Estudio introductorio

Páginas7-28
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ESTUDIO INTRODUCTORIO
ALEJANDRO HERRERA
INTRODUCCIÓN
Constitucionalismo y democracia de Elster y Slagstad muestra la diver-
sidad de enfoques existentes en las ciencias sociales ante un fenómeno
clave en la organización política de los países occidentales, sobre todo a
partir de los últimos 20 años y que se reforzó con la caída del muro de
Berlín en 1989:1 la democracia. Esta obra es una compilación amplia y
a la vez ambiciosa tanto por su contenido temático como por los puntos
de vista de los autores. Por ello, el texto es rico en contenido y profun-
do en el análisis de ese fenómeno, sobre todo ahora que “creemos que
la democracia ha vencido y [...] se impone como la forma normal de
organización política, como el aspecto político de una modernidad cuya
forma económica es la economía de mercado y cuya expresión cultural
es la secularización”.2 Además, otra idea va de la mano de la democracia
occidental: el constitucionalismo. Éste ha sido una de las herencias de
la vieja república romana con su sistema de cónsules, Senado y tribunos
del pueblo, pasando por la Constitución británica, que buscaba un equi-
librio del poder, el cual después fue desarrollado por Montesquieu hasta
llegar a John Adams y Thomas Jefferson en los Estados Unidos. En este
sentido, el constitucionalismo se ha visto como el marco jurídico obli-
gado que limita y crea a la vez el poder en sus distintas vertientes, con
un sistema de pesos y contrapesos. Sin embargo, por su influencia en
el mundo occidental, la Constitución de los Estados Unidos es la que
mayor interés genera en el texto de Elster y Slagstad.
Podría señalar sin temor a equivocarme que tanto Elster como
Przeworski son los dos autores más leídos en la academia de nuestro
país que están incluidos en esta obra, sobre todo desde la perspectiva
de la metodología de las ciencias sociales y de la ciencia política, res-
pectivamente. Sin embargo, poco sabemos de la tradición intelectual en
los países escandinavos, en especial en Noruega. Más aún, poco se ha
escrito en torno a los valores fundamentales del liberalismo (libertad,
1 Samuel P. Huntington, La tercera ola. La democratización a finales del siglo XXI, Paidós,
Argentina, 1995.
2 Alain Touraine, ¿Qué es la democracia?, FCE, Uruguay, 1995, p. 15.
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igualdad, propiedad, derechos, entre otros) desde la óptica escandinava
para el mundo americano (en el más amplio sentido de la palabra) radi-
cado en los Estados Unidos. En este sentido, gran parte de los escritos
hacen una referencia directa a los Estados Unidos, tanto de manera
implícita como explícita. Por tanto, este estudio introductorio hace hin-
capié en nuestro vecino país del norte.
Por lo anterior, considero que Constitucionalismo y democracia habrá
de enriquecer el debate académico nacional en los campos de la filosofía
política, las ciencias jurídicas e incluso de los medios impresos, donde
cada día la agenda del gobierno se suma cada vez más a la del interés
general.
I. LOS VALORES Y LA IDEA DE LA DEMOCRACIA: ENTRE DEMOSYKRATOS
Un punto esencial es tratar de definir el concepto de democra-
cia. Ésta parece ser una tarea sencilla si nos remitimos a la etimo-
logía: demos (pueblo) y kratos (gobierno-poder). En este sentido,
democracia=gobierno-poder del pueblo. Sin embargo, la definición eti-
mológica nos dice poco en un mundo donde el pragmatismo domi-
na cada día más las relaciones sociales. Es decir, “si democracia es el
gobierno del pueblo, ¿qué constituye el gobierno y qué es el pueblo?”3 Es
decir, pasamos a la tarea de señalar qué es el pueblo (¿cómo definirlo?,
¿con qué criterio decidimos quiénes forman parte del pueblo?) y cómo
se organiza el gobierno (el poder) en su ámbito funcional-instrumental.
Estas preguntas fundamentales han generado una cantidad conside-
rable de bibliografía. En el terreno de los modelos de democracia sur-
ge la pregunta principal: ¿cómo funcionan las democracias? Podemos
acotar aún más el modelo de democracia cuando sabemos de antemano
que estamos hablando de una democracia liberal.4 Precisamente quiero
referirme, en un primer momento, a los valores que comparten el libe-
ralismo y la democracia, pues a final de cuentas “todos los occidentales
somos hijos del liberalismo”. Sin tratar de ser simplistas y reconociendo
las limitaciones que tiene esta introducción, podemos señalar que las
siguientes características son las más importantes en un sistema liberal:
1. La propiedad: la concepción más compartida por los teóricos del
liberalismo clásico fue aquella que consideraba a la propiedad como
una “ley natural”.5 Más adelante, algunos autores contemporáneos nos
3 Jack Lively, Democracy, Basil Blackwell, Reino Unido, 1990, p. 8.
4 El término democracia liberal es compartido por Huntington y por Lively, op. cit.
5 Dentro de la gran gama de autores podemos citar, como los más representativos de

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