Documento núm. 17

AutorFernando Serrano Migallón
Páginas502-504
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DOCUMENTO NÚM. 17
Secretaría de Relaciones.— El señor secretario de S. M. I. me ha dirigido
con esta fecha un o cio que á la letra dice así:
“Excmo. Sr.— El emperador me manda decir á V. E., para que se sir-
va elevarlo al superior conocimiento del soberano congreso: Primero. Que
una vez hecho el reconocimiento del expresado cuerpo, como el en que re-
side la representación nacional, por la junta de Puebla y tropas adheridas á
la acta de Casa Mata, cesó el motivo de la división que por desgracia experi-
mentamos algunos días, y la razón también porque S. M. I. conservó á su
inmediación y fuera de la corte las tropas que quisieron seguirle; ya la per-
sona del Emperador, ni la investidura que la nación le concedió no deben
ser un obstáculo ni un pretexto para realizar los planes que se crean más
convenientes á la felicidad de la patria y á sus mayores progresos. Segundo.
Que admitió la corona haciendo el más costoso de los sacri cios, por ha-
berse persuadido que con este acto daba á la nación el último testimonio de
que estaba enteramente decidido á que nada le quedara que hacer en su
servicio: ya había expuesto su vida, su honor, su familia y su fortuna por
ella; y después su libertad, su tranquilidad y el amor de los pueblos única
recompensa que esperaba, lo sacri có también, pues no ignoraba que todo
lo perdía subiendo al trono: en tal concepto, solo deseaba ocasión de bajar
de él, y ninguna más oportuna que ahora en que entregando las riendas del
gobierno, evita al menos que su nombre sirva de pretexto á la guerra civil y
males que le son consiguientes: desde que preveía el resultado de las causas
que dieron origen á las circunstancias de hoy, se resolvió abdicar una coro-
na que tanto le pesa, y sólo le contuvo no haber autoridad competente ge-
neralmente reconocida en quien hacerlo: ya lo está el congreso, y á él entre-
ga el poder ejecutivo que ejerce, haciendo una absoluta abdicación. Tercero.
Que la presencia en el Imperio, del Emperador, cuando deje de serlo, servi-
ría de pretexto á mil movimientos que se le atribuirían, aunque está seguro
de que jamás tendría parte en ellos. Para evitarse persecuciones, alejar de sí
toda sospecha, y á la nación males, se expatriará voluntariamente, y en un
país extranjero oirá con satisfacción las prosperidades de su patria, ó con

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