Factores y perfil de las reformas

AutorSergio García Ramírez
Páginas53-56

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Las reformas constitucionales obedecen a diversos factores o surgen a partir de varias fuentes. Las ha habido oriundas de la presión sobre el sistema constitucional ejercida por hechos emergentes que reclaman atención: la nueva delincuencia -sobre todo en la modalidad de crimen organizado, cuyo mascarón de proa ha sido el narcotráico, al que hoy se agregan otras

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conductas de lesión y peligro graves-,1el debilitamiento de los controles sociales y de los jurídicos no punitivos, el desconcierto, rebasamiento o ineicacia de instituciones de prevención y justicia penal, la impunidad,2la corrupción,3la exasperación e incluso desesperación de amplios sectores de la sociedad que plantean al legislador, no siempre preparado para manejar este asedio, fórmulas punitivas de extrema dureza.41

Todo esto milita contra el Estado de Derecho, especialmente erosionado si campean la impunidad y la corrupción -particularmente lesiva cuando opera en instituciones vinculadas con la seguridad pública y la justicia penal-,5lo que ha llevado a considerar que en nuestro país "no existe un cabal Estado de Derecho".6Algunos analistas que aluden a esos factores de erosión de las instituciones y la seguridad destacan el incremento de aquéllos en etapas que se suponían "depuradoras" de antiguos males hondamente arraigados.7En el mismo ámbito de consideraciones se inscribe un tema difícil para este medio: la "cultura de la legalidad",8que más bien podríamos mencionar como "incultura de

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la...", o bien, "cultura de la ilegalidad". Ésta se observa, en una de sus manifestaciones más lagrantes, en la "toma de justicia por propia mano"9o en la clara preferencia por negociar soluciones "adecuadas" por medios desviados, mejor que recurrir a los cauces legales.10Entre los factores de presión sobre el sistema penal, tanto en su proyección legislativa como en su materialización, cuentan igualmente la renovada composición política, social y económica de la nación, que incorpora nuevos actores en el poder público; los avatares del federalismo,11la mundialización del crimen y de las respuestas nacionales e inter-nacionales, que han generado lo que algunos tratadistas denominan Derecho penal inter-nacional (un orden jurídico de colaboración, en contraste con el internacional penal, que contiene tipos y sanciones de alcance pretendidamente universal).12Si el crimen trasciende fronteras, como se anunció hace mucho tiempo13, también las trasciende -holgadamente- la cooperación internacional para enfrentarlo.14Si recapitulamos sobre los factores inmediatos de una reforma,15los arietes que la desencadenan en el Congreso y la consolidan en el texto constitucional, habrá que distinguir una serie de datos promotores o favorecedores, en determinadas circunstancias: la evolución natural de las iguras jurídicas, que propiciaría una reforma "isiológica" natural; las crisis, en ocasiones profundas, que reclaman respuestas prontas y en ocasiones espectaculares -en el amplio sentido de la palabra-; la moda; el simple reformismo; la expectativa real de cambio y progreso; la necesidad de tender elementos de distracción o cortinas de humo ante las miradas inquietas o recriminadoras de la sociedad, a la que se "alivia" con reformas penales -que forman parte de "la justicia

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como espectáculo"- de la atención y solución a problemas que reclaman respuesta en otros ámbitos del quehacer público.16Por supuesto, las reformas navegan en aguas inciertas, sobre todo cuando no responden a necesidades reales o lo hacen errónea o desproporcionadamente. Es obvio que la realidad no se transforma a partir de una reforma constitucional. Si ésta fracasa en el alcance de ciertos objetivos o determinadas promesas, será necesario, y así ha ocurrido recientemente, emprender otra reforma, mejor o peor que la precedente, en un desesperado esfuerzo por aliviar el mal que perdura o se agrava.

Las reformas pueden ser analizadas conforme a su peril o a su orientación genuina. En este sentido, y por lo que toca al régimen penal, las hay progresistas, consecuentes con el modelo apetecible en una sociedad demo-crática: pasos adelante; las hay regresivas, que hieren los derechos humanos, ignorantes de que éstos no pueden sucumbir por sufragio popular -que desemboca en la tiranía de la mayoría-, y ni siquiera por decisión del poderoso Constituyente...

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