La discordia impedir su entrada en nuestra comunidad
Autor | Héctor Ferral García |
Páginas | 17-18 |
17
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Marzo 2018 www.fnamcp.org.mx
C.P.C. Héctor Ferral García
Comisión de Honor y Justícia
La Diosa Eris, hija de la noche en la mitología griega,
es la deidad maléca, personica la discordia, quien,
por no haber sido invitada a una boda en el Olimpo,
produjo la discordia entre las diosas más bellas: Atenea,
Venus y Hera, lanzando una manzana de oro con la frase:
“Para la más bella”. Las tres diosas de inmediato entraron
en disputa; nalmente elegida por Paris ganó la bella y
seductora Venus Afrodita, pero se produjo con ello la épica
guerra de Troya, narrada poéticamente cuatrocientos años
después por Homero.
La discordia vista y concebida mitológica y con profunda
realidad humana, tratada en históricas novelas y vivida
como tal por la humanidad, será siempre rechazada. Porque
deviene del rencor, estupidez, ira, envidia, mentira y coraje
que súbitamente y sin medida altera los ánimos, capaz de
convertir la razón en sin razón.
La discordia produce siempre caos a donde llega, discurre
silenciosamente, desune, aige, destruye, deja sombras y
por ende escombros. Lo que es paz y tranquilidad termina
en el inerno de la desesperanza; el efecto nocivo de la
discordia, mientras dura y no se descubra y se revele la
verdad, es cruel y amenazante.
¿Quién no ha vivido y conoce así los efectos temibles de
la discordia?
La discordia abarca y comprende los vicios más graves
destinados a la humanidad, entre ellas la perversidad y
Integrante
D O X A
IMPEDIR SU ENTRADA EN NUESTRA COMUNIDAD
LA DISCORDIA
“Sabio es escuchar, no a mí, sino a la Razón.”
Heráclito de Éfeso
la arrogancia, seguida de la mentira, infamia y venganza
recreativa, por eso en la novela clásica de la Divina Comedia
de Dante Alighieri, su obra maestra, una alegoría de
profundo signicado poético, losóco y hasta psicológico,
cuando él acompañado del gran poeta y escritor Virgilio su
guía en el inerno, llegan al último y octavo cerco llamado
“Malos sacos” que se divide en diez grandes fosas circulares,
donde cada saco guarda las sombras de las almas que han
hecho más daño a la humanidad de aquel entonces, que
es el ahora mismo, ahí en el noveno saco en un horrible
y deforme espectáculo, según Dante, son castigadas
las sombras que siembran disturbios y discordia. En la
losofía de los estoicos (Estoas), las que provocan el daño
a la humanidad, les llaman vicios putrefactos del alma.
Pero qué, gana la discordia cuando llega al universo del
amor, de la familia, de la hermandad y de la amistad, incluso
de un país como el nuestro. En realidad, nada; todos los
involucrados huyen o son malécamente destruidos.
La discordia es tan solemne en su ira, que penetra en la
sangre de la ignorancia, en el eco disparatado del enojo,
de la réplica absurda y vengativa. Y cuando esa discordia
desaparece, se esfuma, se va con el viento, el resultado
suele ser devastador: todo huele a guerra, destrucción,
muerte y abandono. Hay un frío perpetuo en el alma del
que la produjo.
Cuando la Malinche, en su odio y coraje por los aztecas
(por haber aniquilado éstos a su padre), el destino la puso
entre los conquistadores españoles, convirtiéndose así
en el principal factor de apoyo y ayuda a la destrucción
de la Gran Tenochtitlán, ciudad sagrada de los Dioses, en
el momento que ella toma conciencia del efecto de su
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