Educación: sueño mexicano

AutorAndrés Henestrosa
Páginas587-589
mexicanos que nunca escribieron, pero que tampoco dejaron de ser escritores
por eso; que en su tiempo leyeron todos los libros que algo significaron y los
pusieron en manos de los más jóvenes, que en fuerza de saber muchas cosas,
se empeñaron en obras perfectas; que por querer cultivar la rosa hasta la extre-
ma perfección, la marchitaron en capullo. Miembro de un team, pues, en que
están Ricardo Gómez Robelo y Jesús T. Acevedo, pongamos por caso. Nada, o
casi nada escribieron, según aquellos que reclaman escritores prolíficos. Pero,
cuánta enseñanza impartieron y de qué manera supieron gozar de los libros.
Volvamos a los sonetos de Urbina. Pellicer y Dávila eran amigos inseparables
en sus días preparatorianos. Se comunicaban sus hallazgos literarios, se leían
sus primicias. Si alguno cazaba en el monte de las letras una buena pieza, la
daba a conocer al otro. A sí fue como un día llegó Pellicer, alborozado con un
precioso soneto de Urbina, dedicado a una onda. Lo escuchó atento Guillermo
y elogió sus excelencias; proclamó a Urbina, un artífice del verso. Pasaron los
meses y un día Pellicer le anunció que quería leerle un soneto. Lo escuchó
atentamente el hermano mayor y cuando la lectura hubo concluido, tomó de
los brazos a su amigo y le miró a los ojos. Como quien ha sido descubierto
desnudo, Pellicer se llenó de rubor. No hablaron más. Guillermo Dávila le pre-
guntó por qué había hecho aquello, que no tenía por qué pedir nada prestado a
ningún poeta, ni a Urbina que era tan grande. Tú, le dijo, serás el más grande
poeta de tu generación. Eso fue todo. El tiempo se ha encargado de cumplir
el vaticinio: Carlos Pellicer es el poeta que anunció Guillermo Dávila. Y esto
más: las rosas que ha inventado son creación exclusiva de su genio, hijas de su
sangre, concebidas sin el auxilio de nadie.
14 de septiembre de 1958
Educación: sueño mexicano
Periodistas, curiosos, simples hombres de la calle desvinculados de la política,
han tenido oportunidad de comprobar que con motivo de las recientes giras
de candidatos de los distintos sectores, los pueblos del interior están haciendo
un persistente y peculiar reclamo: “Queremos una escuela.” Si tres o dos son
las peticiones del lugar, una de ellas es la escuela, y si es una sola, ésta es la
escuela.
AÑO 1958
ALACE NA DE MINUCI AS 587

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