Los Derechos Humanos bajo asedio

AutorÁngel M. Junquera Sepúlveda
CargoDirector
Páginas1-1
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El Mundo del Abogado
LOS DERECHOS HUMANOS
BAJO ASEDIO
Un fantasma vuelve a recorrer
el mundo: el nacionalismo. Si
la historia no fuera suf‌iciente
para convencernos del daño que
éste ha causado, muchos políticos
se esmeran en resucitarlo para
convertirlo en la plataforma de su
poder.
Defender los intereses de nues-
tro país es razonable. Nadie podría
objetarlo. Pero pretender que estos
intereses deben protegerse pisotean-
do a individuos, países o valores cuya
universalidad —así sea acordada—
también benef‌icia al nuestro, suele
devenir en abusos, conf‌lictos y gue-
rras, donde todos salimos perdiendo.
El cinismo con el que Putin se
apropió de Crimea; el triunfo de
Donald Trump en Estados Unidos; el
Brexit que ha hecho tambalear los
principios de la Unión Europea; el
desprecio de los jefes de gobierno
de Polonia y Hungría por el Poder
Judicial, así como la indiferencia de
los presidentes de Turquía y Brasil
frente a horripilantes prácticas como
la tortura, son emblemáticos.
La protección de los derechos
humanos no ha escapado a esta ten-
dencia. Olvidémonos por un momen-
to de otras culturas —en Brunei se
lapida a los gays y se mutila la mano
de los ladrones— para concentrarnos
en Occidente: instrumentos como el
Margen de Apreciación Nacional o la
doctrina de la Identidad Constitucio-
nal, diseñados en Europa para hacer
prevalecer el interés nacional sobre
pactos y acuerdos internacionales,
debe ponernos sobre aviso.
En América Latina, a pesar de los
enormes esfuerzos para f‌ijar criterios
y salvaguardar los derechos en la
región que hace la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos (Corte
IDH), a cuyo pleno dedicamos la
portada de este número, cada vez
son más los países que, en su afán
de af‌ianzar el poder de sus grupos
dominantes, se esmeran en dinami-
tar esta institución.
La “nota” que, a f‌inales de abril,
entregaron los representantes per-
manentes de Argentina, Brasil, Chile,
Colombia y Paraguay al secretario
ejecutivo de la Comisión Interame-
ricana de Derechos Humanos, exige
que no se invadan las esferas de
competencia. Paradójicamente, esto
fue lo que dio nacimiento a los órga-
nos internacionales que velan por los
derechos humanos: evitar que, con
pretexto de la soberanía, se vulnera-
ran los derechos de las personas.
¿Qué ocurre cuando en un
país se desdeñan los derechos
de una persona o de un grupo?
¿Los estándares para defender los
derechos humanos pueden ser
distintos en una nación que en otra?
Dar la espalda a la universalidad no
sólo signif‌icaría un brutal retroceso
respecto a los logros anteriores, sino
que anularía el espíritu que alentó
la Declaración de los Derechos Hu-
manos de la ONU en 1948. Organis-
mos como la Corte Interamericana
son los que han permitido que sus
miembros actúen de conformidad
con el Derecho, independiente-
mente de la izquierda, la derecha
y los vaivenes políticos. ¿Es de esta
“conciencia” de la que se quieren
desligar Argentina, Brasil, Colombia,
Chile y Paraguay?
José Miguel Vivanco, director
para las Américas de Human Rights
Watch, declaró al respecto que esta
nota “se funda en argumentos de
soberanía similares a los invocados
en su época por Hugo Chávez, Rafael
Correa, Evo Morales y Cristina Fer-
nández de Kirchner. El tono puede
cambiar, pero los argumentos son los
mismos. Evo Morales, por ejemplo, ha
criticado a la comisión por no respe-
tar la soberanía de Bolivia. Del mismo
modo, Rafael Correa promovió una
reforma al sistema interamericano,
al que acusaba de violar la soberanía
de gobiernos democráticos y de no
ceñirse a la Convención Americana.
Y Hugo Chávez denunció la Con-
vención Americana porque, en su
opinión, el sistema interamericano no
respetaba la legislación bolivariana”.
A esta denuncia se han suma-
do distintas organizaciones de la
sociedad civil: no es posible que los
gobiernos nacionales pretendan
desafanarse de sus obligaciones
internacionales y debilitar la defensa
de los derechos fundamentales en la
región, parapetándose en la sobera-
nía nacional. ¿A qué le tienen tanto
miedo?
Los gobernantes de estos países
deben entender que el escrutinio
les benef‌icia. Les permite adquirir
legitimidad ante sus gobernantes y,
por ende, elevar sus niveles de go-
bernabilidad. Hay que desearle larga
vida a la Corte y a la Comisión… Y los
abogados tenemos que trabajar por
que la alcancen.
Ángel M. Junquera Sepúlveda
Director

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