Un elenco alrededor de un grillo

AutorMaría Elvira García Espinosa de los Monteros
Páginas103-126
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Francisco Gabilondo Soler con los músicos y artistas que acompañaron sus programas
Un elenco alrededor de un grillo
ESA DEMOCRÁTICA radio sería el vehículo por el cual
Francisco Gabilondo Soler iba a sembrar y a dispersar su
fantasía a los cuatro vientos. Luego de dejar El Guasón
del Teclado, un día se encontró en el umbral de la decisión de ir
hacia la XEW para proponer una serie radiofónica dirigida a los
niños. La idea resultaba seductora, pero quién podía asegurar
que sería exitosa.
No era fácil encontrar una empresa que se interesara en patro-
cinar el proyecto, sobre todo porque los programas de radio para
niños pocas veces han merecido el favor de los anunciantes. Y era
obligado que cada serie de la XEW tuviese el respaldo monetario
de una marca, al menos.
Por otro lado, crear una emisión dedicada a los pequeños im-
plicaba trabajo de escritorio y de composición; todo ello obligaba
a Gabilondo Soler a concentrase solamente en dicha tarea, cosa
que lo llevaría a abandonar sus otras pasiones. La pregunta era:
¿estaba dispuesto a hacerlo?
Después de mucho darle vueltas al asunto, optó por dejar otros
intereses como el toreo, para explorar aquel ambiente que vivió en
su infancia, allá en Orizaba. Accedió entonces a tener una cita con
los ejecutivos de la XEW.
Llegó a la emisora del brazo de su esposa Rosario Patiño
Domínguez, quien desde 1932 ya trabajaba en la estación como
secretaria ejecutiva de ventas, haciéndose cargo de las cuentas de
empresas muy importantes. La señora Patiño presentó a su mari-
do con el gerente general de la emisora, Othón M. Vélez, quien lo
motivó a crear un personaje que a través de la radio fuese atractivo
para los niños. Así pues, cuando Pancho Gabilondo salió de la
oficina de Othón M. Vélez empezó a escarbar en sus recuerdos de
infancia.
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De lunas garapiñadas
Esto ocurrió en 1934, fecha en que la XEW tenía apenas cua-
tro años de haber sido fundada por Emilio Azcárraga Vidaurreta
y sus socios estadunidenses. Gabilondo ingresó a la W justo en
el momento en que la estación abría sus puertas para recibir un
sinnúmero de artistas prácticamente desconocidos. Respaldados
e impulsados por la fuerza y proyección que el medio electrónico
les proporcionaba, en menos de un lustro esos jóvenes creadores
se convirtieron en personajes de culto en la radio; de ahí, el brinco
al cine y al disco fue juego de niños.
¿Cómo podría construir Pancho Gabilondo aquel programa?
¿Por dónde empezar? Tenía muchas historias pero, ¿cómo unir-
las?, ¿cómo lograr esa aleación de sus correrías de infante con la
música, y que eso no resultara aburrido para los chamacos? ¿Y
hacer todo ello en sólo 15 minutos?, o mejor dicho, en 13, porque
dos estarían destinados a los anuncios. Sonaba difícil, pero emo-
cionante. Había que investigar, leer mucho, escribir por largas
horas, imaginar bastante y rememorar aún más.
El resultado lo iba a someter a la presión dictatorial del tiem-
po y el ritmo radiofónicos. Y al de sus jefes. No quedaba de otra,
para conquistar una audiencia ese trabajo tenía que hacerlo a puro
valor mexicano. Y llegó ese día.
Era lunes. Francisco Gabilondo Soler llegó a las instalaciones
de la XEW. El reloj indicaba que eran las 13:00 horas. Faltaban
únicamente 15 minutos para que un nuevo programa hiciera su
debut en la estación. Solo y su alma, sentado frente al enorme
piano del estudio, Pancho se ajustaba la distancia del micrófono,
aparentando serenidad. Le quedaban once, diez, nueve, ocho, sie-
te, cinco minutos para ordenar su mente y sus partituras frente
al piano, y aclarar la voz. Cuatro minutos después, se escuchó

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