Reflexiones sobre la Filosofía de la Libertad y la Filosofía de la Igualdad

AutorDr. Armando Soto Flores
CargoDoctor en Derecho por la UNAM. Investigador nivel 1
Páginas58-63

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1. Introducción

En esta reflexión, como el título lo indica, se aborda la filosofía de la libertad y de la igualdad, en el entendido que son implícitas y que la última se fundamenta en la primera. El tratamiento que se le da principalmente a estos términos es de supuesto filosófico, pero seguidamente, y a la vista de las circunstancias reales, nos vemos inducidos a tratar los términos en su relación material, como datos sociológicos en la sociedad que vivimos, occidental de corte capitalista. Parto de la tesis de que la libertad y la igualdad son constitutivas de los seres humanos, son datos ontológicos del hombre. Pero igualmente parto de que quedarse sólo con este supuesto- o principio si queremos ser más firmes- es tapar el sol con un dedo, pues la realidad puede quedar oculta con este solo planteamiento. La inveterada oposición entre ser y deber ser está presente en este trabajo, pero hacia las conclusiones, se busca una forma de conciliación, basada en los estudios de filosofía de la historia de Kant.

2. Libertades como Supuesto Filosófico: Ontología Humana

“Francisco responde: -En el hombre existe mala levadura. Cuando nace viene con pecado. Es triste. Mas el alma simple de la bestia es pura”. Los motivos del Lobo. Rubén Darío.

Decir que el hombre viene con pecado y que tiene mala levadura nos lleva directamente a la doctrina agustiniana de la libertad sólo como elección del mal; la elección del bien sólo puede ser obra de la gracia divina, por tanto, el hombre tiene libre arbitrio limitado y necesita de constante tutela.1Las consecuencias de esta tesis de San Agustín tienen repercusiones actuales de gran importancia.

Lo que me pareció importante en primera instancia de este fragmento del poema calzado como epígrafe, es la distinción que hace Darío entre el alma humana y el alma de la bestia. La de esta última es “pura”, es decir, completa y por ende, perfecta. No necesita ni más ni menos para ser lo que es. Pero, el caso del hombre es distinto, pues ni como animal, parte de la naturaleza entera que es, está completo. El hombre viene al mundo esencialmente incompleto, imperfecto, perfectible. Los demás seres de la naturaleza están dotados de las herramientas que necesitan para subsistir y, por así decirlo, llegan de antemano preparados por el instinto, para hacer uso adecuado de esas herramientas. Las herramientas esenciales del hombre y la que lo hace distinto de las bestias es su razón, pero la razón no traía instructivo.2

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Necesita de la experiencia y el aprendizaje para usarla adecuadamente y así, poder completarse como ser humano y ya no sólo como un miembro más de los animales. Y este es el principio de la libertad.

Sin embargo, la libertad, a primera vista y como supuesto filosófico, no es sólo un principio normativo que se le apareje al hombre o posteriori por convención, sino que le es inherente, o sea, que le es una determinación ontológica (dirá Sartre posteriormente que el hombre está “condenado” a ser libre). Indica Julia Gonzáles que “No hay ética sin libertad”,3y bien podríamos parafrasearle diciendo que No hay libertad sin ética, lo que nos lleva al ethos del hombre, su naturaleza, esencia, ontología estatuto ontológico (normativo sí, pero también descriptivo); y de ahí, siguiendo también a la Dra. González4la importancia de definir etimológicamente la palabra ethos.

La palabra ethos tiene dos raíces provenientes de dos palabras distintas pero relacionadas: la voz griega: ethos, costumbre, hábito, también se escribe con “eta” al principio en lugar de “epsilón”, significado entonces: ethos, morada, habitación, lugar habitual, carácter, hábito, costumbre. Esta ultima nos da una significación especial; el hombre tiene una morada, habita en un lugar en el espacio, que es su cuerpo natural, mismo que tiene ciertas características intrínsecas no modificables a placer (por ahora; habría que pensar en las nuevas tecnologías genéticas). Pero, esa misma naturaleza, como ya mencionamos, está incompleta, su naturaleza es ser incompleto y completarse, lo que requiere de acciones que se desarrollan en el tiempo y que le llevan a un fin. Este fin no siempre le está claro, pero meridianamente y como piensa Kant, puede inducir de su naturaleza que su fin es complementarse, o sea llevar a término el cúmulo de sus posibilidades, convertirse de simple animal, en hombre, animal humano, humanizarse a través de su corazón y en su razón, ser efectivamente un “animal racional”. Esto nos lleva al segundo significado de ethos con “epsilón”, que se refiere a las acciones que el hombre toma para la consecución del fin que apenas pergeñamos, acciones que reitera en el tiempo y se convierten en hábitos, mismos hábitos que se van a acumular a su carácter o a sus características intrínsecas, o sea, a su ethos con “eta”.5

El hombre se construye a sí mismo en orden a completarse, a llevar a cabo, a acto, sus potencias. El hombre, naturaleza y libertad se confunden, la naturaleza es ser libre y es libre porque está determinado (de manera no apodíctica como en los demás seres naturales) a construirse a riesgo de no ser lo que debe y puede llegar a ser. El hombre se “autodetermina” porque es autárquico, posee autonomía de la voluntad, es dueño de sí mismo: “… llamamos hombre libre al que se pertenece a sí mismo…”, comenta Aristóteles en la Metafísica;6claro que Aristóteles incluía aquí –por exclusión- a la esclavitud (la particular diferencia importará, en relación con lo antedicho sobre San Agustín, poco más adelante), pero la universalización es pensada más adelante por los estoicos.

Para los estóicos es importante el término apatía, no en el sentido peyorativo de inacción en que nosotros actualmente usamos, sino, precisamente, de la acción propia y libre. Apatía proviene del griego (pathos), lo que uno experimenta, siente, es un suceso, castigo, sufrimiento o desgracia, en el sentido de destino, mandado por los hados o por los dioses, la fatalidad7; más exactamente es lo que se padece, no tanto en sentido de sufrimiento, sino de soportar lo que nos causa pasión por sujetos pasivos. Los dioses tienen decidido nuestro destino de antemano y como Edipo Rey, no podemos rehusarlo. Pero, la filosofía estoica es una filosofía de

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crisis, y precisamente lo que estaba en crisis era la religión antigua. Los estoicos se liberan del pathos con su apatía.8 Son dueños de su propio destino, son hombres que se pasan a la acción y su...

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