La deficiente productividad laboral en México

AutorJorge Wadi Aguilar Elías
CargoUniversidad Anáhuac México Norte. Miembro del Comité de Integración de Contadores Universitarios (CICU) del CCPM
Páginas56-57
UNIVERSITARIO
56
La deficiente
productividad laboral
en México
JORGE WADI AGUILAR ELÍAS
Universidad Anáhuac México Norte
Miembro del Comité de Integración de Contadores Universitarios (CICU) del CCPM
wadiaguilar@gmail.com
Una de las ideologías más veneradas a lo largo de la historia es
la que afirma que “el trabajo duro es la mejor manera de alcanzar
cualquier objetivo”. No obstante, a consecuencia del fenómeno
disruptivo de la innovación tecnológica y digital en las últimas
décadas, “trabajar de la manera más inteligente” poco a poco se
está convirtiendo en la nueva filosoa por obedecer para alcan-
zar cualquier meta. Aunque en el transcurso de la historia ambas
doctrinas han demostrado ser mecanismos efectivos para tener
éxito en cualquier ámbito, el puro trabajo –por más digno y ad-
mirable que sea– con mayor frecuencia resulta no ser suficiente,
especialmente contemplando el contexto contemporáneo y su
fijación por tratar de encontrar nuevas maneras de realizar los
trabajos. Desafortunadamente, uno de los ejemplos más claros
de la incongruencia moderna que puede existir entre realizar
grandes esfuerzos y obtener pobres resultados es el nivel de pro-
ductividad laboral del sector formal mexicano.
Dicho indicador es utilizado para conocer qué tan eficiente es
el capital humano de una empresa para producir una cierta
cantidad de bienes y/o servicios a partir de un número limita-
do de recursos. Trasladado a un panorama macroeconómico,
la medición de la productividad laboral refleja qué tan produc-
tivos son los ciudadanos empleados de un país –y, en conse-
cuencia, de la nación en sí misma– tomando en consideración
la duración promedio de la jornada laboral. La metodología más
común para realizar dicha medición a escala nacional implica
dividir el Producto Interno Bruto (PIB) del país entre la cantidad
promedio de horas trabajadas por los ciudadanos empleados a
lo largo de un año, lo cual da como resultado el promedio del
valor de los bienes y servicios producidos (estandarizado a un
importe en dólares estadounidenses) por hora de trabajo, con-
templando las aportaciones de trabajadores de medio tiempo
y tiempo completo.
Para entender la complicada situación actual de nuestro país
en lo referente a este indicador, podemos utilizar como referen-
cia el desempeño de los 36 países miembros de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Res-
pecto a la duración de la jornada laboral, México (miembro de
dicha organización desde 1994) posee el primer lugar en cuanto
a la extensión promedio más larga, debido a que un trabajador
mexicano destinará alrededor de 2,148 horas al año a cumplir
con sus actividades laborales. Por otro lado, la media de los
integrantes de la OCDE es de tan solo 1,726 horas al año, es
decir, 20% menos que la jornada laboral mexicana. En primera
instancia, esta diferencia podría interpretarse como algo posi-
tivo para el país, puesto que se pudiera interpretar como un
mayor nivel de compromiso hacia la ocupación profesional por
parte de los trabajadores mexicanos y, en teoría, esto contribui-
ría a una mayor producción de bienes y servicios. Sin embargo,
después de analizar el valor promedio de lo producido por los
miembros de la OCDE, es desalentador percatarse de que dicha
interpretación es incorrecta. Mientras que el valor promedio de
lo producido por la OCDE por hora de trabajo es de 54.8 dólares,
en México solo se generan 21.6 dólares –lejos de llegar siquie-
ra a la mitad.1 Aunque los empleados mexicanos estén desti-
nando una significativa cantidad de tiempo a sus actividades
laborales, en realidad no lo hacen por un sobrellevado sentido
de compromiso laboral; lo hacen como un esfuerzo colectivo
inconsciente para cubrir las claras señales de una estructura
laboral ineficiente.
Existen diversos factores que han favorecido y alargado el
bajo nivel de la productividad laboral del sector laboral mexi-
cano, los cuales pueden ser agrupados en tres categorías
principales:
> Capital ísico: se refiere a las herramientas ut ilizadas
por los trabajadores de las empresas mex icanas para la
producción de bienes y servicios . Mediante la inversión
de capital, el sector pri vado adquiere equipos y/o ma-
quinaria especializada con el objetivo de opt imizar los
procesos de producción y aumentar el va lor total de lo
producido. No obstante, es imperativo que el gobierno
federal primero garantice qu e el país cuenta con la
infraestructur a necesaria para respaldar las inversion es
que este sector realice. Para ello, la inver sión pública en
proyectos de infraestruc tura debe ser de alta calidad y
extenderse a lo largo de diferentes sectores, incluyendo
la construcción de carreteras, puertos y aeropuer tos,
redes de distribución eléctrica y agua potable, sistemas
de telecomunicaciones, etc. Lamentablemente, México
enfrenta considerables obstáculos en este aspecto.
Por un lado, dentro del sector privado el ca pital sico

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