Ética y moral. Cimientos que blindan negocios

AutorOsvaldo Barrios Ibarra
CargoDocente de la Escuela Bancaria y Comercial
Páginas55-56
55+
contaduriapublica.org.mx
Lic. Osval do Barrios Ibarr a
Docente de la E scuela Bancar ia y Comercial
osbimx@yahoo.com.mx
Ética y moral
CIMIENTOS QUE BLINDAN NEGOCIOS
EN UN MUNDO CADA VEZ MÁS COMPLEJO,
COMPETITIVO, LLENO DE OBSTÁCULOS
E INCERTIDUMBRES, CONTAMINADO EN
OCASIONES POR COSTUMBRES Y USOS POCO
TRANSPARENTES, donde muchas de las grandes
decisiones de los negocios son determinadas por
situaciones diferentes a las características, a la
oportunidad y/o a la calidad del bien o servicio; los
valores como la honestidad, lealtad, dignidad, etc.,
¿se podrán negociar? ¿Qué es más importante,
concretar el negocio, crecer en el trabajo, quedar
bien con el cliente o ser fieles a nuestros valores?
¿Hasta dónde puedo dejar de lado mis valores?
Hace poco quedé sorprendido cuan-
do pregunté a varias personas de dife-
rentes círculos cercanos (después, con
el apoyo de unos colegas lejanos), que
mencionaran algunos de los valores que las ri-
gen en su vida diaria, y la sorpresa fue grande.
De 60 consultados, solo 15 respondieron dos o
tres valores, no más. El resto no tiene claro que
es un valor. Los confunden con sentimientos o
acciones. No saben cuáles son y mucho menos
los ponen en práctica.
El otro día rumbo a mi trabajo, en el transporte público,
pensaba sobre la conferencia que debía dar sobre los “va-
lores humanos”; en ese momento reflexionaba sobre es-
tos, la crisis por la cual atravesaban, sus cambios inevi-
tables, los no convenientes, en fin, sobre la idea de los
valores en general, cuando el chofer giró bruscamente,
atravesó calles a gran velocidad e insultó a otro conduc-
tor que había realizado quién sabe qué extraña manio-
bra. Entre tanto, quienes viajábamos, nos vimos inmer-
sos en una especie de confusión que nos sorprendió, lo
cual hizo que uno de los pasajeros gritara al conductor:
“¿Crees que llevas animales?”, a lo que de manera inme-
diata, otro pasajero respondió con ironía y gracia: “Cla-
ro… pero, razonables”.
+56 CONTADURÍA PÚBLICA JULIO2012
Razonables, pensé, efectivamente; sin embargo, re-
flexioné acerca de si, como se sabe, nues tra razón nos
diferencia de las bestias; es decir, nuestra razón nos
hace seres con valores; qué estaba ocurriendo actual-
mente con ellos, cuando nos enfrentamos a una situa-
ción como esta en la que la “incoherencia” está pre-
sente; pues resulta que ese mismo chofer que insultó y
transgredió una norma vehicular, se sentía molesto por
la falta de respeto del otro conductor.
Por otro lado, es sabido que el índice en materia de
corrupción se ha ido incrementando en nuestro país.
Autoridades en materia han informado que cada vez más,
tanto en el sector público como en el privado, se identifi-
can casos donde se otorgan contratos discrecionalmente
a cambio de dinero o de dadivas; trafican con influencias
a todos los niveles; se presentan casos de enriquecimien-
to inexplicable o ilícito; se producen y distribuyen bienes
y servicios fuera de especificación, etcétera .
Ante este panorama, en el que podemos observar cómo
ha cambiado la ética y moral en el mundo de los nego-
cios, es conveniente recordar cuáles son algunos de los
conceptos básicos de aquellos valores que dentro de
nuestra agitada vida se van olvidando, tales como: dig-
nidad, excelencia, lealtad, responsabilidad, transparencia,
integridad, honestidad, compromiso, respeto, empatía,
cortesía, amis tad, compañerismo.
Las siguientes preguntas serían: ¿cuáles de estos valores
los practicamos y tenemos presente en nuestro día a día?
Ya sea como hombres de negocio, como líderes de gran-
des empresas o industrias, como formadores de futuros
talentos, como administradores de grandes o pequeños
capitales, inclusive como padres de familia.
Iniciemos comprendiendo el concepto, la relevancia y
trascendencia de este tema, y su significado; recordando
que son universales, por ello cobran mayor preeminencia.
Son principios que nos permiten orientar nuestro compor-
tamiento en función de realizarnos como personas. Son
creencias fundamentales que nos auxilian a preferir, apre-
ciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comporta-
miento en lugar de otro. También son fuente de satisfac-
ción y plenitud. El término se utiliza para nombrar a las
características morales que son inherentes a un sujeto: la
piedad, la responsabilidad, etcétera.
Estas definiciones permiten acercarnos a la noción de
“valor universal”. Los valores universales están forma-
dos por las normas de comportamiento implícitas que
resultan necesarias para vivir en una sociedad armóni-
ca y pacífica.
Se trata de una idea de difícil definición, ya que un valor
está asociado a la moral y la ética, lo que resulta compli-
cado trasladar a un plano grupal. En otras palabras, todas
las personas tienen ciertos valores que surgen de su in-
terior y que guían su accionar. Como no todos los seres
humanos piensan de la misma forma, los valores de un
individuo pueden diferir de los valores del otro. Los valo-
res universales, en cambio, tienen la particularidad de ser
compartidos a nivel social.
Muchas de las decisiones tomadas en un negocio, ten-
drán de alguna manera repercusiones en la sociedad, ya
sea en los consumidores o en los empleados que trabajan
en la empresa. Por lo tanto, se debe procurar satisfacer
las necesidades de los clientes (tantos externos como in-
ternos); pero, a la vez, se tiene la obligación moral de ve-
lar por su bienestar. Para ello, la ética debe estar presente
en todas las decisiones que se tomen, y que podrían re-
percutir en las demás personas.
Continuando con el análisis del manejo del conflicto que
representa interponer los valores a transacciones, nego-
cios o gestiones no trasparentes, habrá que considerar-
se principalmente que los valores que nos rigen no están
sujetos a una negociación. Esa es la máxima que debe-
mos cuidar y mantener. Una vez que optamos en ce-
der o negociar los valores, como la integridad u hones-
tidad, perdemos en automático nuestra identidad como
personas .
Es decir, a partir de los valores es que aprendemos a dife-
renciar lo que vale de lo que no, lo justo de lo injusto, lo
que es debido frente a lo indebido, y así vamos acercán-
donos a posibles respuestas sobre cuestiones e xistencia-
les. Los valores son los que nos posibilitan distinguir lo
principal de lo secundario. Nos hacen sentir bien con no-
sotros mismos y por consiguiente, con el resto de la so-
ciedad; nos hacen crecer como personas.
Por lo anterior, la conclusión debiera ser que los va-
lores no son negociables y que no podemos dejar
corrompernos; en consecuencia, debemos fomentar
que estos rijan nuestro actuar, tanto en la vida diaria
como en los negocios.
“LOS VALORES NO SON NEGOCIABLES”

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