Escribir con sangre

AutorAndrés Henestrosa
Páginas139-140
fecunda siempre, en el espíritu de nuestro pueblo. Y esto más: sus virtudes
sociales y sus v irtudes privadas, porque las v irtudes también son obras, y su
ejemplo enseña tanto, si no más, que una biblioteca.
Sea como fuera, la lectura de las obras de Ramírez no pueden ser vanas
jamás. El amor al pueblo, al que a fin de cuentas nos debemos, impregna sus pá-
ginas; la grandeza de espíritu que supone escribir en tierra donde la pluma más
se moja en lágrimas que en tinta, es una bella lección, y puede poner una gota
de luz en la noche por la que suele atravesar el ánimo cansado de la espera.
15 de marzo de 1953
Escribir con sangre
Zarco; parece innecesario decir que me refiero a don Francisco, porque este
gran periodista, escritor, cronista, ensayista y hombre público no tiene par en
el nombre y muy pocos lo igualan en la categoría literaria, referida a la causa
liberal. Jesús Galindo y Villa ha dicho que en el campo opuesto, en el conser-
vador, sólo el nombre de José María Roa Bárcena resiste ser equiparado con el
de Francisco Zarco. Sin embargo, la fama de Zarco reside casi exclusivamente
en sus tareas periodísticas y en la crónica que escribió, primer periodista de
su tiempo, de las jornadas del Congreso Constituyente de 1857. Una gran
mayoría de los lectores mexicanos, aun aquellos que parecen más en contacto
con los achaques literarios, ignoran que Zarco escribió ensayos de crítica, ar-
tículos morales, de costumbres y descriptivos, prólogos y síntesis biográficas
perdidos en periódicos y revistas de México y algunos países sudamericanos
que, debidamente seleccionados, pudieran reunirse en un volumen tendiente
a acrecentar y dar nueva savia a su larga fama de escritor porque es muy sa-
ludable para los pueblos convivir con el nombre y con la obra de aquellos que
labraron su libertad y su independencia con su ejemplo de constancia, de fe,
de probidad no desmentida hasta la muerte. De estos hombres y de estos es-
critores es Francisco Zarco, par de Juan Bautista Morales y de Ignacio Ramírez,
de Guillermo Prieto y de Ignacio Manuel Altamirano, en la noble tendencia de
sus afanes literarios y ciudadanos.
Para situar a Zarco como escritor político, historiador y crítico literario,
baste recordar el prólogo que aparece al frente de la segunda edición de El
AÑO 1953
ALACE NA DE MINUCI AS 139

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