Ezequiel Montes

AutorAndrés Henestrosa
Páginas657-658
Ezequiel Montes
La generación mexicana que hace cien años luchó por el progreso de nuestro
país, por la superación de una economía feudal y la transformación en una na-
ción moderna, tiene características que la hacen digna de estudio. Lo mismo
en los artículos publicados, en la correspondencia inédita, en los folletos llenos
de pasión de aquellos días, en la tribuna parlamentaria, exhibió su extraordi-
naria capacidad de lucha, su afán por no cejar un momento en el combate.
Muchos de aquellos hombres son totalmente desconocidos de los mexicanos
del presente, y apenas si una calle, cuyo origen se ignora, recuerda el nombre
de aquellos paladines. Uno de los más ilustres es don Ezequiel Montes, cató-
lico acendrado pero patriota inmaculado, a quien le tocó realizar las gestiones
diplomáticas ante la Santa Sede, con el objeto de abreviar la lucha, con el pro-
pósito de atenuar los efectos terriblemente disociadores de la nacionalidad.
Existe una carta interesante, reproducida en el Epistolari o de Benito
Juárez, pág inas 8 0-82 (Selección y prólogo de Jorge L. Tamayo), en la que
don Ezequiel expone la situación de su estancia en Roma, y de las gestiones
realizadas. Está fechada en A ix L es Bains, Francia, el 18 de junio de 1858,
es decir, el mismo año de la asonada de Tacubaya. En ella le expresa el señor
Montes, al Presidente Juárez, su deseo vivo y sincero de que se realicen las
previsiones del segundo, referentes a un triunfo completo sobre el servi-
lismo. Espera que la c arta le alcance en la Capital de la República, pero ya
el Patricio había recorrido el Bajío, Jalisco, Colima, y tomado el rumbo de
Panamá para recalar en Veracruz. De esta epístola tomamos las siguientes
líneas:
“En 19 de octubre de 1856, se celebró en Palacio una junta compuesta
del Excmo. Señor Presidente de la República, de los Ministros de Relaciones,
Justicia y Hacienda, y de nuestro enviado a Roma, D. Pedro Escudero, con el
objeto de resolver sobre su marcha al punto de su destino. La junta comenzó
a las nueve de la mañana, y concluyó a las tres de la tarde con la resolución
de que el Sr. Escudero partiera sin demora para la corte de Roma. Al otro día
estalló la segunda rebelión de Puebla, y los recursos que debieron servir para
el envío del Ministro se emplearon en procurar el restablecimiento de la paz.
Apenas concluía el segundo sitio de Puebla, cuando una división de lo más
granado del ejército se rebelaba en San Luis Potosí: vencida esa rebelión en
febrero, se excitó al Sr. Escudero para que se encaminara a Roma, pero el es-
AÑO 1959
ALACE NA DE MINUCI AS 657

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