rocafuerte, publicados en
distintas partes del continente y de Europa, constituyen un material de pri-
mer rango para el estudio de nuestras transformaciones sociales y políticas.
Con frecuencia, el autor situaba el lugar de las ediciones en lugares distintos
a los verdaderos, como inventaba nombres de editores que no eran sino el
anagrama de “Rocafuerte y Bejarano”, sus apellidos completos. Para aclarar
esa circunstancia, se requirió la atención y la curiosidad de un conocido biblió-
grafo, cuyo nombre preferimos callar.
Mucho se ha trabajado, hemos dicho, sobre este capítulo, pero sin duda
la selva está en gran manera virgen. Y sin embargo, es ahí, en ese monte
AÑO 1958
ALACE NA DE MINUCI AS 591

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR