El fiasco del presidente de Francia

AutorXavier Olea
Páginas16-17

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Convertida en igura pública a pesar de haber sido acusada por secuestro en nuestro país, Florence Cassez fue recibida por el presidente François Hollande en el Palacio del Elíseo. Independientemente de las violaciones al debido proceso, que en última instancia ocasionaron su liberación, buena parte de la sociedad mexicana se siente ultrajada por la decisión de nuestro Máximo Tribunal y por la desfachatez con la que se ha conducido la "heroína" francesa.

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A los juristas de México nos aterra que el presidente de la República francesa, el izquierdista François Hollande, se haya atrevido a recibir en el Palacio del Elíseo a Florence Cassez, acusada de secuestro y condenada a 60 años de prisión por diversos tribunales federales.

El presidente de Francia, en un acto precipitado, honró sin medida a Florence, sin estudiar a fondo su caso, sin consultar a sus asesores en la mate-ria y sin pedir la asesoría de la afamada y centenaria Ordre des Avocats à la Cour de París, que con gusto lo hubiera orientado sobre los efectos de la resolución que, en un acto de oportunismo político, que no jurídico, se atrevió a resolver la ministra Olga Sánchez Cordero, hija de mi querido maestro don Jorge Sánchez Cordero (q.e.p.d.), quien pudo haberle enseñado las sutilezas de un testimonio notarial, pero jamás la debida y estricta aplicación de la ley mediante el juicio de amparo.

François Hollande, en acciones que mancillan a las instituciones que representa, se atrevió -malgré tout- a recibir a la señora Cassez como si se tratara de una lamante Juana de Arco y envió a su ministro de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, a recogerla en el aeropuerto Charles de Gaulle de París, al pie de la escalera del avión de Air France que la transportó con su familia a su país de origen.

Sin embargo, el asunto no quedó en esta acción sin precedentes, sino que la "francesita" fue recibida a las puertas del Palacio del Elíseo por la esposa del presidente galo, la señora Valérie Trierweiler, quien mensualmente le mandaba a la procesada por secuestro chocolates y libros para hacerle más llevadero el cumplimiento de la sentencia a la que había sido debidamente condenada.

Desde luego, la heroína de marras no desperdició la ocasión para declarar con inusitada desfachatez que la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación devenía en su indiscutible presunción de inocencia, lo cual resulta una auténtica falacia.

La malhadada resolución de un amparo directo...

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