La estatua a medio hacer

AutorAlexandra Reyes Haiducovich
Páginas271-273
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NACIÓ PROYECTO de estatua. No es que fuera feo, sino que la
estatua estaba a medio hacer: al pórfido y el tezontle, al ba-
salto y el granito, al bronce y el hierro, al mármol y el cristal
de roca les faltaba el escoplo y la gubia, el buril y el esmeril.
Sólo con el curso de los años la estatua quedó concluida.
Era de pequeña estatura, más bien grueso que gordo; el
rostro severo, sin llegar a rígido; eran negros los ojos, la mira-
da firme; la frente pequeña, pero alta; la cabeza la tenía redon-
da, rotunda, quiere decir. Sus cabellos eran negros, hirsutos
y rebeldes, que los cuidados apenas si llegaron a domeñar; la
boca grande, los labios gruesos y sellados; cerrados. Grande
la nariz, dos líneas enérgicas las cejas, las orejas grandes y
un poco cóncavas, como para mejor captar voces lejanas
y misteriosas.
Una cicatriz, como un golpe de cincel mal dado, le que-
para siempre sobre el labio superior derecho. Tenía las
manos y los pies pequeños y cuadrados. La una mano −la
derecha− era suave; la otra, que mantuvo cerrada, rígida.
*Andrés Henestrosa, Los caminos de Juárez, op. cit., pp. 85-94.

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