Discurso sobre las leyes que atacan la seguridad individual

AutorJosé María Luis Mora
Páginas53-60
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DISCURSO SOBRE LAS LEYES QUE ATACAN
LA SEGURIDAD INDIVIDUAL
En los gobiernos populares, las leyes de proscripción
no han salvado jamás a un pueblo.
MONTESQUIEU, Consideraciones sobre la grandeza y deca-
dencia de los romanos
SI SE buscan cuidadosamente las causas del disgusto y descontento que se
nota en los pueblos que han ensayado varios sistemas de gobierno, pasan-
do desde el despotismo más absoluto hasta la más desenfrenada democracia,
se hallará que siempre o casi siempre es debido a la oposición mani esta y
al con icto continuo que existe entre los principios de la ley constitutiva
y las disposiciones de las leyes secundarias. Cuando se les da o ellos se im-
ponen la primera, la reciben y proclaman con entusiasmo, conciben las
más lisonjeras esperanzas y se tienen por libres solamente por el hecho de
haberse declarado tales. Mas cuando la experiencia les hace ver que seme-
jantes declaraciones han sido vanas; que a pesar de ellas continúa el régi-
men opresor y que lo más sagrado e independiente del hombre viene a ser
el patrimonio de la autoridad, se irritan contra la forma de gobierno que
han adoptado y despedazan la constitución que rige, para buscar en otra lo
que en ésta no han encontrado. De aquí es que unas veces separan a los que
están en posesión del poder, sustituyéndoles otros con la misma o diversa
denominación y otras hacen electivos a los hereditarios. Cuando se trata de
sacudir el yugo de un rey, se van a ojando sucesiva y gradualmente todos
los vínculos sociales hasta parar en la anarquía, mas cuando se intenta sa-
lir de ésta se recorre la escala por un orden inverso y se procede concen-
trando sin interrupción el poder, hasta depositarlo entero y cabal en las
manos de uno solo.
En los extremos como en los medios se busca siempre lo mismo, es de-
cir, la libertad, pero siempre inútilmente, porque no es lo que la da el conjun-
to de declaraciones que llamamos Constitución, sino la conformidad que di-
gan con ella las leyes secundarias. Mientras ésta no se procure obtener, se
uctuará continuamente y sin interrupción en el mar inagotable de sistemas
políticos, sin poder  jarse en ninguno, pero una vez obtenida, la tranquili-
dad pública adquirirá una  rmeza y solidez incontrastable.
Las constituciones todas, sin exceptuar aun aquellas que han sido calcu-
ladas en favor de los intereses del gobierno, abrazan la suma de los princi-

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