Derechos del Trabajador

AutorEnrique Burgos García
Cargo del AutorSenador de la República por el Estado de Querétaro
Páginas436-455

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Introducción

No puedo iniciar estos apuntes y comentarios sobre los derechos del trabajador plasma-dos en la Constitución de 1917 sin antes agradecer la amable invitación del Diputado César Camacho, Presidente de la Junta de Coordinación Política de la LXIII Legislatura de la Cámara de Diputados, para integrarme al grupo de redactores de esta obra colectiva. Con mayor razón, cuando esta obra forma parte de un esfuerzo más amplio de estudio y análisis de la Constitución vigente que, en su conjunto realizan ambas Cámaras del Congreso de la Unión y el Gobierno de la República, para conmemorar el centenario de la promulgación de nuestra Ley Fundamental el 5 de febrero de 1917.

Agradezco igualmente que se me haya señalado el tema relativo a los derechos del trabajador, puesto que el artículo 123 constitucional que los reúne representa, junto con los artículos , 27 y 130, no sólo el contenido social por excelencia de la Constitución de 1917 para dar respuesta a las reclamaciones populares y legitimar de esta forma el movimiento histórico transformador de México mejor conocido como la Revolución Mexicana, sino que constituye con esos otros numerales uno de los motores para dar fuerza y contenido a la acción del Estado Mexicano encaminada a la construcción de una nueva vía, con democracia y justicia social, para atender la solución de los grandes problemas nacionales de ese momento de la historia de México y de sus actuales momentos. La vigencia de nuestra Constitución, por lo tanto, es incontrovertible, como trataré de analizarlo y explicarlo en seguida.

Antecedentes

Cuando nos referimos a los derechos del trabajador, necesariamente hablamos de un aspecto crucial en la construcción de un país y en el mantenimiento de su estabilidad institucional. Derechos que deben ser identificados en su contexto social e histórico.

Durante el siglo XIX, la historia de México conoce varios momentos decisivos, cada uno identificado con sus actores protagónicos: la lucha por la independencia nacional,

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la opción por la República frente a los dos intentos imperiales, la consolidación del Estado nacional y, al finalizar esa centuria, su fortalecimiento autoritario.

De la misma manera que esa gran ola histórica que se inicia en Inglaterra con la Carta Magna de 1215 encuentra sus momentos culminantes en la Constitución de los Estados Unidos de América de 1776 y en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre en Francia en 1789, la consolidación del Estado Mexicano en el siglo XX pone su acento en los derechos civiles y políticos de los grupos sociales emergentes en la conducción de la Nación independiente. Cuando México se independiza, la Revolución Industrial en Europa y en Estados Unidos de América apenas se inicia, contexto en el cual nuestro país busca afanosamente su ubicación a partir del aprovechamiento de sus recursos naturales, antaño sólo aprovechados por el conquistador y el colonizador español.

Las relaciones económicas internacionales de la época colocan a México a lo largo del siglo XIX, al igual que a las demás antiguas colonias convertidas en países independientes, en productor de materias primas con intercambios comerciales desiguales. Entonces, el autoritarismo porfiriano aparece como una respuesta viable para aportar estabilidad y mejorar las formas de inserción de la economía nacional en la mundial. Así se mantiene durante más de treinta años, pero al mismo tiempo da ocasión para exacerbar las desigualdades y los conflictos sociales.

La respuesta, en principio, es política: “Sufragio efectivo. No reelección.” Los Tratados de Ciudad Juárez intentan un camino para una alternancia ordenada, muy pronto traicionada por uno de los encargados de garantizar la viabilidad del nuevo gobierno, surgido de la Revolución con legitimación ratificada en las urnas. El golpe de Estado es la alternativa alentada por los socios imperiales entre las nuevas y las antiguas élites nacionales. El Plan de Guadalupe478y sus adiciones479son la respuesta. El gobierno del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, triunfador de la lucha contra los golpistas, se apresta a un nuevo diseño institucional para lograr la paz, terminar la guerra civil y concretar condiciones de convivencia armónica entre los antiguos contendientes.

El Proyecto de Constitución que don Venustiano Carranza presenta al Congreso Constituyente inscribe los derechos de los trabajadores en la tradición jurídica de la época, la de los derechos civiles y políticos. Las relaciones laborales son contratos civiles pactados entre iguales. Pero para ese momento la realidad ya había alcanzado a los diputados constituyentes. ¿Qué tan presente estuvo, entre ellos, el Programa del Partido Liberal, por ejemplo?

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La cuestión laboral

La identificación, reconocimiento y ampliación de los derechos de los trabajadores está en función del contexto socioeconómico de cada época. En su libro Los grandes problemas nacionales (1906), Andrés Molina Enríquez identifica los siguientes “problemas de orden primordial”: el problema de la propiedad, el problema del crédito territorial, el problema de la irrigación, el problema de la población y los grandes problemas. Naturalmente se trata de problemas propios de una economía rural, donde la mayor parte de la población dependía de las actividades agrícolas y donde la producción industrial era notoriamente menor a la agropecuaria. El problema laboral mayor, en consecuencia, fue identificado por Molina Enríquez entre los jornaleros agrícolas y no es extraño que haya sido asesor del ingeniero Pastor Rouaix, diputado constituyente, cuyas intervenciones en las propuestas de solución a los problemas sociales contenidas en los artículos 27 y 123 constitucionales fueron fundamentales.

Leopoldo Solís, por su parte, en su estudio sobre la Evolución de la Economía Mexicana se interroga sobre si durante el Porfiriato la política económica y la evolución productiva fueron un antecedente del desarrollo estabilizador del periodo 1958-1970, ocurrido después de los cambios institucionales en la época de los presidentes Calles, Cárdenas, Alemán, y antes de la evolución, extensión y fortalecimiento del sistema financiero, de la apertura comercial, del reordenamiento público y fiscal, del re- dimensionamiento del sector público, así como de la globalización mundial e integración financiera que vivimos ahora.

En su Geografía Moderna de México, Jorge L. Tamayo, una vez analizados los factores físicos de la realidad mexicana, pasa a ocuparse del elemento humano, “cuya acción ha modificado o encauzado a los factores citados y cuya existencia ha permitido crear la nacionalidad mexicana”.480En efecto, en mi opinión no hay determinismo geográfico ni determinismo económico sino una acción social interrelacionada que actúa sobre su entorno. La Revolución Mexicana es un ejemplo y la evolución de los derechos de los trabajadores una consecuencia de la voluntad política colectiva.

La “Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano” se instaló en la ciudad de St. Louis, Missouri, en 1905. En esa ciudad volvieron a publicar sus miembros el periódico Regeneración y otros manifiestos. Entre ellos el Programa del Partido Liberal, que sin duda es el documento más importante de la etapa precursora de la Revolución Mexicana. En su amplia exposición destacan los siguientes pronunciamientos:

De hecho, y por lo general, el trabajador mexicano nada gana; desempeñando rudas y prolongadas labores, apenas obtiene lo muy estrictamente preciso para no morir de hambre. Esto no solo es injusto: es inhumano, y reclama un eficaz correctivo. El trabajador no es ni debe ser en las sociedades una bestia malicienta, condenada a trabajar hasta el agotamiento sin recompensa alguna; el trabajador fabrica con sus manos cuanto existe para beneficio de

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todos, es el productor de todas las riquezas y debe tener los medios para disfrutar de todo aquello de que los demás disfrutan.481El Programa del Partido Liberal abordó los siguientes temas: Reformas constitucionales; Mejoramiento y fomento de la instrucción; Extranjeros; Restricciones a los abusos del clero católico; Capital y trabajo; Tierras; Impuestos; Puntos Generales, y Cláusula Especial. Me limito ahora a enunciar los propósitos del Programa del Partido Liberal sólo en materia de Capital y trabajo:

  1. Establecer un máximum de ocho horas de trabajo y un salario mínimo en la proporción siguiente: $1.00 para la generalidad del país, en que el promedio de los salarios es inferior al citado, y de más de un peso para aquellas regiones en que la vida es más cara y en las que este salario no bastaría para salvar de la miseria al trabajador.

  2. Reglamentación del servicio doméstico y del trabajo a domicilio.
    23. Adoptar medidas para que con el trabajo a destajo los patronos no burlen la aplicación del tiempo máximo y salario mínimo.

  3. Prohibir en lo absoluto el empleo de niños menores de catorce años.
    25. Obligar a los dueños de minas, fábricas, talleres, etc., a mantener las mejores condiciones de higiene en sus propiedades y a guardar los lugares de peligro en un estado que preste seguridad a la vida de los operarios.

  4. Obligar a los patronos o propietarios rurales a dar alojamiento higiénico a los trabajadores, cuando la naturaleza del trabajo de éstos exija que reciban albergue de dichos patronos o propietarios.

  5. Obligar a los patronos a pagar indemnización por accidentes de trabajo.
    28. Declarar nulas las deudas actuales de los jornaleros de campo para con los amos.
    29. Adoptar medidas para que los dueños de tierras no abusen de los medieros.
    30. Obligar a los arrendadores de campos y casas, que indemnicen a los arrendatarios de sus...

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