Entrevista a Ana Covarrubias

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TRIBUNAL ESTATAL ELECTORAL DE CHIHUAHUA
tual su posición ante Venezuela? A partir
del mismo supuesto de que México debe
ser “actor con responsabilidad global”.
Así pues, el gobierno mexicano se ve a sí
mismo con el deber y la legitimidad para
actuar en asuntos internacionales, más
aún cuando sostiene —respaldado por el
octavo principio constitucional de política
exterior— su defensa por la democracia
y la protección de los derechos humanos.
Paradójicamente, para el gobierno mexi-
cano es útil internamente defender la
democracia y los derechos humanos en el
exterior, precisamente por la crítica que se
hace a su récord en materia de violación
de derechos humanos y a la fragilidad de
la democracia mexicana. Además, el caso
venezolano da a México la oportunidad
de volver a tener un papel destacado en
asuntos regionales. No olvidemos que el
inicio del siglo XXI fue una época de re-
laciones muy difíciles con algunos países
de América Latina, Venezuela incluida,
lo que le valió una fuerte crítica interna
y por parte de muchos actores externos.
En breve, el caso venezolano actualmente
es “la oportunidad de oro” del gobierno
mexicano para: sobresalir como jugador
internacional, tener inuencia regional y
subrayar su naturaleza democrática.
La crítica a esta posición, sin embargo,
es muy válida: no intervenir en Venezuela
evitaría muchas críticas al gobierno mexi-
cano. Además, la actuación de México
puede no modicar en nada el escenario
político en ese país. ¿Hay una posición
QI: Revista Quid Iuris
AC: Ana Covarrubias
QI: Por su actualidad, complejidad y por
la situación interna de México, la política
hacia Venezuela es, quizá después del
caso cubano, la que más ha generado
crítica, sobre todo interna: ¿por qué debe
México “meterse” en Venezuela?
AC: En efecto, la crítica a la política
mexicana se centra mucho en la palabra
“meterse” en los asuntos de Venezuela,
lo cual es comprensible por la tradición
no intervencionista de México tan impor-
tante durante el siglo XX. Sin embargo,
debe decirse que esta tradición se debi-
litó mucho hacia el nal del siglo e ini-
cios del siglo XXI. Uno puede o no estar
de acuerdo con la revisión del principio
de no intervención (denido exiblemen-
te, por ejemplo) pero lo cierto es que la
política exterior mexicana ha cambiado
respecto de la idea de “intervenir” o no
en asuntos internacionales. Desde el año
2000, los distintos gobiernos mexicanos,
independientemente de su signo ideoló-
gico, han insistido en hacer de México un
“jugador internacional”, para lo cual Mé-
xico presentó su candidatura —y ganó—
al Consejo de Seguridad de la ONU en
dos ocasiones. De la misma manera, los
gobiernos mexicanos han tomado posi-
ciones políticas importantes en asuntos
internacionales que, a primera vista, no
son necesariamente asuntos de interés
nacional. ¿Cómo justica el gobierno ac-

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