¿Ha favorecido la democracia a las mujeres políticas?

AutorRoderic Ai Camp
Páginas118-142
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IV. ¿HA FAVORECIDO LA DEMOCRACIA
A LAS MUJERES POLÍTICAS?
LA INTRODUCCIÓN de un modelo democrático ofrece numerosos vehículos a tra-
vés de los cuales se ha podido observar un cambio en la dirigencia política.
En 1998 sostuve que durante el periodo de transición era probable que las
mujeres se bene ciaran de una apertura electoral, porque las políticas, típica-
mente y en mayores números que los hombres, han tenido experiencias tem-
pranas como dirigentes de partido y como activistas en organizaciones no
gubernamentales (ONG) y en sindicatos a nivel local. Sugerí que la competen-
cia electoral democrática favorecería a quienes tuvieran dichos anteceden-
tes.1 Un estudio comparativo reciente demuestra que las mujeres que fueron
leales a su partido y que participaron de modo sobresaliente en él más proba-
blemente serían elegidas a un cargo legislativo nacional.2 Un punto de vista
opuesto, que sólo enfoca las organizaciones civiles, ha sido planteado por
María Luisa Tarrés, quien sugiere que si la democracia llega a quedar  rme-
mente arraigada en México, el prestigio de las ONG se reducirá así como su
importancia política. Básicamente, lo cree porque esas organizaciones han
creado otros canales para expresar las demandas, aparte de las instituciones
ofrecidas por el modelo predemocrático. Una vez lograda la democracia, fun-
ciones que antes cumplían las organizaciones civiles serán remplazadas por
los tradicionales canales institucionales incorporados al modelo democrático.3
En el periodo predemocrático, el papel de las mujeres en la política na-
cional surgió lentamente.4 Debe recordarse que a las mujeres no se les per-
1 Roderic Ai Camp, “Women and Men, Men and Women: Gender Patterns in Mexican Poli-
tics”, en Victoria Rodríguez (ed.), Women’s Participation in Mexican Political Life, Westview
Press, Boulder, Colo., 1998, pp. 167-78.
2 Véase María Escobar-Lemmon y Michelle M. Taylor-Robinson, “How Do Candidate Re-
cruit ment and Selection Processes Affect the Representation of Women?”, en Peter M. Siavelis y
Scott Morgenstern (eds.), Pathways to Power: Political Recruitment and Candidate Selection in
Latin America, Pennsylvania State University Press, University Park, 2008, pp. 347,367.
3 María Luisa Tarrés, “The Role of Women’s Nongovernmental Organizations in Mexican
Public Life”, en Victoria Rodríguez (ed.), Women Participation in Mexican Political Life, West-
view Press, Boulder, Colo., 1998, pp. 193-203.
4 Para estos desarrollos tempranos, véase Carmen Ramos Escandón, “Women and Power in
México: The Forgotten Heritage, 1880-1954”, en Victoria Rodríguez (ed.), Women’s Participation
in Mexican Political Life, Westview Press, Boulder, Colo., 1998, pp. 87-102, y Jocelyn Olcott, Re-
volutionary Women in Postrevolutionary Mexico, Duke University Press, Durham, N. C., 2005.
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mitía votar en las elecciones nacionales hasta la presidencia de Adolfo Ruiz
Cortines (1952-1958).5 Los más altos funcionarios del Partido Revoluciona-
rio Institucional (PRI) de esta época me han explicado en diversas entrevistas
que el auténtico sufragio femenino fue aplazado intencionalmente pues se
creía que las mujeres estaban menos informadas que los hombres, que, da-
das sus importantes raíces católicas, estaban a favor de las enseñanzas cató-
licas y que era probable que apoyaran al Partido Acción Nacional (PAN).6
Los valores sociales relacionados con el papel de cada género también
han contribuido mucho, sin duda, a que las mujeres eligieran carreras polí-
ticas. En unos de los primeros estudios citados por Rogelio Díaz Guerrero
en su obra ya clásica sobre psicología mexicana, 91% de los varones resi-
dentes en la Ciudad de México en 1952 dieron una respuesta claramente
positiva a la pregunta: ¿Cree usted que el lugar de la mujer está en el hogar?
Sólo uno por ciento menos de las mujeres dio la misma respuesta.7 Cuando
recibieron la primera oportunidad de votar en las elecciones presidenciales
en 1958, sólo 48% de las mujeres (en comparación con 82% de los hombres)
indicaron que lo habían hecho.8 Es importante tener en cuenta estas creen-
cias al explorar las explicaciones de la expansión cronológica de las mujeres
políticas.
Los datos presentados en el cuadro IV.1 sugieren varias tendencias im-
portantes acerca de las mujeres políticas mexicanas. En primer lugar, no lo-
graron tener realmente una presencia en la vida política hasta la generación
de la década de los veinte, bien representada por primera vez durante la pre-
sidencia de Echeverría (1970-1976). La aparición de mujeres políticas du-
rante esta generación también puede explicarse, en parte, por los cambios al
sufragio instituidos por los presidentes Miguel Alemán y Ruiz Cortines cuan-
do esas mujeres llegaban a los 20 y a los 30 años de edad. En segundo lugar,
5 María Emilia Farías, “La participación de la mujer en la política”, en México 75 años de re-
volución. Desarrollo social, FCE, México, 1960, pp. 693-816, y Ward Morton, Women Suffrage in
México, University of Florida Press, Gainesville, 1962. Con Miguel Alemán se promulgó la ley
que permitía votar a las mujeres y participar plenamente como candidatas en las elecciones
municipales.
6 Entrevista personal con Agustín Salvat Rodríguez, 23 de junio de 1975. Salvat Rodríguez
organizó grupos juveniles durante la campaña presidencial de Manuel Ávila Camacho (1940),
fue el representante de Adolfo Ruiz Cortines en el Distrito Federal durante su carrera presiden-
cial, 1952, y sirvió como tesorero del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, de 1952 a 1964.
7 Rogelio Díaz Guerrero, Psychology of the Mexican, University of Texas Press, Austin, 1975,
p. 67. En 1965, también en la Ciudad de México, efectuó un análisis en tres preparatorias, para
varones, mixtas y exclusivamente femeninas. El 84% respondió de manera similar en las escue-
las de varones, 87 y 90% de hombres y mujeres respondieron positivamente en la preparatoria
mixta, y 74% estuvo de acuerdo con esa a rmación en la escuela femenina (163).
8 William J. Blough, “Political Attitudes of Mexican Women”, Latin American Society and Po-
litics 14, núm. 2 (mayo de 1972), p. 206.

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