Décima de Acuña

AutorAndrés Henestrosa
Páginas467-468
AÑO 1957
ALACE NA DE MINUC IAS 467
No fue aquella, naturalmente, la única ocasión en que Luis G. Urbina se
refirió al Modernismo y a los poetas modernistas: en sus libros, en sus cróni-
cas, en sus semblanzas de los poetas mexicanos, se detuvo más de una vez a
caracterizar ésa que él consideraba escuela francesa, “hija tal vez de una gene-
ración enferma de sensibilidad, que siente muy hondo y piensa muy alto”. De
su obra dispersa y de su obra publicada, habrá que rescatar todavía muchas
de sus opiniones sobre la literatura nacional y de cuantos movimientos lite-
rarios han influido en ella. Pero esto, así como descubrir ese artículo que sin
duda escribió Urbina a la muerte de Julián del Casal, lo dejamos en manos del
joven maestro Ernesto Mejía Sánchez, que ahora mismo prepara un estudio
sobre el Modernismo en México.
31 de marzo de 1957
Décima de Acuña
En El Anuario Mexicano, recopilación de los acontecimientos más notables en
la política, la literatura y el comercio del año de 1877, publicado por Filome-
no Mata a principios del año siguiente, se encuentra una breve antología de
poetas mexicanos bajo el rubro de Variedades, porque “no podíamos pasar
por alto la poesía, que es al alma lo que las flores al verde prado, lo que el
rocío a las plantas que marchitan los rayos del ardiente sol de julio”. No sé
por qué siempre he pensado que esa breve selección, que aparece anónima,
fue preparada por el propio Juan de Dios Peza para ilustrar su revista sobre
los Poetas y escritores modernos mex icanos publicada en el mismo Anu ario. L os
poetas allí reunidos, todos mencionados en la reseña de Peza, se reducen a
unos cuantos nombres: Juan de Dios Peza, Agustín F. Cuenca, Francisco de P.
Urgell (catalán), Antonio Plaza, Anselmo Alfaro, Francisco A. Lerdo, Francis-
co Ortiz, Manuel Caballero, Justo Sierra, Manuel de Olaguíbel, Pedro Castera,
y Joaquín Trejo. Como el lector puede ver, muchos de estos nombres están
ahora completamente olvidado, no obstante que Peza, al incluirlos, confiaba
en ellos una esperanza de las patrias letras. Entre los autores congregados en el
breve florilegio se encuentra Manuel Acuña, con una décima titulada “Dios”,
única pieza que dejó inédita. Siendo Juan de Dios Peza su amigo inseparable
y el solo poeta que se le equiparaba, según un crítico del tiempo, no parece

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