La discapacidad y sus significados: notas sobre la (in)justicia

AutorM. Adriana Soto Martínez
CargoProfesora-investigadora. Departamento de Educación y Comunicación, División de Ciencias Sociales y Humanidades, UAM-Xochimilco
Páginas209-239
M. Adriana Soto Martínez*
La discapacidad
y sus significados:
notas sobre la (in)justicia
Resumen
Dada la cantidad de argumentos que atribuyen a la “naturaleza” la condición de
discapacidad, es importante colocar el tema en el centro de nuestras consideraciones
como sujetos sociales. La discapacidad es, en su sentido más amplio, una construcción
social; es decir, uno de los modos de organización que las sociedades se han dado a
sí mismas para hacer frente a la diferencia orgánica o funcional. En este trabajo hemos
tratado de recuperar algunas de las significaciones que la sociedad mexicana ha atribuido
a esta condición; ello puede orientar nuestras reflexiones acerca de la relación entre
la discapacidad y el terreno de la justicia.
Palabras clave: discapacidad, diversidad, justicia, significaciones sociales, institución
asistencial.
Abstract
We can find a lot of arguments around the topic of handicap that try to explain us
this condition, but is important to think about them like social subjects, because the
handicap is more than a condition that markedly restricts a person’s ability to function
physically or mentally. The handicap is a social construction with different meanings and
it permits some changes in the way the different societies have been organized to face
physical differences. In this paper, we have tried to recover some of the significations
that the Mexican society has attributed to this condition; it can help us to orientate our
think about the relation between the handicap and the area of the justice.
Key words: handicap, diversity, justice, social significations, assistance institution.
Artículo recibido el 13-02-10
Artículo aceptado el 20-10-10
* Profesora-investigadora. Departamento de Educación y Comunicación, División de Ciencias
Sociales y Humanidades, UAM-Xochimilco [adriana_soto@hotmail.com].
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Política y Cultura, primavera 2011, núm. 35, pp. 209-239
M. Adriana Soto Martínez
e acuerdo con Cornelius Castoriadis, cuando la institución
de la sociedad se instituye a sí misma como sociedad,
“encuentra siempre su lugar de una u otra manera la existencia de otros seres
humanos y de otras sociedades”. Este encuentro con los otros, de acuerdo
con el autor, podría presentar tres posibilidades: las instituciones de esos otros
(y por lo tanto esos otros mismos) pueden ser consideradas –respecto de las
nuestras– como superiores, como inferiores o como equivalentes.
En el primer caso, dice el autor, observamos de inmediato “una contradicción
lógica y un suicidio real”. Considerar que las instituciones de otros –y esos otros
mismos– son superiores no tendría razón de ser puesto que el efecto lógico
conduciría a la disolución de la sociedad que estima que esto es así, cediéndole
con ello su lugar. El encuentro, por consiguiente, plantea Castoriadis, no deja
más que dos posibilidades: los otros son inferiores o los otros son iguales a
nosotros.
La historia parece demostrar que la última de estas posibilidades ha sido
prácticamente inexistente.1 Por el contrario, la tendencia que ha prevalecido
es aquella que coloca a los otros siempre como inferiores. Es la tendencia
que, como señala nuestro autor, da cuenta del modo en que la institución de
la sociedad opera: en la medida en que no puede haber una fundamentación
verdadera “racional” o “real” de la institución, el único fundamento que le queda
es la creencia en ella y en el sentido que atribuye al mundo y a la vida. Por
esta razón, la institución se encuentra en peligro desde el momento en que
comprueba que existen otras formas de hacer que la vida y el mundo sean
coherentes y tengan sentido.
DINTRODUCCIÓN
1Decir que los otros son ‘iguales a nosotros’ no podría significar iguales en la indiferenciación,
ya que implicaría, por ejemplo, que es igual que coma cerdo o que no lo coma, que corte las
manos a los ladrones, o no, etcétera. Todo se volvería indiferente y sería desinvestido. Los otros
son simplemente otros; dicho de manera distinta, no solamente las lenguas, o el folclore, los
hábitos en la mesa, sino las instituciones consideradas globalmente, como un todo y en detalle,
son incomparables. Lo cual es verdad, pero sólo en un sentido. La ‘incompatibilidad’ no puede
producirse ‘naturalmente’ en la historia, y no debería ser difícil comprender la razón. Para los
sujetos de la cultura considerada, esa ‘incompatibilidad’ implicaría tolerar en los otros lo que
para ellos es abominable; y, a pesar de la actual perspectiva facilista de los defensores de los
derechos del hombre, aquélla hace surgir cuestiones teóricamente irresolubles en el caso de los
conflictos entre culturas”, Cornelius Castoriadis, El mundo fragmentado, Montevideo, Uruguay,
Altamira, 1990, p. 30.

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