Se desmorona una montaña

AutorAbel Camacho Guerrero
Páginas109-119

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El 4 de abril de 1911 se conmocionó la sociedad con hechos que sacudieron el trono omnipotente de los hombres en el poder. Don Ramón Corral, Vicepresidente de la República, pieza importante en la discordia política de México, solicitó de la Cámara de Diputados licencia para dejar su puesto. Una vez que obtuvo licencia, según se expresó públicamente, salió del país en busca de salud. (Desde entonces solían enfermarse los funcionarios).

El diputado ingeniero Francisco Bulnes, digno por su talento de que hubiera vivido con honradez de convicciones, presentó a la cámara de diputados una iniciativa de ley para que se reformara la Constitución General del País, a fin de prohibir la reelección, cosa que evidenció ante la nación y ante la historia, que las causas justas son poderosas y que con el vigor que el pueblo les da, se desatan con la impetuosidad de precipitación pluvial que trastorna y cambia todo orden social, por más que éste se considere fuertemente petrificado.

El 21 de abril de aquel 1911 se produjeron cuatro hechos de relevante significación: los dos primeros por su categoría de símbolo y los otros dos por su clara y visible importancia política. Primero: Enrique Adame Macías se adueñó, a fuego y dinamita, de Parras de la Fuente, ciudad en donde nació don Francisco I. Made-ro. Segundo: Estudiantes en la Ciudad de México, encabezados por cuatro de ellos, que posteriormente figuraron en la escena política nacional, Juan de Dios Bojórquez, Aarón Sáenz, Luis León y Marte R. Gómez, organizaron en la Ciudad de México un mitin, el que efectuaron en la Alameda Central, exigiendo, entre ataques, burlas y denuestos, la renuncia del presidente Díaz, y aunque el grupo de estudiantes fue disuelto a cargas de la policía montada, la realidad es que dicho acto demostró que en la misma capital del país ya no era tan de temer el dictador. Tercero: a las puertas de Ciudad Juárez, a donde había llegado Madero con tres mil de sus combatientes, éste exigió que Porfirio Díaz abandonara el poder. Cuatro: Ante el empuje de los acontecimientos militares y la ola arrolladora de la opinión pública en favor de la insurgencia, renunciaron a sus puestos los gobernadores Pablo Escandón, de Morelos; Damián Flores, de Guerrero; Cuesta Gallardo, de Jalisco y Esteban Fernández, de México.

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El alcance de la impresión que en el público causaron estas renuncias, se puede captar recordando que los altos funcionarios del régimen porfiriano gobernaban a perpetuidad. Para acreditar esto basta recordar la duración del mandato de los Gobernadores siguientes: hasta la iniciación de la revolución mexicana: Martínez, en Puebla, 17 años; general Luis Terrazas, en Chihuahua, 22 años; Pedro Rodríguez, estado de Hidalgo, 22 años; general Abraham Bardala, en Tabasco, 22 años; general Francisco Cañedo en Sinaloa, 22 años; general Bernardo Reyes en Nuevo León, casi 25 años; Teodoro Dehesa en Veracruz, 25 años; general Aristeo Mercado, en Michoacán, (al que tanto combatió Francisco J. Múgica en sus periódicos), 26 años; y Coronel Próspero Cahuantzi, Gobernador de Tlaxcala, todo el tiempo que fue presidente Porfirio Díaz. Pero sigamos el curso de los acontecimientos.

Emilio Madero capturó San Pedro de las Colonias y Torreón, respectivamente, los día 25 de abril y 10 de mayo.

La captura por la Revolución de Torreón, centro ferroviario, y de Ciudad Juárez, importante garita internacional, ventana abierta al abastecimiento de armamento, precipitó la renuncia de Porfirio Díaz, no sólo por lo que estas dos plazas significaban, sino porque aunada si toma a la conflagración completa del país, convencieron al Presidente Díaz de la inutilidad de sus esfuerzos por vencer la rebeldía armada, no obstante que aún se empeñaba en acallar a sus opositores como fue el caso de don Filomeno Mata, a quien mandó clausurar su periódico, "Diario del Hogar", el día 30 de abril de 1911.

El primero de mayo del mismo año, los estudiantes de la Ciudad de México, entre entusiasmo, escándalo y desorden, demandaron otra vez, en ruidosas manifestaciones por las calles céntricas de la ciudad, la renuncia del dictador, resistiendo alocadamente los golpes de la caballería policiaca.

Allá en el norte, la clara mañana vio a los mal vestidos soldados revolucionarios, de rostros tostados, apostados al borde del Río Bravo. Entre los insurgentes se veía a los relevantes Pascual Orozco, Francisco Villa, José de la Luz Blanco, Marcelo Caraveo, José Inés Salazar, José Garibaldi, Raúl Madero y Federico González Garza. Al centro de un improvisado "Presidium", y tras pequeña mesa rústica, el señor Madero sonreía a la luz del sol oyendo la pueblerina banda, que ejecutó su música de rancho, hasta el momento en que, reinando un ambiente de solemnidad campirana, tocó el himno nacional. Era el 5 de mayo. El presidente provisional celebra frente al enemigo atrincherado en Ciudad Juárez, el aniversario del triunfo en Puebla de las armas republicanas.

En Ciudad Juárez, a sotovoces, se desarrollaban entre la dictadura y la revolución, las discutidas pláticas de un tratado de paz.

En estas conversaciones representaban, al gobierno, Francisco Carbajal; a la revolución, el doctor Francisco Vázquez Gómez, licenciado José Ma. Pino Suárez y don Francisco Madero, padre, pero como no se llegaba a definitiva conclusión, Villa y Pascual Orozco demandaban de Madero la orden para iniciar el ataque contra aquella ciudad fronteriza.

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Madero, en un esfuerzo desesperado por interrumpir el derramamiento de sangre, hizo que los delegados de la revolución entregaran a Francisco Carbajal unas declaraciones destinadas al presidente Díaz, en las que decía:

"dando un ejemplo que prestigie a nuestra patria ante el extranjero, tanto el general don Porfirio Díaz como don Ramón Corral, renunciarán al gobierno de la república.

Quedará como presidente interno, mientras se convoque a elecciones generales al país, el C. Lic. Don Francisco L. de la Barra, ministro de revelaciones, quien según prescribe la constitución, debe ocupar ese puesto vacante, la primera magistratura.

"Por mi parte, hago dicha renuncia desde luego con la mayor satisfacción, pues deseo únicamente servir a mi patria, según lo exijan las circunstancias":

"Suplico a usted que al hacer al Gral. Díaz esta proposición sea en los mejores términos a fin de que no se lastime su dignidad en lo más mínimo. Creo conveniente insistir en que su retiro del poder sea inmediato porque creo que el país se tranquilizará al sólo anuncio de su intención de retirarse a la vida privada": (Subraya el autor).

En el campo maderista continuaba discutiéndose si debería atacarse o no Ciudad Juárez. Con Madero cooperaba Biljoen, uno de los generales Boers que tan bravamente pelearon por la independencia en contra del imperio inglés y cuya opinión técnico-militar era valiosa para el señor Madero.

El general Biljoen opinó que no eran suficientes las fuerzas maderistas concentradas para tomar la plaza. Villa y Pascual Orozco insistían en atacar Ciudad Juárez, aun cuando se opusiera a ellos el presidente Provisional.

En verdad los tiroteos entre...

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