Desarrollo regional de México y política estatal

AutorGabriel Mendoza Pichardo
Páginas17-33
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Desarrollo regional de México y política estatal
Gabriel Mendoza Pichardo*
Siguiendo a Schumpeter, hablaremos de desarrollo ecomico en un periodo determinado “si la tenden-
cia de los valores de un índice per pita de la producción total de bienes y servicios se ha incremen-
tado durante ese periodo” (1958, p. 64). En la medida en que nos interesa el bienest ar social en tanto
“meta”, de acuerdo con Kuznets, mediremos el desarrollo económico “como un incremento sostenido
en la magnitud de satisfacción” de esa meta (1958, p. 89).
En la sección I re exionaremos sobre la evolución teórica esperada de las variables del desa-
rrollo ecomico, sobre las regularidades emricas que se observan en el mundo capitalista y sobre
el papel del Estado en la economía capitalista para resolver los problemas desarrollo. En la segunda
sección presentamos algunos indicadores del desarrollo regional de xico en la última cada. La sec-
ción fi nal presenta las conclusiones del trabajo.
Desarrollo económico: regularidades e intervención estatal
Los modelos neoclásicos de crecimiento económico sugieren que las econoas del mundo, y por
extensión las regiones de un país, tienden a converger a un mismo nivel de producto per cápita.
Las economías o regiones atrasadas crecerían a tasas s elevadas que lass desarrolladas (la
llamada convergencia beta). En estos modelos, el mecanismo ecomico es capaz de conducir a las
economías a los niveles ximos de desarrollo. La formulación neoclásica ha sido crit icada desde una
* Profesor de tiempo complet o de la Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de xico, correo electró-
nico: gamp@servidor.unam.mx. Agradezco a Manuel Cvez Fuentes su apoyo para la elaboración de este trabajo que
es parte del proyecto de investigación PAPIIT-DGAPA-UNAM, “Impactos de la integración económica regional: crecimiento,
nanciamiento y desarrollo en la zona sur-sureste de México”.
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perspectiva teórica (ase Pasinetti, 2000) pero también se ha comprobado que sus pronósticos no
concuerdan con la evolución de las economías reales.
El análisis de las regularidades presentes en los países capitalistas ha encontrado que la econo-
a mundial se caracteriza por una amplia heterogeneidad respecto al ingreso per cápita, que la diver-
gencia entre países ha aumentado y que las tasas de crecimiento de los países menos desarrollados
no permiten alcanzar a los pses desarrollados. Mientras hay convergencia entre los países más
desarrollados, hay pses, como los africanos, donde el PIB per cápita está decreciendo. Una excepción
en la acentuación de la divergencia la constituyen los pses de pido crecimiento del sudeste de
Asia (véase Ros, 2004, y Foley y Michl, 1999).
De la teorización del desarrollo de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, se desprende la
presencia de “trampas de desarrollo. Es posible que exist a una confi guración de fuerzas que no permita
superar un cierto umbral, por encima del cual se entraría en la senda del desarrollo (véase Ros, 2004).
Asimismo, el sist ema de producción capitalista no es un sistema diseñado para ampliar el bienestar de
los habitantes de un país. Sus metas son las ximas ganancias y tasas de acumulación. Estas metas
pueden ser incompatibles con el abasto de bienes y servicios que aumenten el nivel de bienestar.
Los capitalistas producen bienes y servicios únicamente para el mercado solvente y producen
sólo aquellos bienes y servicios que les permiten recuperar su capital con una ganancia. El criterio
de rentabilidad de los capitalistas los lleva a no producir bienes y servicios necesarios para una
población sin capacidad solvente, cuyo periodo de maduración es largo, que impliquen montos
de capital elevados o bien cuyas características los hacen susceptibles al fenómeno de su disfrute
gratuito (free ride).
La única posibilidad de superar las “trampas de desarrollo” vendría dada por una intervención
activa del Estado que proveería el “gran impulso” (Rosenstein-Rodan) y que situaría a la economía
nacional o regional arriba del umbral del atraso (Ros, 2004). Del mismo modo, dada la incapacidad
inherente del capital privado para proveer ciertos bienes y servicios para el bienestar o para la propia
acumulación privada, el Estado debeasumir una política económica y social que abastezca esos
bienes y servicios.
En la literatura ortodoxa ha habido un debate amplio sobre el papel de la infraestructura pública
en el crecimiento económico. El concepto de infraestructura pública y la forma de medirla han sido
parte del debate. Gramlich (1994) enumera tres defi niciones del capital en infraestructura. Primero,
el capital de los monopolios naturales intensivos en capital tales como carreteras, otras instalaciones
de transportes, sistemas de agua y drenaje y sistemas de comunicación. Segundo, el capital tangible
propiedad del gobierno. Tercero, el capital en infraestructura en la primera de nicións el capital
para el aumento de “capital humano” e investigación y desarrollo.
El debate neoclásico también ha estado permeado por la creencia de que hay un efecto de des-
plazamiento (crowding out) del gasto público. Los modelos neocsicos incluyen el supuesto de que el
capital es directamente productivo y las ambiguas y engañosas categorías “capital humano” y “pro-

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