Las elecciones brasileñas de 2010: política nacional, fragmentación partidista y coaliciones

AutorRachel Meneguello
Páginas485-521
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INTRODUCCIÓN
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Las elecciones para la Presidencia de la República en 2010 marcaran el
éxito de uno de los principales ciclos políticos de la democracia brasileña.
Los dos mandatos del gobierno del presidente Lula, del Partido de los Tra-
bajadores (PT), desde 2003 han producido cambios sociales importantes en
el país, y contaron con un vigoroso apoyo popular. Al final de ocho años,
la evaluación positiva del gobierno alcanzó niveles superiores al 80 por
ciento, los más altos de todo el periodo desde el inicio del mandato, y que
se concretaron en 2010 con la victoria de la candidata del gobierno y del
mismo partido del presidente, Dilma Roussef. La primera mujer presidente
de Brasil fue elegida, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales,
frente a José Serra, candidato del Partido de la Social Democracia (PSDB),
partido que gobernó el país también durante ocho años entre 1995 y 2002
con Fernando H. Cardoso. Este escenario con pocos actores principales se
repite desde 1994, cuando el PT y el PSDB pasaron a polarizar las disputas
presidenciales y la política nacional.
Además, los resultados de las elecciones confirmaron el diagnóstico
según el cual el sistema competitivo brasileño funciona con base en la
convivencia de dos dinámicas políticas distintas, la concentración en las
disputas mayoritarias y la fragmentación en las elecciones proporcionales.
A nivel nacional, el clivaje PT-PSDB brinda contornos bipartidistas a un sis-
* Profesora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Campinas (UNI-
CAMP), Directora del Centro de Estudios de Opinión Pública, de la misma universidad, e inves-
tigadora del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq).
Las elecciones brasileñas de 2010:
política nacional, fragmentación partidista y coaliciones
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tema multipartidista altamente fragmentado en el Poder Legislativo. La ta-
bla político concentrado también marca los subsistemas estatales que or-
ganizan la competición mayoritaria para los gobiernos en un terreno donde
solamente entre dos y tres principales fuerzas políticas poseen las posibi-
lidades de la disputa ya en la primera vuelta de la elección.
En el ámbito parlamentario, la dinámica dominante es de fuerte frag-
mentación. En un escenario de 27 partidos registrados en el Tribunal Su-
perior Electoral (TSE), 22 partidos obtuvieron representación en la Cámara
de Diputados, y en las Asambleas Estatales 25 partidos obtuvieron escaños
parlamentarios. Las múltiplas siglas existentes, de tamaños variados, so-
breviven a la dinámica competitiva a través de coaliciones. Los resultados
de las elecciones legislativas muestran que la lógica de las coaliciones se
volvió un recurso central de supervivencia partidaria en los niveles de
disputa nacional y estatal.
Este capítulo hace un breve análisis de las elecciones generales de
2010, de su papel para comprender la lógica que orienta los arreglos po-
líticos electorales y gubernamentales en el país desde 1994 y su impacto
sobre la organización la tabla partidario. Para eso, el texto se desarrolla
en tres partes. La primera presenta los datos generales de las elecciones
presidenciales, abordando el contexto institucional y socioeconómico y la
tabla de candidaturas presentadas, donde el marco principal de la campa-
ña fue la continuidad del gobierno Lula. La segunda parte analiza los
datos de las elecciones legislativas nacionales para la Cámara de Dipu-
tados y el Senado, con el objetivo de demostrar que las disputas en el
ámbito del Legislativo, y que resultan de una dinámica híbrida formada
por lógicas distintas, mayoritaria y consociativa, desembocan en una
fuerte fragmentación. Los datos electorales para las Asambleas estatales
son expuestos de forma complementaria, en el sentido de indicar el grado
de fragmentación del sistema de partidos en los ámbitos estaduales. La
tercera parte muestra cómo la lógica de la política nacional tiene impacto
sobre la política de los estados, y define los contornos de las disputas por
los gobiernos, traduciendo lo que viene en llamarse de presidencializa-
ción de la competición. Al mismo tiempo, muestra que las imposiciones
de la política local y la alta fragmentación partidista condicionan la con-
gruencia entre las dos lógicas electorales y sugieren dificultades para la
gobernabilidad.
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LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES, BAJO EL MARCO DE LA CONTINUIDAD
El contexto institucional y socioeconómico
El sistema político brasileño funciona alrededor de tres vectores que, des-
de el inicio del periodo democrático, orientan la composición y el funciona-
miento de los poderes Legislativo y Ejecutivo, así como condicionan el
formato del sistema de partidos; se trata del presidencialismo, el federalis-
mo y el sistema multipartidista.
El sistema representativo electoral es regido por normas híbridas,
combinando arreglos mayoritarios y consociativos. El gobierno nacional y
los gobiernos estatales, constituidos por regla mayoritaria, son condicio-
nados a una dinámica de búsqueda de mayorías parlamentarias, en una
constante articulación con los diputados elegidos por voto proporcional,
una dinámica que promueve diferencias importantes en los sistemas de
partidos estaduales. Bajo esas reglas, desde 1994 se realizan elecciones
generales simultáneas por voto directo, cada cuatro años, para la compo-
sición de los poderes ejecutivos y legislativos nacionales y estatales.1 En
este contexto, el sistema de elección presidencial tiene una influencia di-
recta sobre la capacidad de los sistemas electoral y partidario de caminar
juntos. Las elecciones mayoritarias, para presidente de la república y go-
bernadores de los estados, se realizan con la posibilidad de dos vueltas (en
caso de que ningún candidato obtuviera la mayoría absoluta de los votos
válidos en la primera vuelta), y desde 1997, existe la posibilidad de una
reelección consecutiva.
No hay una legislación única para los partidos en cuanto al proceso de
selección de candidatos. La ley de los Partidos Políticos (Ley 9096/1995)
establece que la selección de candidatos ocurra según los estatutos parti-
darios registrados. Para algunos partidos, las elecciones previas en que
votan los afiliados ocurren cuando hay más de un candidato al cargo ma-
yoritario en disputa. En general, en elecciones presidenciales, la Comisión
Ejecutiva Nacional del partido define el candidato y la homologación ocurre
en la Convención Nacional con la participación de los delegados partidis-
1 La elección presidencial de 1989, primera elección del periodo democrático y en la que
resultó elegido Fernando Collor, fue una elección aislada, apenas para el cargo de presidente
de la República.

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