Ética en los negocios: Misión para el bien común

AutorRebeca Rodríguez Minor
Páginas42-45
43
CONTADURÍA PÚBLICA JULIO 2014contaduriapublica.org.mx
42
DOSSIER/GESTIÓN HUMANISTA DEL PROFESIONAL DE LA INFORMACIÓN
ÉTICA EN LOS
NEGOCIOS
MISIÓN PARA EL BIEN COMÚN
Podemos hacer una distinción entre aquellos seres humanos que se comportan con
bases fundamentalmente “éticas” y aquellos otros que consideran a la ética como
un factor de conveniencia. Dependiendo de la circunstancia, será el tipo de ética a
aplicar. En este sentido, surge la pregunta: ¿cuáles son aquellos parámetros que
definen el comportamiento humano?
Por Rebeca Rodríguez Minor
La ética se compone de varios f actores que se interrelacionan entre sí. L a razón, por principio,
se basa en el afecto y el espíri tu. El afecto es todo aquello que nos conforma como indivi-
duos, con base en los valores y la pasión que hemos a dquirido en nuestra exp eriencia de
vida. Por espíritu entendemos to do lo que se refiere a la contemplación y la consciencia, que
ayudan a la conformación de nuestro s valores también.
Para que todas estas bases de la ética puedan
funcionar en balance, es necesario equilibrar las
fuerzas entre la razón y la pasión. Si el individuo
basa su comportamiento ex istencial puramente en
la razón, es posible para él caer en la t iranía, la rigi-
dez o la aplicación específ ica de la ética utilitaria,
en la que, como su nombre lo dice, la alternativa
que produce la mayor suma total de utilidad debe
elegirse como la acción éticamen te apropiada; aun
cuando esta conlleve un sacr ificio o costo social. Se
trata de maximizar la eficiencia a costa de lo que
sea, pues las tomas de decisiones s e centran en el
balance costo-benef icio.
Si el individuo basa su estruc tura de vida o com-
portamiento diario meramente en la pasión, pre-
dominará la impulsividad, el puro disfrute de las
cosas; o lo que es lo mismo, la ética hedonista, en
donde la felicidad se basa en el placer.
El equilibrio ético se logra cuando el individuo es
capaz de combinar equilibradamente la razón con
la pasión; pues la primera ayuda a clarific ar, orde-
nar y disciplinar a la segunda. Cuando la razón y la
pasión encuentran la just a media, es posible para
el individuo alcanzar un autodesarr ollo ordenado,
que lo lleva más allá del comportamiento ético,
hacia la virtud.
Por desgracia, el sistema económico que hoy nos
domina se centra en gran medida en el utilitaris-
mo, pero también en la ética capitalista, misma
que no busca el bien común, sino por el contrario,
justifica y alaba el bene ficio individual. Se trata de
conseguir la mayor acumulación individual, con la
menor inversión y en el menor tiempo posible.
En el sector de los negoc ios, la Contaduría o la Ad-
ministración Financiera, por ejemplo se prestan
en gran medida para llevar a cabo acciones poco
fundamentadas en el equilibrio entre la ra zón y la
pasión. Por lo general, la consciencia merc antil se
basa en la razón. Así, la lógic a dominante de la eco-
nomía de mercado, es la competencia, donde los
niveles de éxito se miden por el poder, la ambición,
la acumulación, las exclusiones, la relación domi-
nante-subordinado y la autodes trucción.
En este mismo patrón de comportamiento, en-
contramos incongruencias y diver sidad de éticas
en un mismo individuo. Por un lado, podemos
aplicar solo la razón para justificar acciones me-
ramente capitalist as en el desempeño profesio-
nal cotidiano –porque el sistema económico a sí lo
permite– y por otro lado, podemo s volver a casa
y practicar la ética “equilibrada” entre la razón y
la pasión con nuestras familias, tratando de in-
culcar un modelo de vida basado en el af ecto, la
espiritualidad y la consciencia. A sí, nos encontra-
mos con estilos de vida donde convenientement e
manejamos éticas diversas y fragmentadas, in-
congruentes entre sí, dependiendo del ambiente
o escenario en el que nos encontremos.
La diversidad de ética s tiene que ver con la diver-
sidad de perspectivas también. El mundo de los
negocios y en particular las empresas, quienes
laboran en ellas y sus clientes, frec uentemente se
afrontan a la siguiente pregunta: ¿quién determina
la moralidad dentro de una corporación: la misma
organización o cada individuo?
En la perspectiva empresarial, con frecuencia se
defiende la idea de que las corporac iones deben
obedecer ciegamente sus reglas internas, que
nada tienen que ver con la moralidad. Así, result a
más sencillo justific ar las acciones empresariales,
basadas en el individualismo y la acumulación
insaciable.
ética
razón
afecto
espíritu
Fuente: elaboración propia con base en Boff (2004).

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