Cuauhtémoc, rey y señor

AutorAndrés Henestrosa
Páginas185-186
tener como él una profesión religiosa, que a primera vista parece vedárselo.
Tal el claro reproche, aunque ante él rinda la frente, a fray Juan de Zumárraga,
destructor de “códices y pinturas en que creía él hallar pábulo a las idolatrías.”
Y la que endereza al obispo Antonio de Lorenzana, en cuyo tiempo la tenden-
cia hispanizante llegó a su recrudescencia y que al negar el uso de las lenguas
indias, coincidió con lo que los reyes afrancesados deseaban: matar el alma de
sus vasallos, matando el cultivo de sus lenguas, y de sus literaturas nativas. He
aquí, pues, un libro esencial de lejanas resonancias.
22 de noviemb re de 1953
Cuauhtémoc, rey y señor
Es una lástima que se haya ido perdiendo poco a poco aquella buena costumbre
del siglo pasado de hacer una revista, al finalizar el año, de nuestra producción
bibliográfica. Aquellas reseñas –Altamirano escribió las mejores– aparecían en
las revistas literarias y en los suplementos de los periódicos de la época,
y en ellas se echaba una mirada, a ojo de pájaro, sobre la producción literaria
anual, señalando las particularidades de las obras, así como se formulaba un
juicio general sobre el desarrollo de nuestras letras. A veces esas revistas, rese-
ñas o como quiera llamárselas, se imprimían por separado, o aparecían en los
Anuarios al lado de otras que abarcaban la vida política, económica y social del
país, como aquel que publicó durante varios años don Filomeno Mata, siendo
uno de los más notables el del año de 1878, donde Juan de Dios Peza y Manuel
de Olaguíbel escribieron sendos trabajos: el uno, lo que iba a ser el prólogo a
los Poetas y escritores modernos mexicanos; y el otro, una Revista bibliográfica de l
año 1877, en la que se daba un pormenor de las principales obras publicadas en
aquel lapso. El señor Mata, no obstante esos dos resúmenes, quiso enriquecer
el Anuario con una pequeña antología poética que yo me atrevo a atribuir al
mismo Peza, y que pudo haber estado destinada a ilustrar su larga reseña so-
bre la cosecha lírica de aquel año.
Pues bien, ante la imposibilidad de reseñar la producción literaria de este
año, yo me he ido conformando con destacar a lo largo de 1953, algunos de los
libros de mayor significación que hayan llegado hasta mis manos, así el de
Ángel María Garibay Kintana, La literatura náhuatl –sin duda uno de los mejo-
AÑO 1953
ALACE NA DE MINUCI AS 185

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