Falsa oposición: cinco enigmas para el interprete.

AutorSeoane, José

[False Opposition: Five Enigmas for the Interpreter]

I

Un texto filosófico puede interpretarse o desarrollarse. Interpretar un texto filosófico supone descifrar su significado, identificar sus tesis y aislar sus argumentos. En cambio, desarrollar un texto filosófico consiste en seleccionar ciertas ideas fundamentales, consideradas valiosas aunque necesitadas o susceptibles de afinamiento, y formularlas mejor. El objetivo fundamental de una interpretación es lograr la máxima fidelidad al original; la aspiración principal de un desarrollo es proveer mayor precisión y fecundidad a aquellas ideas esenciales. Lógica viva, quizá la obra filosófica más importante de Carlos Vaz Ferreira, ha merecido diversas interpretaciones y al menos un desarrollo explícitamente defendido como tal. (1) En particular, esta afirmación se aplica a uno de sus capítulos más discutidos, a saber, el que aborda la falsa oposición. El presente artículo pretende revisar cinco enigmas que una interpretación de ese capítulo debiera resolver y, respecto de los cuales, difícilmente pueda evitar expedirse un desarrollo; asimismo, apelando a un modelo de análisis argumental (de inspiración vazferreiriano), se procurará evidenciar ciertas formas de interacción virtuosa entre interpretación y desarrollo, en este caso paralogístico concreto, y sugerir su interés más general. En particular, surge naturalmente de tal panorama el contraste entre el enfoque original de Vaz Ferreira y el tratamiento tradicional de las falacias.

La estructura del texto es, en grandes trazos, la siguiente. La sección II explora cómo entender, desde el punto de vista lógico, el concepto de oposición en este contexto. La sección III se plantea identificar el papel de la ejemplificación en el estudio del paralogismo. La sección IV se concentra en la mejor inteligencia de la dimensión no literal y su interacción con la dimensión literal en el análisis de la expresión paralogística. La sección V procura determinar cuál es "el mal razonamiento" o el argumento que constituye la falsa oposición. La sección VI aborda la cuestión de cómo se manifiesta, en este contexto, la tradicional dualidad de las falacias. Cada una de las secciones anteriores plantea un enigma interpretativo y ofrece alternativas. La sección VII muestra cómo el modelo M exige ciertas opciones interpretativas de los enigmas planteados y se apoya en ellas y, al verse desafiado por tales enigmas, alienta algunas líneas de desarrollo y/o interpretación posibles. La última sección se ocupa de contrastar estructuralmente el punto de vista vazferreirriano y el punto de vista tradicional en relación con el esfuerzo por comprender la falacia.

II

Desempolvemos una antigua pieza lógica. (2) Las proposiciones se clasificaban desde el punto de vista tradicional, es decir, en la etapa previa a la matematización de la disciplina, en cuatro tipos:

Universal afirmativo: Todo S es P.

Universal negativo: Ningún S es P.

Particular afirmativo: Algún S es P.

Particular negativo: Algún S no es P.

Cada tipo se representaba, respectivamente, con las siguientes letras mayúsculas: A, E, I, O. Una forma tradicional de discernir ciertas relaciones lógicas entre ellos--a veces denominadas "inferencias inmediatas"--se puede mostrar con el "cuadrado de oposición", (3) el cual puede lucir así:

[expresión matemática irreproducible]

Los tipos conectados por las líneas diagonales son "contradictorios". ¿Cómo se caracterizan estas relaciones?

--La relación de "contrarios" supone la posibilidad de inferir de la verdad de uno la falsedad del otro (pero no permite inferencia alguna a partir de la falsedad).

--La relación de "subcontrarios" permite la inferencia de la verdad de uno a partir de la falsedad del otro (pero no permite deducción alguna a partir de la verdad).

--La relación de "subalternos" permite inferir, de la verdad de los universales, la verdad de los particulares (pero no habilita deducción alguna a partir de la falsedad).

--La relación de "contradicción" posibilita, a partir de la verdad de uno, inferir la falsedad del otro, y de la falsedad de uno, la verdad del otro.

En algún viejo manual de lógica, puede leerse además la siguiente clasificación: por un lado, las relaciones de subalternación (es decir, las de A-I y E-O) y, por otro, las relaciones de oposición (es decir, las tres restantes: contrarios, subcontrarios, contradictorios). (4)

En general, es muy razonable suponer que Vaz tuviera presente este elenco de relaciones en su reflexión metaargumental. Seguramente no aplica en su análisis de los paralogismos, en un sentido estricto, la clasificación anterior de las proposiciones, pero sí, en forma general, las relaciones lógicas que se estudian en el cuadrado. Como el lector quizá ya advirtió, hay aspectos sutiles involucrados. Quisiéramos centrar la atención exclusivamente en el siguiente enigma interpretativo: ¿cuál es la relación lógica que Vaz llama "oposición"?

El filósofo introduce el estudio de este paralogismo de la siguiente manera: "Una de las mayores adquisiciones del pensamiento se realizaría cuando los hombres comprendieran--no sólo comprendieran sino sintieran--que una gran parte de las teorías, opiniones, observaciones, etcétera, que se tratan como opuestas, no lo son" (Lógica viva, p. 39). Hasta aquí podría aceptarse tal vez la alternativa de considerar "oposición" en el sentido general referido, es decir, como si se comprendieran aquellas tres relaciones retratadas en el cuadrado de oposición: contrarios, subcontrarios, contradictorios. Pero de inmediato agrega:

Es una de las falacias más comunes, y por la cual se gasta en pura pérdida la mayor parte del trabajo pensante de la humanidad, la que consiste en tomar por contradictorio lo que no es contradictorio, en crear falsos dilemas, falsas oposiciones. Dentro de esa falacia, la muy común que consiste en tomar lo complementario por contradictorio no es más que un caso particular de ella, pero un caso prácticamente muy importante. (Lógica viva, p. 39)

Parece resolverse la cuestión: oposición es contradicción. De hecho, no es éste el único pasaje donde Vaz emplea "oposición" como sinónimo de "contradicción". He aquí un pasaje contundente: "Hay pues falsa oposición: lo no contradictorio tomado por contradictorio" (Lógica viva, p. 41). Y, más adelante: "En realidad, deben ser dos procedimientos complementarios y auxiliares, pero se ha tomado lo complementario por contradictorio" (Lógica viva, p. 43). Y una última cita: "La contradicción (falsa) que subconscientemente ha sentido entre otras causas o razones de felicidad y la lectura de libros ha falseado su pensamiento y lo ha hecho afirmar que la influencia de la lectura de libros es nula" (Lógica viva, p. 46).

A estas alturas parecería que se debería considerar descifrado el enigma: Vaz no toma "oposición" en un sentido amplio, sino particular; "oposición" es "contradicción". Dicho en forma esquemática: A es opuesto a B si y sólo si A es contradictorio a B (donde A y B son variables de enunciados). Sin embargo, cuando se observa el tratamiento de los diversos casos y se procura explicitar la trama inferencial más o menos velada inducida por la oposición, el filósofo insiste (con variantes menores) en una formulación que podría esquematizarse así:

Si A entonces no B y si B entonces no A.

Sin embargo, esta formulación posee cierta imprecisión en relación con lo que quiere expresar Vaz. ¿Quiere caracterizar la relación de oposición o describir algo así como, si se me permite la metáfora, dos "tránsitos" o dos "recorridos inferenciales"? Resulta evidente que no advierte o no le interesa algo que hoy cualquier estudiante de lógica proposicional podría reconocer: alcanza con establecer uno de los condicionales (pues el otro es su contraposición). Esta idea se retomará más adelante. Por ahora, baste señalar algo que sí es difícil admitir que no registrara Vaz: la relación lógica establecida por esa condición es más débil que la contradicción (es decir, es implicada por ésta). Excluye la verdad de ambos, pero no la falsedad de ambos; es, precisamente, la relación de contrarios. Veamos dos pasajes ejemplares. Cuando discute el primer caso retrata la oposición falsa de la siguiente forma:

[S]i la unión de los pueblos es formada por la comunidad de la lengua, de la religión y de las tradiciones, no será formada por los ideales de progreso, libertad, etcétera, y si es formada por los ideales de progreso y de libertad, como afirma el autor, entonces no será formada por la comunidad de la lengua, de la religión y de las tradiciones, como si hubiera oposición. (Lógica viva, pp. 39-40)

Cuando el filósofo analiza el segundo caso, identifica la oposición falsa así: "si fueron los primeros, no fueron los segundos; si fueron los segundos, no fueron los primeros" (Lógica viva, p. 40).

En tal sentido, podría pensarse que "oposición" se entiende exclusivamente en términos de contrariedad. ¿Importa a cuál de las relaciones lógicas se refiere? Hay al menos dos razones claras que respaldan una respuesta positiva. Si se quiere aislar la estructura lógica de las argumentaciones analizadas, en cuanto correlato lo más fiel posible a la realidad psicológica relevante, no resulta indiferente si se entiende que se tratan de contradictorios o contrarios. Además, los "recorridos inferenciales" admisibles varían si se opta por una u otra alternativa, afectando así la extensión del concepto "falsa oposición". ¿No es este conflicto entre lecturas alternativas apenas una posibilidad imaginada? No. Véase, por ejemplo, el modo disímil en que se representa el primer caso de falsa oposición que ofrece Vaz en Lógica viva, en algunos trabajos: Seoane 2003, Seoane 2015 y Piacenza 2011. En los dos primeros, la oposición se entiende como contradicción; en el tercero, los opuestos aparecen como contrarios. (5) En un análisis reciente de la perspectiva de Nelson sobre las falacias en filosofía, se evocan estos esfuerzos de Vaz Ferreira y la...

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