Filomeno Medina

AutorAndrés Henestrosa
Páginas658-660
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ANDRÉS HEN ESTROS A
tado que guardaba la salud de nuestro enviado en esos días, le obligó a hacer
dimisión del encargo. Nombrado yo en su lugar, partí de la capital el día 1o.
de mayo y llegué a Roma el 24 de junio. El día siguiente pedí una audiencia
al Cardenal Secretario de Estado del Santo Padre y el día 27 tuvimos nuestra
primera conferencia. Después de dos horas y media de cargos, explicaciones,
réplicas y contrarréplicas, salí del Quirinal creyendo que todo estaba perdi-
do; porque hallé el terreno horriblemente preparado en nuestra contra. L a
conclusión por entonces fue: que su Emcia. daría cuenta al Santo Padre, que
se hallaba en Bolonia, de mi llegada y del objeto de mi misión; y que en otra
conferencia me comunicaría el resultado.
Después se relatan diversas peripecias, las diferencias que existían para
el arreglo, entre las que figuraban, con mayor fuerza, la relativa a que se de-
volviera al clero su capacidad política, al igual que su capacidad para adquirir.
Al final, sin arreglo posible, y ya en plena lucha, advertimos la capacidad de
sacrificio de aquellos mexicanos que de un modo denodado lucharon por la
formación independiente, republicana y liberal de México.
27 de septiembre de 1959
Filomeno Medina
La literatura satírica del siglo XIX es poco conocida, no obstante las historias
literarias que andan por ahí, y es que para conocerla se requiere una investi-
gación en las revistas y periódicos de la época. También en los folletos cuya
adquisición es casi imposible en nuestros días. Sin embargo, de tarde en tarde
pasan por nuestras manos algunos de esos folletos. Quiero hacer un recuerdo
emocionado de un opúsculo, que pronto será dado a conocer en la colección
“El siglo XIXque dirige Daniel Moreno. Se trata de la Aparici ón milagrosa
del apóstol Santiago, cuyo autor es uno de los más eminentes periodistas de
la pasada centuria: Filemeno Medina, colimense de origen y uno de los más
implacables críticos de las fuerzas regresivas. Filomeno Medina, a través de su
periódico El Perico combatió en su provincia a favor de los principales liberales
de un modo tesonero, hasta su muerte, la que fue sentida por todo el periodis-
mo nacional de aquellas fechas, según se puede ver por las crónicas, lo mismo
de voceros de la ciudad de México, de Guadalajara, Veracruz, Morelia, etc.

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