Dinámica fronteriza México-Belice. Tema pendiente en la agenda de investigación sobre la frontera sur

AutorNatalia Armijo Canto
Páginas221-246
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Hablar de frontera sur de México, generalmente nos remite a la idea de
los límites con Guatemala, ya que además de abarcar la mayor parte de la
franja fronteriza (963 kilómetros), históricamente ha sido la puerta prin-
cipal para la movilidad de personas y mercancías entre México y Cen-
troamérica y para una gran diversidad de intercambios económicos,
sociales y culturales.
Sin embargo, los 176 kilómetros de frontera entre Belice y México (en
el estado de Quintana Roo)1 cobran cada vez mayor importancia en temas
de migración, mercados de trabajo y seguridad, entre otros. Si bien siem-
pre ha existido movilidad a través de esta frontera, durante los últimos
años se ha presentado mayor dinamismo y cambios en la movilidad po-
blacional, en los patrones migratorios y en las políticas fronterizas. Este
trabajo es una aproximación inicial, y tiene el propósito de contribuir a la
identificación de algunos temas necesarios de conocer, documentar y
analizar dentro de una agenda integral de investigación sobre frontera.
Existen estudios muy completos sobre la conformación histórica de
la frontera México-Belice que abarcan prácticamente desde el siglo XIX,
hasta mediados del siglo XX (Careaga, 1990; Higuera, 1997; Konrad,
1991; Macías, 1997; Vallarta, 2001). También se ha analizado la etapa de
las colonizaciones agrícolas a lo largo de la Ribera del Río Hondo du-
rante las décadas de 1960 y 1970, y sus consecuencias sobre el manejo
de los recursos naturales y la dinámica económica y sociocultural en la
*Universidad de Quintana Roo. Cuerpo Académico de Estudios Estratégicos y de Fron-
tera. Universidad de Quintana Roo.
1Este trabajo está enfocado a la Ribera del Río Hondo, comúnmente identificada como
la región fronteriza al marcar los límites con Belice. Sin embargo, para un estudio integral
sería necesario incluir la región de la Bahía donde están las dos ciudades fronterizas, Che-
tumal y Corozal, y también la costa Caribe que une la zona costera con la frontera marítima
hacia la región del Caribe.
Natalia Armijo Canto*
Dinámica fronteriza México-Belice
Tema pendiente en la agenda
de investigación sobre la frontera sur
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NATALIA ARMIJO CANTO
región (Fort, 1979; Galleti, 1992 y 1994; Wilshusen, 2002). Desde el
Centro de Investigaciones de Quintana Roo (Ciqroo) se realizaron varias
publicaciones colectivas, que son fuente importante para el análisis de
las transformaciones que tuvieron lugar en la región durante la década
de 1980 (César-Dachary y Arnaiz, 1991; César-Dachary et al., 1993);
estos trabajos dan cuenta de un periodo de cambios importantes como
la reubicación de los campamentos de refugiados guatemaltecos desde
Chiapas hacia Quintana Roo y Campeche, una mayor visibilidad de ac-
tividades informales en la franja fronteriza, y, la declaración de indepen-
dencia de Belice –hasta entonces colonia británica– proceso que revivió
conflictos limítrofes de ese país con Guatemala (Toussaint, 1993).
Un texto recientemente publicado (Castillo, Toussaint y Vázquez,
2006), en palabras de sus autores, “asume el desafío de hacer una historia
de la frontera sur de México, concebida como un fenómeno en continua
construcción, como un proceso de dos caras que demanda un esfuerzo de
visión transfronteriza de los hechos y procesos históricos que han tenido
lugar en ambos márgenes de los ríos Hondo, Suchiate y Usumacinta”. El
texto abarca un largo periodo histórico y aborda la totalidad de la fronte-
ra sur de México en su doble significado de “puente y lindero”.
¿EL RÍO QUE NOS SEPARA O QUE NOS UNE?
ALGO DE HISTORIA
La conformación de la frontera México-Belice solamente puede entender-
se mediante la recuperación de su historia social, política y económica.
Durante tres siglos la explotación forestal –que se hizo presente don-
de antes la selva convivía con la milpa maya, la caza y la recolección de
autoconsumo- fue motivo de luchas y conflictos en la región. Primero fue
el palo de tinte, luego las maderas preciosas –principalmente caoba y
cedro. El río fue el medio privilegiado para transportar las riquezas ex-
traídas. Con el siglo XX llegó el auge chiclero.
Durante la Guerra de Castas realizada por los mayas en la segunda
mitad del siglo XIX, la franja fronteriza fue escenario de desplazamientos
poblacionales de los mayas “pacíficos”2 en su intento de alejarse de la
violencia. Fue también sitio de intercambio de mercancías, armas y mu-
2Conocidos también como icaiches, fueron grupos mayas que no compartieron el culto
a la Cruz Parlante que caracterizó a los rebeldes y se establecieron en la franja sur-occiden-
tal de la península de Yucatán (límites de Quintana Roo y Campeche). Estos grupos eran
frecuentemente atacados por los mayas rebeldes, establecieron alianzas con el gobierno de

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