Escribir contra la cultura

AutorLila Abu-Lughod
CargoAntropóloga de origen palestino. Profesora e investigadora de la Universidad de Columbia en Nueva York, destacada en el área de la antropología, estudios de género y de la mujer, especialista en el mundo árabe
Páginas129-157
Andamios 129
ESCRIBIR CONTRA LA CULTURA*
Lila Abu-Lughod**
Traducción del inglés:
Pilar Castro Gómez***
Writing Culture (Clifford y Marcus, 1986), compilación que marcó
una nueva e importante forma de crítica de las premisas de la an-
tropología cultural, excluyó a dos grupos importantes: las feministas y
las halfies1 —personas cuya identidad cultural o nacional es mixta debido
a la migración, a la educación en el extranjero o al parentesco— ya que
sus circunstancias exponen y cuestionan con nitidez lo fundamental
de dichas premisas. En la introducción de su libro, Clifford (1986a)
se disculpa por la ausencia feminista, nadie menciona a las halfies o
a los antropólogos indígenas con quienes se relacionan. Quizá no son
lo suficientemente numerosos o no se han autodefinido como grupo.2
La importancia de estos dos grupos no radica en un reclamo moral de
superioridad o en la ventaja que pudieran tener al hacer antropología,
sino en los dilemas especiales que enfrentan, dilemas que revelan
con crudeza los supuestos problemas de la antropología cultural: la
existencia de una distinción fundamental entre el yo y el otro.
* Richard G. Fox, Recapturing Anthropology: Working in the Present, Santa Fe: School of
American Research Press, 1991, pp. 137-154, 161-162. Reproducido con permiso y
revisado por la autora.
** Antropóloga de origen palestino. Profesora e investigadora de la Universidad de
Columbia en Nueva York, destacada en el área de la antropología, estudios de género y
de la mujer, especialista en el mundo árabe.
*** Traductora especializada, Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Ha
vertido al castellano obras como La guerra global de clases, de Jeff Faux, publicada por
la UACM (2008).
1 Halfies es un término que tomé prestado de Kirin Narayan, comunicación personal.
2 De igual manera, Marcus y Clifford (1985) y Marcus y Fischer (1986) toman en cuenta
a las feministas como fuente importante de crítica cultural y antropológica aunque no
discuten su trabajo. Sin embargo, Fischer (1984, 1986, 1988) desde hace mucho tiem-
po está interesado en el fenómeno de la biculturalidad.
Volumen 9, número 19, mayo-agosto, 2012, pp. 129-157
Andamios
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En este ensayo indago cómo las feministas y las halfies, debido a
la forma en que la práctica antropológica altera la frontera entre el yo
y el otro, nos permiten reflexionar sobre la naturaleza convencional y
los efectos políticos de esta distinción, y en última instancia también
reconsiderar el valor del concepto cultural del que dependen.
Argumentaré que la “cultura” opera en el discurso antropológico para
validar las separaciones que inevitablemente conlleva una jerarquía. Por
consiguiente, los antropólogos deberían ahora dedicarse —sin exage-
rar las expectativas del poder de sus textos para cambiar el mundo— a
desarrollar una variedad de estrategias para escribir contra la cultura.
Para quienes les interesen las estrategias textuales, examino las ventajas
de lo que llamo “etnografías de lo particular” como instrumentos de un
humanismo estratégico.
LOS YOS Y LOS OTROS
Parece ser que a los antropólogos les gustaría trabajar en sus teorías,
prácticas y escritura etnográfica contra la cultura, a pesar de la gran
utilidad que tiene esta noción (especialmente cuando se utiliza para
distinguirla de las “culturas”). Una forma útil de empezar a entender el
por qué es considerar qué elementos, compartidos con la antropología
feminista y las halfies, esclarecen la distinción fundamental yo/otro
para el paradigma de la antropología. Marilyn Strathern (1985, 1987a)
plantea algunos de los temas concernientes al feminismo en ensayos
que citan tanto Clifford como Rabinow en Writing Culture. Su tesis
es que la relación entre la antropología y el feminismo es incómoda.
Esta tesis la lleva a tratar de entender por qué el feminismo, a pesar de
su retórica radical, básicamente no ha alterado la antropología y por qué
ha obtenido mucho menos de la antropología que ésta del feminismo.
La incomodidad, sostiene Strathern, surge del hecho de que a pesar
de que hay un interés común en las diferencias, las prácticas académi-
cas de las feministas y los antropólogos están “estructuradas de forma
diferente respecto a la manera en que se organiza el conocimiento y
se marcan los límites” (Strathern, 1987a: 289), especialmente en “la
naturaleza de la relación de los investigadores con su tema” (Strathern,
LILA ABU-LUGHOD

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