Fanny Chambers Gooch

AutorAndrés Henestrosa
Páginas640-641
640
ANDRÉS HEN ESTROS A
Un día cualquiera se fue de México, otra vez huyendo de sí mismo. Ape-
nas llegado a Francia le sobrevino la locura final, y murió en un manicomio
después de muchos años de agonía.
28 de junio de 1959
Fanny Chambers Gooch
En la nómina de los libros que tratan de México, escritos por extranjeros, ocu-
pa un lugar preeminente aquel que en 1888 se publicó en Nueva York, bajo el
título de Face to face with mexicans por Fanny Chambers Gooch, una dama nor-
teamericana que allá por el año de 1870, llegó a México y estuvo en contacto
con nuestro pueblo durante algunos años. L a obra es poco conocida y yo he
sugerido alguna vez a los editores mexicanos la conveniencia de publicarla, así
fuera en una selección de sus páginas mejor logradas, para que llegando a un
número más alto de lectores pudiera cumplir el destino que los escritores se-
ñalan a sus libros: instruir y deleitar. Para dar una idea de esta obra baste decir
que si no tiene las cualidades del libro de la Marquesa Calderón de la Barca,
justo y apasionado, burlón y serio, pero siempre interesante, sí puede resistir
que se ponga frente por frente. Quiero decir con esto que La vi da en México
está escrito desde el ámbito de la literatura: oficio literario, malicia, cuidadosa
selección de los temas, y un don especial para encontrarle a las situaciones la
hendedura por donde penetrar su corteza y dar en la sustancia, única manera
posible de entender a los pueblos remotos y huraños como el nuestro. Era
la señora Calderón de la Barca la cabal viajera de pico y pala que Federico
Nietzsche quería para evitar esos libros que se quedan en la mera epidermis,
incapaces de penetrar la pulpa, y que más sirven para nublar nuestra imagen
que para iluminarla.
Fanny Chambers Gooch no tenía la sagacidad de la Marquesa, pero sentía
por México una simpatía que la impulsaba a entenderlo, y por ende, a amar-
lo. Un hecho cualquiera de nuestra vida era para su afán de comprensión un
punto de partida, válido para organizar una reflexión a ratos luminosa, a veces
opaca, pero siempre teñida de fervor, persuadida del afán de dar en el blanco,
en el cogollo de nuestra realidad más entrañable. A lo largo de cerca de 600
páginas, aquella discreta viajera deja un testimonio vívido acerca de nuestra

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