Del pensar domesticado al pensar emancipado. Notas sobre la transformación del trabajo intelectual en América Latina

AutorRicardo Ernst Montenegro
CargoDoctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México
Páginas279-301
Andamios 279
DEL PENSAR DOMESTICADO AL PENSAR EMANCIPADO.
NOTAS SOBRE LA TRANSFORMACIÓN DEL TRABAJO
INTELECTUAL EN AMÉRICA LATINA
Ricardo Ernst Montenegro*
RESUMEN: Asumiendo la escena en la cual, durante el último
me dio siglo, la mayoría de las sociedades de la región han
experimentado profundas transformaciones políticas, eco-
nómicas y culturales, en el presente artículo se ofrece una
reflexión crítica sobre el sentido y desarrollo de una de las ac-
tividades sociales que concurre en el modelamiento de este
proceso en nuestra región: el trabajo intelectual.
Esta reflexión inicia con una breve desambiguación de
la categoría, delimitando su especificidad. Luego, se ana-
lizan diacrónicamente algunos de los hitos en la lucha por
desestabilizar / estabilizar una cierta visión hegemónica sobre
ella. Finalmente, se ofrecen algunas claves para evaluar la
actualidad y posibilidades de este proceso en la región.
PALABRAS CLAVE: Epistemología, política, trabajo intelectual,
hegemonía, cambio social.
CLAVES INICIALES
Tal y como ocurre desde que la humanidad comenzó a trascender
su condición puramente animal —mediante el dominio del fuego—
la generación y aplicación intensiva de conocimiento juegan un pa-
pel fundamental en el desarrollo de la vida social moderna. Desde el
* Doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM). Profesor Adjunto I de Psicología en la Facultad de Humanidades de la
USACH. Correo electrónico. r.ernst.m@gmail.com
Volumen 10, número 21, enero-abril, 2013, pp. 279-301
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RICARDO ERNST MONTENEGRO
diseño y uso de máquinas hasta la construcción de relatos que pro-
veen de sentido y orientan la acción, el saber y su aplicación social han
constituido uno de los pilares fundamentales sobre los cuales el ser
humano se ha desarrollado hasta convertirse, a escala planetaria, en la
especie dominante.
Dentro de los múltiples cambios que esta generación y aplicación
intensiva de conocimiento han implicado —desde la consolidación del
imperio humano sobre la naturaleza hasta la transformación radical de
nuestros propios cuerpos— destaca la distinción social que, al interior
de las comunidades humanas, genera la posesión (o no) de unos cier-
tos saberes específicos. En nuestras sociedades se les asignan muy
distintos valores, recursos y consideraciones a los sujetos que pueden
acreditar la posesión de ciertos conocimientos y los que no. Aquellos
que poseen “títulos” y ejercen “profesiones” viven, en general, en me-
jores condiciones que la mayoría de aquellos que viven de “oficios”
y su mayor capital es su “experiencia”. Esta diferenciación social se
funda, principalmente, en la distinción entre “trabajo manual” y trabajo
intelectual”.
Una forma usual de proveer contenido a esta distinción es aquella
que construye una definición por referencia a la sustancia de la actividad.
Así, se afirma que ambas formas de trabajo pueden distinguirse, en
principio, por la diversa proporción en la cual se encuentran presentes
en cada una de ellas actividades de índole más propiamente física o
cognitiva. Mientras en el trabajo manual tienden a prevalecer las
primeras —como en el caso de un estibador de puerto—, en el trabajo
intelectual, en cambio, tienden a hacerlo las segundas, como en el ca-
so de un gerente de banco.
Una limitación de este camino —llamémosle esencialista— es que
las categorías así definidas no resultan excluyentes la una de la otra,
pues toda labor humana, en distinta magnitud, comprende ambos ti-
pos de actividad. Así como todos hacemos algunos trabajos manuales
(manejamos “cosas”) sin ser obreros, todos hacemos algunos traba-
jos mentales (manejamos “ideas”) sin ser intelectuales. Otra limitación
de esta vía es que la distinción entre ambas formas de trabajo, así
estructurada, no recoge la especificidad de la acción social en cuestión
más, allá de su reflejo en la vida social económica.

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