Décimo principio. El pueblo puede ensanchar el ejercicio de su libertad para que su organización política amplíe sus horizontes. El gobierno, a través de las instituciones públicas debe acrecentar el poder del pueblo, para que los derechos individuales y colectivos de los habitantes sean asegurados dentro y fuera de México

AutorEnrique Uribe Arzate
Páginas42-45
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La Constitución del pueblo y para el pueblo: reminiscencias y desafíos
De este modo, lo que se lee en la Constitución puede plantearse en dos planos:
uno nacional y otro internacional. En el primero, todo lo que la Constitución dice
debe ser útil a la vida diaria de cada mexicano y debe servir para la mejoría perma-
nente de las condiciones de vida en lo individual y en lo colectivo; en el segundo pla-
no, mucho de lo que la Constitución dice debe ser proyectado para hacer posible que
en el concierto de las naciones México ocupe un sitial de primer orden.
Esta segunda parte que casi nunca se menciona, debe proyectar a México como
una nación poderosa; si durante mucho tiempo México fue visto como una especie
de hermano mayor en Latinoamérica, si la voz de sus representantes era escuchada
con atención en organismos internacionales como la OEA o la ONU, si su doctrina
y su política internacional a favor de la paz y la solución pacíca de controversias,
y la proscripción de la amenaza y la guerra marcaron la ruta de muchos países, nos
queda preguntarnos de qué modo hemos llegado a ser un país sin voz ni presencia en
los ámbitos regional y mundial.
Peor aún es la conclusión, si recordamos que la Constitución mexicana de 1917 fue
la primera constitución del mundo que protegió a obreros y campesinos; al ser calica-
da como la primera Constitución social del mundo, la Carta Magna de México se situó
por encima de la Constitución rusa de 1917 o la alemana de 1919. Entonces, ¿por qué
los mexicanos vivimos en condiciones tan desventajosas, si la Constitución marcó una
ruta y avizoró un horizonte para el desarrollo y el bienestar? Esta tarea no satisfecha, es
una de las asignaturas pendientes que los mexicanos tenemos frente a nosotros mismos.
Así las cosas, el diseño de un estado democrático, orientado hacia el bienestar de
sus habitantes, no puede sacudirse el compromiso social, la vocación solidaria y hu-
manista que hoy en día son el sello de lo estatal, en medio de las turbulencias que
arrecian desde el exterior.
Por esta razón, la constitución debe ser entendida como herramienta; sirve como
una especie de plataforma para el lanzamiento de nuevas formas de vida que en el
corto plazo serán capaces de trascender hasta otras sociedades distintas a la nuestra
(lo mismo en el arte y la cultura, como en la ciencia y la espiritualidad).
DÉCIMO PRINCIPIO
El pueblo puede ensanchar el ejercicio de su libertad para que su organización
política amplíe sus horizontes. El gobierno, a través de las instituciones públicas
debe acrecentar el poder del pueblo, para que los derechos individuales y colecti-
vos de los habitantes sean asegurados dentro y fuera de México
La libertad es inherente al ser humano; y aun cuando tiene límites, lo cierto es que las
personas deben tener el más amplio espectro posible para el ejercicio de este atributo
imbíbito a la naturaleza humana.

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