¿A quiénes defienden lo organismos de Derechos Humanos? O el mito de que defienden delincuentes (Cuarta parte)

AutorGerardo Pérez Silva
Páginas33-34
Centro de Estudios 33
¿Cómo aclarar una situación como
ésta, de que si los organismos que
protegen y difunden los derechos
humanos defi enden delincuen-
tes? ¿Quién defi ende a quién, o en
otras palabras, quién se defi ende de
quién? Ésta es una situación confu-
sa, porque el problema no sólo re-
side en los organismos de derechos
humanos, sino en cada uno de no-
sotros, habitantes y miembros de
una cierta sociedad. La cuestión no
está en que si defi enden o no delin-
cuentes, sino que muchas veces la
labor de estos organismos, cuando
realmente se trata de defender los
derechos humanos, se ve impedida
y obstaculizada por medidas políti-
cas e injustas.
Una de las características del mun-
do de hoy es sospechar de todo,
estamos inmersos en una realidad
donde la verdad está empañada por
la mentira y el odio frecuentes. Una
sociedad con visos de autoritaris-
mo, control social y represión, y no
en condiciones de democracia, es-
tabilidad y respeto de los derechos
humanos. A pesar del incremento
de efectivos policiacos y militares
en todos los rincones de nuestro
país, la delincuencia, la inseguridad
y el abuso siguen incrementándose.
Una de las situaciones más preocu-
pantes de la actualidad es que ya
no se trata solamente de robar lo
ajeno, también se busca humillar
y atemorizar a las víctimas, parali-
zarlas por terror.
Ante esto cabe una pregunta, ¿será
que las autoridades, por una parte,
toleran tanto, o por otra, auspician
la comisión de este tipo de delitos
con el objetivo del control social y
la paralización política? Se habla
hoy tanto de “lucha contra la de-
lincuencia organizada”, “combate al
narcotráfi co”, “salvemos a México
de la delincuencia”, “seguridad para
el ciudadano” que no justifi ca más
que la arbitrariedad.
Con
este clima de inseguridad y
de arbitrariedad se ha generado
un mito mal formulado en contra
de los defensores de los derechos
humanos, tanto gubernamentales
como civiles. Es el viejo argumento
de que esos luchadores “defi enden
delincuentes”. Pero el meollo de este
asunto nos inquieta para preguntar-
nos, ¿no será que este prejuicio es
el refl ejo del autoritarismo y de la
situación antidemocrática que cada
vez se afi anza más en nuestro país?
¿No se querrá paralizar a la pobla-
¿A QUIÉNES DEFIEN DEN LOS ORGAN ISMOS DE DE-
RECHOS HUM ANO S? O EL MITO DE Q UE DEFIENDEN
DELIN CU ENTES [CUARTA PARTE]
Gerardo Pérez Silva

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