Europa 1921-1934

AutorCarlos Macías
Páginas129-161
11.
EUROPA [1921-1934]
PRESENTACIÓN
La
lista
de
los
corresponsales
del
capítulo
"Europa"
es
tan
amplia
como
lo es el
número
de
asuntos
que
en
ella se tocan. Se
trata
de
21
docu-
mentos
escritos
por
las siguientes personas:
Gilberto
Valenzuela, Emilio
J.
Dillon,
José
Manuel
Puig
Casauranc, Pascual Ortiz Rubio,
Cándido
Aguilar,
Ezequiel
Salcedo,
Bernardo
Gastélum,
Marte
R.
Gómez,
Ezequiel Padilla,
Raymundo
Enríquez
y Gonzalo N. Santos.
Todos
estos
personajes,
con
la
excepción
de
Cándido
Aguilar,
desempeñaban
algu-
na
comisión
oficial o
representaban
al
gobierno
mexicano
en
diversos
países
de
Europa.
Poseen
especial relevancia las
comunicaciones
enviadas
por
el irlan-
dés
Emilio
J.
Dillon,
consejero
del
presidente
Obregón
entre
1921 y
1924,
en
relación
con
el
restablecimiento
de
vínculos
diplomáticos
de
nuestro
país
con
la
Gran
Bretaña. La serie
de
cartas
de
Dillon
nos
ente-
ra
en
detalle
de
las dificultades existentes
para
la
reparación
de
dichas
relaciones,
luego
de
años
de
suspenso
por
la
presunta
afectación
de
propiedades
británicas. Dillon
relata
la
manera
como
las protestas
de
la
señora
Rosalie Evans,
en
el
sentido
de
que
el
gobierno
mexicano
había
intervenido
sus
terrenos
agrícolas
en
Puebla, y la agresiva posición
del
representante
comercial
británico
Cunard
Cummins,
obstaculizaron
una
y
otra
vez la
reanudación
de
los vínculos diplomáticos.
Al
final, el
asesinato
de
la
señora
Evans a
manos
de
una
banda
de
asaltantes, obli-
a
posponer
la
normalización
de
relaciones
hasta
finales
de
1925.
El
capítulo
incluye,
de
la
misma
forma, las
interesantes
apreciaciones
de
tres
embajadores
mexicanos
que
presenciaron
el ascenso
del
fascis-
moa
principios
de
la
década
de
los treinta. Ellos son: Ezequiel Padilla,
Raymundo
Enríquez
y
Gonzalo
N. Santos.
El
primero
transmite,
entre
otras impresiones,
su
admiración
por
haber
podido
asistir al "extraordi-
nario
resurgimiento"
italiano,
expresado
-según
sus
palabras-
en
la
admirable
disciplina social y
en
la sincera
ambición
de
grandeza
nacio-
nal forjada
por
el
"genio
en
Mussolini". Sin
embargo,
Padilla se mani-
fiesta
escéptico
con
respecto
al
futuro
político
de
Italia.
Percibe
a la
gente
por
completo
cautivada
por
el
"accidente
de
carácter
y
del
capricho
de
los
gobiernos
personales"; y
lamenta
la escasa disposición
129
130
LA
DIPLOMACIA
MEXICANA
EN
LA
ÉPOCA POSREVOLUCIONARIA (1921-1936)
de
Mussolini
-el
"formidable
dominador
del
pueblo
y
constructor
material"-,
para
orientar
el espíritu
general
hacia
la
recuperación
de
las libertades y
de
la vida institucional.
No
menos
intensa
pareció
ser
la
experiencia
del
chiapaneco
Enríquez
en
Berlín ( 1933),
donde
pudo
vislumbrar las
tendencias
imperialistas
del
recién
designado
canciller Adolfo Hitler.
El
ministro
de
la
Legación
mexicana
en
Alemania
siguió
de
cerca
algunos
sucesos cruciales
que
a
la
larga
afirmarían
en
el
poder
a los nacional-socialistas;
en
especial,
compartió
la
idea
de
quienes
desde
el
primer
momento
dudaron
de
la
versión oficial acerca
del
incendio
del Reichstag
(parlamento
alemán)
ocurrido
en
1932.
Aquel
"misterioso
incendio"
-reseñaba
el
chiapane-
co-
fue
atribuido
a los
comunistas
y
habría
de
servir
"de
pretexto
para
ejercer
una
persecución
activa
en
contra
de
ellos y
de
los socialdemó-
cratas,
que
[
...
] llegan a
más
de
seis millones."
En
un
país vecino,
desde
la Legación
mexicana
en
Bruselas, el in-
quieto
Gonzalo
N.
Santos nos obsequia,
con
su
peculiar
estilo
anti
so-
lemne,
un
par
de
episodios
dignos
de
mención.
En el
primero
de
ellos
( 1934), el político potosi
no
ironiza a costillas
de
la
aparente
pobre
me-
xicanidad
de
que
hacían
gala
los
miembros
del
cuerpo
diplomático
mexicano
acreditado
en
Europa.
Para ejemplificar
ante
el
general
Ca-
lles ese extravío del espíritu nacional
que
padecían
-según
Santos-
nuestros embajadores, éste
reproducía
el
comentario
que
le
había
diri-
gido
un
diplomático
mexicano
en
París:
"-figúrese
si
estas
gentes
europeas
no
nos verán
con
desprecio
pues
un
tipo
me
dijo
que
en
Mé-
xico ¡se guisaba
con
manteca!-"
En seguida,
observa
Santos,
"otro
di-
plomático
también
mexicano
que
estaba
presente
me
preguntó
[ ... ]
de
qué
se sacaba la
man
teca.
No
le
cuento
a
usted
mis
con
testaciones
por
el
respeto
que
le
tengo
-finalizó-,
pero
dejo
a
usted
la
libertad
de
imaginárselo."
La
otra
experiencia
en
Bruselas
que
Santos
describe
con
agudeza
tuvo
que
ver
con
la
inesperada
proclamación
del rey
Leopoldo
111,
de
32 años, luego
de
que
su antecesor, Alberto
-un
fanático del
monta-
ñismo-,
había
perecido
cuando
escalaba los
peñascos
del
Marche-les-
Dames.
Es
de
imaginarse al
diplomático
potosino,
conmovido,.emocio-
nado,
deambular
entre
las filas
de
ciudadanos,
jefes
de
Estado
y
embajadores
que
asistieron a la
ceremonia
de
despedida
del
llamado
"rey demócrata".
Como
apunta
Santos, la
consternación
europea
por
la
muerte
del rey Alberto
no
era
casual; éste
había
impedido
con
sus ejér-
citos la
toma
dt
París,
durante
la
Primera
Guerra
Mundial.
Por
ello,
con
satisfacción y orgullo chauvinista, el
diplomático
potosino
evocaba en-
tonces
las amables palabras
que
le
había
dirigido
el rey
Alberto
meses
EL;
RO
P.\ [ 19'.!l-J
ln-!
J
Ul
atrás, al
recibir
sus
cartas
credenciales:
"me
dijo
-anotó
Santos-
que
consideraba
a
México
como
una
de
las tres
naciones
más
importantes
de
A.mérica,
después
de
los
Estados
Unidos
y Brasil."

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