Estatuto provisional del Imperio Mexicano

AutorEsperanza Loera Ochoa
Páginas499-514
499
INTRODUCCIÓN
E
L HECHO de que nuestro país hoy en día sea una República y no una
monarquía son el resultado de una serie de conflictos desarrolla-
dos durante los primeros años del México independiente. La instau-
ración de los imperios de Iturbide y de Maximiliano evidenciaron los
deseos de los conservadores de conformar al país como una monarquía;
y los fusilamientos de los emperadores representaron los deseos de los
liberales de crear una República.
Así pues, analizar el periodo histórico correspondiente al imperio
de Maximiliano es de suma importancia. Por un lado, una vez que éste
termina, México consigue vivir un periodo de relativa estabilidad que
duraría hasta 1910 y que no había sido posible desde el inicio de la
guerra de independencia. Y, por el otro, es la última vez que, en el ám-
bito político, se considera a la monarquía como una forma de gobierno
viable para nuestro país. Dado lo anterior, el presente trabajo tiene
como uno de sus objetivos el explicar por qué el imperio de Maximiliano
fue el último intento de establecer una monarquía en México, incluso
cuando la fragmentación política entre conservadores y liberales con-
tinuó hasta 1876, año en que llegó Porfirio Díaz a la presidencia.
Después de la experiencia con Maximiliano, se demostró que la sangre
real no era garantía del éxito de una monarquía. Es decir, los promo-
tores del Imperio mexicano se percataron de que la instauración del
proyecto monárquico dependía más de la aceptación social y de la
capacidad política de desplazar a la República que de la ascendencia
del emperador designado.
*Doctora en Derecho, profesora de tiempo completo de la División de Estudios Jurídicos del Centro Universitario de Ciencias Socia-
les y Humanidades de la Universidad de Guadalajara.
ESTUDIO CRÍTICO
Estatuto provisional del mperio Mexicano
Esperanza Loera Ochoa*
500 ESPERANZA LOERA OCHOA
ASPECTOS INTERNACIONALES QUE INFLUYERON EN MÉXICO
Iniciaremos estableciendo alguno de los acontecimientos más importantes que se dieron
tanto en Europa como en el continente americano, cambios trascendentales de las grandes
potencias, de 1860 a 1867, los cuales están definitivamente correlacionados con los suce-
sos que marcaron las historia de nuestro país en este periodo histórico.1
Concluyendo la guerra de Crimea hasta 1866, la Francia de Napoleón III fue la potencia
hegemónica en el ámbito europeo. Con la derrota rusa el ala oriental europea quedó debili-
tada y sumida en un proceso de reformas internas.2
Por otra parte, en el ala occidental era indiscutible la primacía de Gran Bretaña desde el
punto de vista económico, porque, sin duda, era el país más industrializado, constituía a su
vez el gran mercado de capitales internacionales con sede en la City londinense, poseía la
mayor armada y la flota comercial más moderna y numerosa. Sin embargo, desde el punto de
vista estratégico inició durante esta década una política internacional llamada a tener una larga
tradición: “el espléndido aislamiento” británico. Palmerston el primer ministro de Gran Bre-
taña (1855-1858 y 1859-1865) lo expresó claramente cuando declaró que su país no tenía
aliados eternos, ni enemigos perpetuos. “Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y es
nuestro deber seguir esos intereses”.3
En Europa, específicamente en Prusia, se empezará a perfilar como gran potencia hege-
mónica hacia 1863 y, claramente en 1866, con la derrota de Austria en la Guerra de las Siete
Semanas. Para el objeto de este artículo hay que tener en cuenta que la situación europea
sufrirá cambios trascendentes de 1862 a 1867. En efecto, son los años de la lucha por la
unificación italiana, casi completada en 1866, y definitivamente consolidada en 1870 con
la desaparición del poder temporal del Pontificado. Son también los años de la Unión Liberal
en España y del derrocamiento de Isabel II en 1868.4
En 1867, “año de maravillas”, tendrá lugar la creación de la Confederación del Norte de
Alemania; se llevará a cabo la segunda reforma electoral en Gran Bretaña; mientras que el
viejo imperio austriaco se transformará en la monarquía dual danubiana: Austria-Hungría.
Fuera de Europa tendrá lugar la Guerra Civil norteamericana de 1861 a 1865; la creación
del Dominio del Canadá en 1867; la terrible Guerra de la Triple Alianza (Brasil, Uruguay y
Argentina) contra Paraguay. En fin, en medio de grandes convulsiones, pero también de enor-
mes esperanzas, la década de 1860 en todo el orbe ofrece un panorama rico en realizaciones
y también frustraciones para muy diversos pueblos.5
Todos los problemas de las grandes Potencias hicieron más difícil la situación del gobierno
de México. En abril de 1861 estalló la Guerra Civil norteamericana. El gobierno mexicano
tuvo pláticas con los Estados Confederados que enviaron un agente a México, John T. Pickett,
como de la Unión, que nombró a Thomas Corwin como ministro. El gobierno liberal obvia-
mente se sentía identificado con la causa de la Unión; su ideología lo ligaba claramente al
Partido Republicano. La Confederación significaba la esclavitud y el expansionismo territo-
1Josefina Zoraida Vázquez y Lorenzo Meyer, México frente a Estados Unidos (Un ensayo histórico, 1776-1993), 3ª ed., México, FCE,
1994, p. 85.
2Ibidem, p. 87.
3Ibidem, p. 86.
4Ibidem, p. 90.
5Ibidem, p. 99.

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