El escepticismo interno

AutorRonald Dworkin
Páginas117-126
117
V. EL ESCEPTICISMO INTERNO
TIPOLOGÍA
El escepticismo interno global ha sido durante mucho tiempo una vi-
gorosa infl uencia en la literatura; los fi lósofos antiguos lo considera-
ban una posición importante, ya fuera para defender o atacar. Es una
convicción desesperanzada, en particular cuando se ejercita en la
ética. Sostiene entonces que la vida misma no tiene valor ni signifi cado
y, como argumento más adelante, ningún otro tipo de valor puede so-
brevivir a esa desconsoladora conclusión. Una vez que un escepticismo
interno corrosivo y global se apodera de alguien y declara, como lo ex-
presó Macbeth, que la vida no signifi ca nada, quizá abandone a la per-
sona, pero esta no puede refutarlo. Trataré de enfrentar esta desespe-
ranzada forma de escepticismo de la única manera de que soy capaz:
intentando mostrar, en el capítulo IX, el tipo de valor que puede sensa-
tamente suponerse que una vida humana puede tener. Lo denomino
valor adverbial: el valor de un buen desempeño en respuesta a un de-
safío importante.
En este breve capítulo me concentro no en impugnar el escepti-
cismo interno sino en dilucidarlo. En el capítulo II di ejemplos de él.
Muchos de ellos son juicios morales negativos: no proponen una guía ni
una demanda. Un juicio moral negativo es decir, por ejemplo, que la
moral no exige ni condena ninguna mecánica sexual específi ca entre
adultos que consienten. Sin embargo, algunos juicios del escepticismo
interno adoptan una forma diferente. Declaran, no que un acto determi-
nado no está prohibido ni es obligatorio, sino que no hay una respuesta
correcta a la pregunta de si está prohibido o es obligatorio: que la inco-
rrección del aborto, por ejemplo, es indeterminada en ese sentido.
Debemos tener la precaución de distinguir esos juicios, que son
ejemplos de escepticismo interno, de ciertas formas de presunto escep-
ticismo externo. La concepción que examiné in extenso en el capítulo III,
a saber, que los juicios morales sustantivos de primer orden son solo
proyecciones de la emoción o la actitud, no relaciones de un hecho mo-

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