Dámaso Alonso y Tello de Guzmán

AutorAndrés Henestrosa
Páginas754-755
754
ANDRÉS HEN ESTROS A
ensalzan h oy tu casaca.
No, que son tus valedores
los que escribe n La Chinaca.
Prim a su vez hizo todo por merecer aquellos aplausos, aquellos acentos
de la musa mexicana. Casó con dama de aquí, lo que lleva al poeta a concluir
las cuartetas con ésta:
Llena tu mis ión ufana
y vuelve, no de v isita
sino simple ci udadano
a que te dé aquí Panch ita
un retoño mexic ano.
¿Y de Corpancho? Su nombre aparece en las páginas de La Chinaca nimba-
do de gloria y admiración. Inspira alabanzas, se le dedican crónicas y artículos,
se le anticipan mármol y bronce para su estatua.
Las fiestas que se avecinan darán ocasión para que los estudiosos de México,
España y Perú estudien a estas tierras preclaras y las coloquen en el mar-
co que les corresponde. Ya Emilia Romero, lo ha hecho con Corpancho; con
fervor, con dominio histórico. Su trabajo puede ser modelo y g uía para esas
futuras generaciones.
26 de febrero de 1961
Dámaso Alonso y Tello de Guzmán
Como decíamos ayer, para Dámaso Alonso, “Madrid y México, las dos grandes
capitales de lengua castellana, han venido a juntarse –a través de dos vidas
humanas– en el presente libro” (Dos españoles del Siglo de O ro, Madrid, 1960).
Ya hemos visto, en el primer ensayo de Alonso, las nuevas líneas que el
investigador ha trazado para recomponer la figura de Hurtado de Mendoza a
la vista moderna. El segundo ensayo trata de individuo particular, don Alonso
Tello de Guzmán, “corregidor de la ciudad de Méjico a principios del siglo XVII:
ambicioso, externamente social, y como casi todos los que fueron a América,

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