Curiosidad del zapoteco

AutorAndrés Henestrosa
Páginas807-809
Con frecuencia recibo la visita de amigos con quienes converso de mil co-
sas, cantamos canciones, remontamos el río de la vida hasta la lejana infancia,
hasta el remoto pueblo natal: extremo recurso, arbitrio éste que permite poner
un poco de luz en el día nublado. Cuando el interlocutor es un literato, que
con frecuencia lo es, se habla de las dos repúblicas, para que se cumpla aquella
afirmación de que son inseparables, que la una construye a la otra y que ella
no existe sin letras propias. ¿La patria libre y la letra esclava? No puede ser.
Tal vez por ello los mejores escritores se completan en la acción política, con
la prédica y el ejercicio de una literatura con rostro que la identifique.
El domingo pasado estuvo Raúl Renán González. Éste, Daniel Moreno.
¿Y de qué íbamos a hablar si no de la literatura nacional? De los que la ha-
cen, de los que sacan provecho de ella, de libros que un día brillan y al otro
se apagan; de la propaganda que permite una moda fugaz; de los libros con
clave, para iniciados; de las camarillas; de los guerrilleros y montoneros de
las letras; de fray Servando, de Domingo F. Sarmiento, de José Vasconcelos;
de los que usaron la pluma como si fuera machete: para abrir brechas en la
fragosa realidad nacional. De los que escribieron para desaburrirse, como
quien hace calceta y pasamanería francesa. Pero también de los que con mal
estilo, con escasa gramática, en medio de tropiezos y caídas, dejaron libros
que hay que superar antes de condenarlos, como es frecuente entre algunos
jovencitos.
Así pasan las horas dominicales. Así, divagando, llega la noche, como aho-
ra, mientras cuento los afanes de un día, llego al fin de esta Alacena.
10 de diciembre de 1961
Curiosidad del zapoteco
Cibeles: Esta palabra mexa que encuentras asociada al nombre de tu bisabuela
paterna Bárbara Pineda, es uno de los más extraños hispanismos en el zapo-
teco. Quiere decir “blanco, blanca”, refiriéndose a personas y, a veces, a los
animales, ya que el zapoteco tiene palabras propias para designar ese color,
como tú sabes. Porque Bárbara Pineda, en efecto, tenía los ojos azules y la piel
muy blanca: Mexa Bárbara, que era como la nombraban, quería decir, pues, “la
blanca Bárbara”.
AÑO 1961
ALACE NA DE MINUC IAS 807

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