Las dichosas antologías

AutorAndrés Henestrosa
Páginas605-606
do como el patriarca del habla de su pueblo y como el tratadista de una temática
nuestra, aunque pertenezca al género de los pelados de la literatura mexicana.
14 de diciembre de 1958
Las dichosas antologías
Ya sabemos que dos son principalmente los criterios que presiden la formación
de una antología: el gusto del tiempo y el personal del antólogo. Aunque bien
vistos los dos se reducen a uno solo: el del antólogo que no puede ser del todo
distinto al de su tiempo. Otra cosa ocurre cuando el que prepara una antolo-
gía procede con criterio político, o de grupo, o dominado por sus personales
simpatías y diferencias, extremo éste por desgracia muy frecuente. ¿Quién
no recuerda cómo se preparó la antología que firmó Jorge Cuesta? ¿Quién no
tiene presente las disputas que originó la de Antonio Castro Leal? ¿Quién
ha olvidado la que planeó José Bergamín con la ayuda de dos poetas mexica-
nos: Xavier Villaurrutia y Octavio Paz? En ellas las ausencias y las presencias
tenían una explicación extraliteraria, extralírica: eran el resultado de filias y
fobias propias de los antologistas.
Pero dejemos todo esto que ya está juzgado por propios y extraños, por
amigos y adversarios. Yo quiero tratar ahora una posibilidad distinta para la
preparación de una nueva posible antología mexicana. La creo novedosa, ori-
ginal y sin duda útil para una valoración definitiva de la lírica mexicana en los
últimos cien años. Con ella se conseguiría llamar la atención sobre poetas y
poemas que por no haber sido transcritos en su integridad, o por haber sido
solamente aludidos, no han llegado a ocupar un sitio en los cien florilegios,
ramilletes, álbumes y antologías publicadas desde aquel lapso. Porque han
de saber los lectores, o recordarlo si ya lo saben, que cuando un poema llega
a formar parte de una colección ya no dejará de aparecer en las que siguen.
Se diría que los encargados de prepararlas se conforman con repetir nombres
de poetas y de poesías. Hay, claro está, excepciones: una, los Poetas modernos de
México por Genaro Estrada. Otra, la que publicaron hace cuatro décadas Cas-
tro Leal y Alberto Vázquez del Mercado.
Volvamos a la antología anunciada la cual se integraría con las flores que los
distintos autores de panoramas de nuestra literatura mencionaron sin transcribir,
AÑO 1958
ALACE NA DE MINUCI AS 605

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