Los derechos en los hechos de 2011

AutorJorge Alberto González Galván
Páginas32-59
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CAPÍTULO SEGUNDO
LOS DERECHOS EN LOS HECHOS DE 2011
I.
JESÚS Y LOS DERECHOS EMO CIONALES
Jesús es un estudiante de una maestría en Derechos Humanos que
decidió acreditar la materia de Metodología de la Investigación
Jurídica con una tesina sobre “Los derechos emocionales”. ¿Qué
tienen que ver las emociones en un curso de metodología? A partir
del día en que la aplicación de la resonancia magnética por los
neurocientíficos nos mostró que pensamos no solamente con el he-
misferio cerebral izquierdo, el intelectual, el racional, sino también
con el hemisferio cerebral derecho, el emocional, el intuitivo, te-
nemos que emplear estas capacidades lógicas e imaginativas para
investigar.
Esto, de alguna manera, ya lo sabían los que se han dedicado
a estudiar la naturaleza y el hombre desde los albores de la hu-
manidad. Sin embargo, el movimiento o ideas decimonónicos del
naturalismo, racionalismo, experimentalismo o positivismo, nos
encasillaron en la práctica de que solo tenía valor “científico” el
conocimiento producido por la observación directa del objeto de
estudio en la realidad.
La reacción se justificó por el predominio de la religión cató-
lica, que tuvo como fuente de explicación del mundo lo divino, lo
sobrenatural, lo especulativo, la fe, el dogma. La llamada ciencia
del siglo XIX vino, como lo hizo la filosofía en la Grecia antigua,
a quitarle el monopolio de la explicación de la realidad a la mi-
tología en Grecia, y ahora a la llamada religión. Se desvalorizó
la explicación basada en creencias, sueños, intuiciones, supersti-
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ciones, para solo tomar en cuenta aquello que fuera demostrado,
explicado, razonado, justificado, comprobado.
Este mundo real, dividido entre la práctica “científica” y la
práctica “religiosa”, significó una división cerebral entre el pen-
samiento intelectual y el pensamiento emocional. De este modo,
el científico de la naturaleza o del hombre ha tenido que repri-
mir (o esconder) sus capacidades relacionadas con su inteligencia
emocional, intuitiva, espiritual, creativa, imaginativa, para no ser
censurado o expulsado del paraíso académico.
Yo invito en mis clases a los estudiantes a explotar al máximo
sus capacidades racionales e intuitivas, para que en un diálogo
constructivo, responsable, equilibrado, libre, entre ambas, reali-
cen sus trabajos de investigación. Es tan fuerte el racionalismo en
nuestra práctica escolar que incluso, en el campo del derecho, les
digo como hipótesis: los derechos humanos fueron el producto
de la razón humana, por ello se podría hablar que son derechos
“racionales”, es decir, que toman en cuenta solo una parte de
nuestra humanidad, olvidando la parte emocional, por ello, es un
desafío para nuestro joven siglo desarrollar la noción de los de-
rechos humanos emocionales: el respeto, la tolerancia, el placer,
la felicidad…
A Jesús le pareció interesante el desafío y se embarcó en esta
aventura académica para acreditar su materia, que espero conti-
núe como tema de tesis de su maestría y mañana de su doctora-
do. Para quienes nos dedicamos a la investigación la tarea sigue
siendo la misma: evitar que bajo las banderas de la “religión” o
de la “ciencia” nos manipulen, nos mientan, nos roben nuestra
libertad para dudar, soñar, disentir, imaginar, sentir, proponer. El
siglo XXI debe asegurar nuestra libertad para vivir en armonía
con nuestros pensamientos racionales e intuitivos. Solo debo te-
ner un límite en el ejercicio de esta libertad: no hacerme daño ni
dañar a los demás. Mi buena fe en la práctica cotidiana sobre lo
que razono y me emociona me debe guiar para ser mejor cada
día y buscar que mi entorno también lo sea.

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