Evaluación de la Frontera

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AutorMauricio Palacio
CargoMaster en Ciencias Económicas. Universidad Nacional de Colombia
Páginas1-20

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Centro de Justicia y Fe (Centre justice et foi )3

Ponencia presentada dentro de la Mesa de Trabajo: Globalización y Migración1 2

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Evaluación de las fronteras geopolíticas

Primero que todo quisiera agradecer el permitirme participar en este encuentro. Para el Sector Convivir, del CJF (Centro de Justicia y de Fe) en Montreal, el tema de las fronteras geopolíticas de países es de suma importancia en el momento actual debido a su fuerte impacto en la vida de millones de seres humanos, más, particularmente, de aquéllos a quienes las oportunidades les son limitadas debido a su lugar de nacimiento.

La frontera de un Estado-nación es el lugar físico que define la vida millones de personas, es también el lugar imaginario hacia el cual convergen sueños, esperanzas temores y frustraciones. La frontera es cada vez más importante en relación a la manera en la cual las sociedades modernas se definen e interactúan. La frontera afecta no solamente a las personas sino también al tejido social.

Pueblo, individuo, estado, nación

La noción de pueblo, como elemento capaz de identificarse como unidad de poder, es más bien reciente (algunos autores hablan de después de la Revolución Francesa). De la misma manera, el hecho de convivir uno o varios pueblos dentro de un mismo espacio físico delimitado es también nuevo. Hay que, por consiguiente, regresar al origen del estado y de la nación como formas de unidad política de poder, independientes y reconocidas como tales, incluso antes de su coincidencia dentro de la figura del Estado-Nación.

Antes de la Revolución Francesa, los pueblos no eran reconocidos como depositarios del poder. En ese tiempo, al individuo no se le reconocía tampoco comoPage 3 depositario del poder, ni como un elemento capaz de formar una unidad de poder a través de su unión con otros individuos. Así, éste estaba concentrado en las manos del rey y de su corte. Solamente, después del siglo de las luces es que el individuo adquiere importancia dentro de la definición de este concepto.

La espacialidad de la gobernabilidad toma también importancia alrededor de los años 1600. Después de las guerras cristianas de comienzo del siglo XVII en Europa, la delimitación física del poder de un rey aún no era formalmente definida. En aquella época, no existía la idea de respeto de otros reinos, ni el reconocimiento formal de la igualdad entre ellos. En esos sistemas de gobierno monárquico, a pesar que la autoridad de un rey, no era reconocida la territorialidad de su mando, no había validación de su poder dentro de un dominio físico específico el cual hiciera parte de un «sistema de reinos», equivalente en legitimidad y en derechos al sistema internacional actual. Desde el acuerdo de Westfalia, la territorialidad de un Estado es formalmente reconocida por otros estados. Es aquí, por tanto, que se habla de la « territorialidad de la esfera pública » (Albert et al, 2001, p.34).

Se entiende como nación a un pueblo, es decir un grupo humano que tiene una identidad, una cultura y una historia comunes. De igual manera, se entiende por Estado-nación la unidad geopolítica que posee una superficie geográfica específica y que está reconocida como tal por otros estados dentro de un sistema internacional. Actualmente, se encuentran estados-nación que reagrupan diferentes países. Colombia es un buen ejemplo, pues reagrupa naciones indígenas, naciones provenientes del mestizaje4, naciones agrupadas dentro de las comunidades negras,Page 4 etc. De la misma manera, hay también naciones que están presentes en varios estados, tal es el caso de la nación Kurda.

La frontera y el sistema westfaliano

Muchos politólogos admiten que el sistema internacional actual de países comenzó con el acuerdo de Westfalia de 16485. Dicho tratado fue firmado por Francia, España, y los principados que forman lo que hoy se conoce como Alemania y Suecia. Se establecieron, por tanto, el derecho del «Estado de ejercer sus funciones dentro de su propio territorio, excluyendo los otros Estados» (Gerald B. en Nico y Townsend-Gault, 2005, p.20). Igualmente, es después de Westfalia que un Estado tiene el poder de decidir sobre sus asuntos de manera autónoma. Antiguamente, este poder era formalmente ostentado por la Iglesia Católica.

Por otra parte, la declinación del poder de la Iglesia dio lugar a nuevas formas de validación del poder como la demarcación física de terrenos, es decir «la aparición de la propiedad privada como institución pública» (Albert et al, 2001, p.34). A partir de esta época, el poder toma características bidimensionales, que ayudará más tarde a la creación de la identidad de un grupo humano en relación al territorio físico dentro del cual habita.

Otras formas de organización política, en relación a la idea de Estado, pueden ser observadas en el largo recorrido histórico de la humanidad. La Grecia antigua presentaba ya una estructura con algunas de las características contemporáneas del Estado-nación6. El imperio griego tenía «ciudades-estado», algunas de las cuales tenían ya una forma de organización con algunas características similares a aquellasPage 5 de un Estado-Nación moderno. La idea de gobernabilidad estaba reducida solamente al espacio físico de la ciudad. Plutarco, escritor de la Grecia antigua, hablando de la constitución de Esparta -la cual fue concebida por Licurgo- nos dice: «no era el objetivo de Licurgo el ver su propia ciudad gobernar un gran número de ciudades».

La frontera en relación a los flujos migratorios

La frontera, después de haber definido la identidad colectiva, se vuelve también un instrumento para controlar la libre circulación de personas y productos que la atraviesan. Hechos históricos aparecidos en circunstancias diversas, tanto políticas como económicas, han definido la utilización de la frontera, opera con una doble dinámica. Como exclusas, pueden hacer posible la movilidad de las personas y mercancías así como impedirla.

Durante los siglos XVI y XVII, aun si la idea de frontera asociada a un Estado-nación no existía, algunas personas salían de los reinos de Europa para colonizar América. Esta ola colonizadora se extendió hacia otros continentes (Asia, Oceanía y África) durante los siglos siguientes. Después de la llegada española a América, hubo un interés, por parte de los reinos europeos, en reforzar su presencia en las colonias recientemente conquistadas. No había por tanto un interés particular en retener a las personas al interior de los reinos.

Por otro lado, la emigración fue también considerada como una alternativa para deshacerse de aquellos que eran considerados como «problemas sociales». Así, el exceso de población «hambrienta o sencillamente indeseable, respondía además aPage 6 la necesidad de poblar las nuevas tierras conquistadas (Australia, Canadá): Presidiarios, prostitutas, aventureros, disidentes, huérfanos, tomaban la ruta de los mares, siendo éstos enviados como colonos y administradores» (Withol, 1999, p. 19).

Pero esta situación de apertura no duraría mucho tiempo. Catherine Withol de Wenden en su libro ¿Debemos abrir las fronteras? (Faut-il ouvrir les frontières?), muestra que las fronteras europeas estuvieron cerradas durante los siglos XVIII y XIX.

Ha habido, por razones de orden político, categorías de ciudadanos a quienes se les ha sido impedido el salir de su territorio nacional. Durante la guerra fría, el bloque de Estados que se reconocían como comunistas veían en el emigrar como una afrenta contra el espíritu del comunismo. De igual manera, los países del bloque del occidente tenían, por tanto, una política tendiente a mediar el deseo de partir existente en ciertas categorías de poblaciones del bloque opositor para, entre otras razones, desacreditar el comunismo. Aquéllos que se iban eran presentados...

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