ELOGIO DE LA REGULACIÓN GUBERNAMENTAL. La economía de la manipulación. Cómo caemos como incautos en las trampas del mercado

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George Akerlof y Robert Shiller, Paidós, México, 2016

John Maynard Keynes decía que en 2030 las personas ganarían ocho veces más que en 1930. Todo indica que hacia allá vamos. La gente, sin embargo, sigue preocupada por la falta de dinero. ¿La razón?: el mercado ofrece cada día más bienes y servicios, esforzándose para que éstos sean apetecibles.

El mercado está lleno de actores que buscan clientes con desesperación, afirman los autores en este libro, ambos galardonados con el Premio Nobel de Economía. Los dos son partidarios del libre mercado y, siguiendo a Robert Solow, admiten que la innovación es responsable de siete octavas partes del incremento de la productividad.

También están conscientes, pese a lo anterior, de los timos que puede producir este mercado y la propia innovación: “Los mercados hacen que la gente sea libre para elegir. Pero también hacen que sea libre para manipular y libre para ser manipulada”. Al escribir este libro se propusieron alertar al consumidor, incauto o desinformado.

La “manipulación” no se da por la maldad de la gente sino porque el mercado está diseñado para que ésta progrese: por más que ganemos siempre querremos más. “Por estafa queremos decir que la gente está pagando un alto precio por los bienes y servicios que está adquiriendo”. En el óptimo de Pareto alguien gana y alguien pierde en toda transacción. Si alguien no aprovecha una oportunidad, otros lo harán.

La economía de la manipulación es un libro que todos los abogados debieran leer, para reflexionar sobre los alcances y los límites de la reglamentación gubernamental. Pensemos, por ejemplo, en las operaciones financieras sin regular: es frecuente, dicen

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los autores, que los clientes pierdan su dinero, como lo demostró la crisis de 2008. Las agencias calificadoras, en busca de nuevos mercados, comenzaron a evaluar probabilidades de cumplimiento no sólo de títulos de renta fija sino también de derivados financieros. Como tenían fama de eficientes, la gente creyó que podrían hacer algo en lo que no tenían experiencia alguna.

Avalaron nuevos instrumentos de los bancos, sin considerar los cambios del sistema financiero. Entre otros, que Goldman ya no era sólo una agencia de calificación sino una multinacional que hacía de todo y que calificadoras como Moody’s estaban incentivadas a calificar bien si querían seguir cobrando. En 2008 la banca de inversión empaquetó activos atractivos con activos “podridos” y las calificadoras los...

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